«Escuchamos una explosión; vimos las llamas y una gran columna de humo negro»

Las montañas de chatarra calcinada se acumulan en el interior del desguace en una jornada en la que diversos trabajadores supervisan la actividad acompañados del responsable del recinto, que ha rehusado hacer declaraciones a este periódico. Tratan de esclarecer y solucionar lo ocurrido. La cancela de acceso está completamente blindada, pero en el interior sigue a estas horas un equipo de bomberos de Granada procedente del Parque Sur compuesto por, al menos, cinco efectivos.

Realizan labores para refrescar la zona. Sin rastro alguno de mayor actividad, el único movimiento que se distingue desde el exterior es una excavadora que separa los restos chatarra.

Según han confirmado a IDEAL Bomberos de Granada, el fuego «está controlado», pero no extinguido. Por la información que les facilitó este lunes la propia empresa, creen que el incendio se originó en una máquina para prensar la chatarra. Una chispa prendió el artefacto y el viento provocó que las llamas se extendiesen parcialmente en el recinto. Han asegurado también que en 2016 intervinieron en el lugar por otro fuego, aunque los responsables de la empresa no son los mismos.

Circulación

Distintos vehículos, coches y camiones, circulan con normalidad por la A-4050 desde primera hora de la mañana de este martes, donde se mantuvo controlado el paso durante la madrugada por la humareda procedente del suceso. Los trabajadores de una empresa cercana fueron desalojados a última hora de la tarde del lunes y hoy desarrollan su jornada laboral con mascarillas. El principal objetivo es evitar intoxicaciones, picor de ojos y garganta causado por el humo que aún se genera a apenas unos metros de su punto de trabajo. Enseñan algunas imágenes y vídeos que tomaron mientras se recuperan del susto y expresan su asombro. «Ya no queda nada en comparación a lo que vimos y escuchamos», comentan. Explican que las pequeñas explosiones se repitieron hasta que llegaron los bomberos.

Las ráfagas de humo despiertan la curiosidad y atraen a algunos conductores, que reducen la velocidad a su paso por el desguace e incluso se detienen en el arcén para conocer el estado de las instalaciones. Mientras tanto, restos de llantas calcinadas y otros metales se esparcen por los alrededores y el olor a quemado aún se cuela en los vehículos que atraviesan la zona.