El edificio principal de Ifmif Dones tendrá espacio para un segundo acelerador
El consorcio estudia 'enterrar' el edificio para garantizar la estabilidad del suelo, lo que disminuiría su impacto visual, al pasar de 40 a 30 metros de altura
El edificio principal del consorcio Ifmif Dones, que contendrá el acelerador de partículas, tendrá espacio suficiente para alojar un segundo acelerador, a pesar de que ... la decisión de construirlo aún no se ha tomado por parte de los socios del proyecto ni, por tanto, cuenta con la financiación necesaria. El director del consorcio, Ángel Ibarra, explicó a esta redacción que la decisión se ha tomado pensando en la «eficiencia» del proyecto: si en un futuro se decide duplicar la capacidad de experimentación de la instalación colocando un segundo acelerador, será más fácil hacerlo si el espacio físico para alojarlo ya está construido y no hay que iniciar una nueva obra con el acelerador ya en marcha. «Es más eficiente, aunque sea un poquito más caro. Dependiendo de cómo vayan las cosas, veremos si dejamos ese espacio vacío o ahí se pueden hacer otras cosas», subrayó Ibarra.
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La primera consecuencia práctica de esta decisión es que el edificio, en lugar de tener forma de L como se había pensado en un principio –con posibilidades de 'rellenar' después el hueco de la L–, será rectangular: un bloque de 120 metros de largo por 80 de ancho y 40 de alto.
La decisión de construir un segundo acelerador depende fundamentalmente de factores económicos. Actualmente el proyecto de construcción está presupuestado en 700 millones de euros y está comprometida la financiación del 65%: un 55% por parte de España (el Gobierno central y la Junta de Andalucía), un 5% de Croacia y otro 5% de Japón, que se sumó en mayo.
Están pendientes de dar el paso y convertirse en socios contribuyentes Italia y la Unión Europea, a través de Fusion for Energy, pero otros doce países se lo están pensando. Si esas contribuciones se concretan y el presupuesto inicial queda garantizado, podrían plantearse nuevos retos.
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Un segundo acelerador duplicaría la velocidad de los experimentos: es decir, los materiales a prueba recibirían el doble de impactos de neutrones en el mismo tiempo, y por lo tanto los resultados se conseguirían con mayor celeridad. Los materiales capaces de resistir durante largos periodos de tiempo el choque de partículas a gran velocidad, en condiciones de altísima temperatura y presión, son candidatos a formar parte de las futuras plantas de fusión, que pretenden recrear el Sol en la Tierra para generar una energía inagotable y no contaminante a partir de agua.
Suelo poco resistente
Otra decisión que debe tomarse de forma inminente, afirmó Ibarra, es la posibilidad de 'enterrar' una parte del edificio principal, es decir, que la primera de sus cuatro plantas –de diez metros de altura cada una– sea subterránea. «El suelo no es muy bueno. No es roca, es tierra precipitada, y sus propiedades mecánicas no son muy fuertes, sobre todo la capa de más superficial. Es algo bastante común en Granada», aclara Ibarra. Eso significa que, para lograr la resistencia necesaria para soportar el peso de una instalación como esta, haría falta cavar para retirar el suelo más blando y luego rellenar con material más duro y compactado sobre el que hacer la cimentación del edificio. Este segundo paso se ahorraría diseñando un edificio parcialmente subterráneo, sustentado en un terreno más profundo y sólido. «No tiene que ver con el riesgo sísmico», matiza el ingeniero, aunque por supuesto este aspecto también se tendrá en cuenta en el diseño. 'Enterrar' unos diez metros un edificio tan alto –40 metros, como un bloque de viviendas de diez o doce pisos– contribuiría además a reducir su impacto visual en medio de la Citai de Escúzar, donde las naves más altas, como el almacén robotizado de Maeva, solo llegan a la mitad, 20 metros.
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«No está decidido todavía. Se han hecho estudios analizando diferentes alternativas y antes del verano tenemos que tomar una decisíón», subraya el responsable del consorcio, en alusión a la fecha límite para que las empresas interesadas presenten sus ofertas a la licitación del acuerdo marco para el diseño y construcción del complejo, el edificio principal y trece bloques con sistemas auxiliares.
Es decir, una vez adjudicado el concurso, la empresa o la UTEganadora tendrá que conocer los requisitos técnicos de los inmuebles que va a construir para poder redactar los proyectos. El plan es que el concurso, por una cuantía de 174 millones de euros, se adjudique antes de fin de año y las máquinas entren en la parcela a comienzos de 2026.
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El edificio principal y sus sistemas auxiliares tienen que estar terminados en 2029 para poder empezar a montar la máquina, el acelerador propiamente dicho. «Para conseguirlo tendremos que correr –dice gráficamente el director del consorcio–. Casi seguro tendremos que pedir a la empresa adjudicataria que trabaje en doble turno para acortar los tiempos de construcción». La alternativa en caso de que no se cumplan los plazos –ir montando el acelerador con las obras aún en marcha– no convence al responsable: «Solo la contemplo en caso de emergencia».
Tres edificios construidos y catorce ya licitados
En la parcela de 100.000 metros cuadrados en la Ciudad Industrial, Tecnológica y Área de Innovación (Citai) de Escúzar hay ya tres edificios prácticamente terminados: el de administración y servicios, que alojará al grueso del personal, el almacén-laboratorio y el módulo de control de accesos. Junto al edificio principal, que albergará el acelerador, el resto de inmuebles proyectados serán el almacén de tratamiento de residuos radiactivos, las torres de refrigeración, las plantas de tratamiento de agua, el módulo de protección contra incendios o el sistema de generación de energía de emergencia, entre otros.
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