«Echar una carrera» tiene dos significados en 'Un verano con Ciencia'
Actividades ·
Niños que experimentan y adultos que los sostienen son la esencia del programa de verano del Parque de las Ciencias, ambos con una misión que apenas los deja estar quietosGuadalupe García
Miércoles, 23 de julio 2025, 00:17
Personas corriendo se encuentran en muchos lugares de Granada, y también por muchos motivos. Sin embargo, en el Parque de las Ciencias es principalmente por ... dos: o porque los niños no pueden contener su entusiasmo o porque todo el equipo del centro se está asegurando de que 'Verano con Ciencia' ocurra según lo previsto. Este programa de vacaciones que abarca los primeros cinco días de la semana es de todo menos un lugar para estar quietos: cuando los niños no están echando carreras en el descanso, van de una sala a otra aprendiendo sobre ser paleontólogos, las características de las aves rapaces, poder identificar las estrellas o tirar un paracaídas hecho por ellos mismos desde la torre más alta. No obstante, cuando se animan a hacer cualquier experimento, siempre hay dos, cuatro o seis pares de ojos y manos pendientes. «Tenemos unas reuniones larguísimas para adaptar lo mejor posible todo el contenido a los niños. Y, aún así, el plan A nunca funciona, así que debemos tener un B, C, D…», describe Luis Quesada, el asesor pedagógico del Parque.
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Todo el conjunto de actividades son «un motivo más para hacer ver a los niños que la ciencia tiene una parte divertida», explica Quesada. Aunque no sean temas fáciles. En la mañana del 16 de julio, un grupo de los grandes estaba experimentando algo nuevo hasta para los adultos: los primeros potenciales evocados auditivos a nivel educativo. Este es un sistema que permite «saber si oyes o no oyes, independientemente de si quieres decirlo o no», resume Ángel de la Torre, el catedrático de Ingenierías Informática encargado. ¿Pero cómo explicas esto a un grupo de 8 a 12 años? Para eso están personas como Luis Leiva o Rocío Rojas, los divulgadores científicos o 'traductores de los términos difíciles'. «¿Veis esa rayita? Son sus pulsaciones», dice Leyva, que había cogido a una voluntaria para enseñar cómo funcionan los mecanismos. «No, tú cierra los ojos. No te rías. Escuchad, ¿sabéis lo que es eso? Eso es la electricidad de su cuerpo. Luz, ríete. ¿Veis? Ahora haz sentadillas. Ahora quédate quieta. Joe, hemos cogido a la tía más nerviosa del taller, tendríamos que haber cogido a Julio, que ya estaba dormido».
Esta figura «teatrera» es clave para poder desmenuzar el contenido. En la sala parecía que, más que estar aprendiendo un contenido de universitarios, estuvieran viendo un show de magia. Los más pequeños, mientras tanto, estaban en un taller de primeros auxilios. Al ser tan pequeños, no tenían el peso ni fuerza suficientes como para poder comprimir el pecho con firmeza, pero seguían queriendo ser ellos los que intentaban reanimar al muñeco y sugerir qué significan términos como RTP. «¡El boca a boca!», gritaban. «Aunque se lo pasan bien, los grandes son los que agradecen más estos talleres», asegura el enfermero del centro, Tristán Molinero. Él es otro de los muchos profesionales que recorre los pasillos constantemente: bien sea porque alguno se ha dado algún golpe o porque le ha picado una avispa.
Soraya Hernández es otra de las sombras en el entramado de actividades, siendo la encargada de montar, desmontar y apoyar las actividades de los grupos. «A mí me encanta esto, pero es verdad que voy corriendo a todas partes», confiesa. En general, desde el equipo de taquilla que te recibe, hasta el que se queda detrás de las cortinas en infraestructura, existe un personal muy extenso. «Contando solo divulgadores, en el Parque llega a haber más de 50», explica la coordinadora de atención al público, Almudena Pérez. Además, a todos ellos se le suman colaboradores de la Asociación Española Contra el Cáncer, la Universidad de Almería o la Escuela Técnica Superior ETSIIT, como son algunos de este año. «Muchas veces nuestras salas se convierten en sitios donde podemos probar y evaluar si un método de enseñanza funciona o no con ciertos temas», explica Quesada. Uno que están testando ahora es el que se incluye en 'Bebé a bordo', en el que, para explicar cómo es el proceso de gestación a los niños de 5 a 8 años, se les plantean preguntas como: «¿Qué creeis, que la barriga de la madre con el bebé está rellena de aire o de agua?», y a través de experimentos con globos y garbanzos van descubriendo la verdadera respuesta. «La ciencia ya no es un acto de fe», responde el asesor pedagógico.
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En el descanso es cuando pueden hablar de otros temas, aunque muchos de ellos siguen preguntándose por cosas que han visto dentro del museo. «A mí tres dientes se me han caído», dice uno, comparándolos con los de sus amigos al salir del taller 'Dientes para qué os quiero'. Aunque este día no fue el favorito de los niños. En el caso de los pequeños no había apenas discrepancia: el planetario y la excavación de los dinosaurios. «Pero bueno, lo que más me ha gustado ha sido la merienda», aclaró uno. Sin embargo, los más grandes tenían opiniones distintas. «A mí es que me han gustado muchas cosas», «A mí lo que más fue cuando tiramos el paracaídas por la torre», «Pero cuando se te queda encallado no mola nada», «El planetario fue mejor», «Con la que más he aprendido ha sido con la de los alimentos». Y aunque la mayoría venía con sus amigos del colegio, había unos cuantos que jugaban con naturalidad entre los que acababan de conocer. Unos que compiten corriendo, otras que quieren tener novio u otras que se juntaron porque a ambas les gusta dar «24 volteretas seguidas».
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