Dos meses en un piso de entrenamiento para preparar la vuelta a la cotidianidad de la vida
La Comunidad Terapéutica de Salud Mental Sur de Granada ofrece este recurso a los usuarios en la recta final de recibir el alta
Anabel es natural de Huétor Tájar, tiene 36 años y acaba de recibir el alta en la Comunidad Terapéutica de Salud Mental del Área Sur ... de Granada, que está en el antiguo hospital Clínico, en avenida de Madrid, y depende del nuevo. Allí ingresó en agosto del año pasado, han sido diez meses, aunque los dos últimos los ha vivido prácticamente 'independizada' en el piso de entrenamiento. Pero, ¿qué es un piso de entrenamiento?
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Pues bien, la rehabilitación que se aplica aquí atiende a todas las esferas de la vida. Es decir, lo mismo se organizan terapias de grupo que talleres lúdicos que de lavandería o de cocina. La medicación no lo es todo. De hecho, lo más importante según los que allí trabajan es que los usuarios establezcan una rutina para recuperar su autonomía y ser independientes. Por eso, les enseñan a manejarse en el metro o en autóbus y a gestionar su dinero.
Lo más importante es que los usuarios establezcan una rutina para recuperar su autonomía y ser independientes
Si se superan estos obstáculos, cabe la posibilidad de pasar al siguiente nivel: el piso de entrenamiento. Se encuentra dentro de la propia comunidad terapéutica, en concreto, sobre la sala de ocio donde cada día realizan la asamblea. Escaleras arriba, hay dos puertas. De frente, la que lleva a la zona artística, donde los usuarios guardan pinturas, lienzos y caballetes. A mano izquierda, un pequeño apartamento de dos habitaciones.
Pero Anabel ha estado sola –no se ha probado la convivencia entre usuarios–, así que a su entera disposición ha tenido un baño, una sala de estar con televisión, cocina y comedor. Nadie más que ella podía entrar aquí; si no, se corre el riesgo de perder la perspectiva. «Durante el día sí solía bajar para estar con el resto de compañeros, incluso salía a la calle a comprar y pasear, pero siempre regresaba a dormir aquí», cuenta la joven.
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Tener ese tipo de responsabilidades le abrió los ojos. Ya nada era como cuando ocupaba una cama en hospitalización, que siempre llegaba una bandeja con comida a la hora de comer y la ropa estaba lista cuando la necesitaba. En el piso, tenía que cocinarse ella misma. Y fregar los platos. Y poner lavadoras, hacerse la cama, limpiar el baño...
«Me siento independiente. Ahora tengo muchas ganas de volver a casa»
Anabel
Usuaria de la Comunidad Terapéutica de Salud Mental Sur de Granada
Anabel se sintió autónoma después de mucho tiempo. Verse capaz de sobrevivir ella sola la impulsó hacia adelante. «Me siento independiente. Ahora tengo muchas ganas de volver a casa», admitió al recibir el alta. Había recuperado autonomía. Es el efecto del piso de entrenamiento.
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