Crimen en Granada
Dos acusados por el crimen de Los Yesos reconocen haber degollado a las víctimas pero niegan la agresión sexualSus otros dos compinches alegan que colaboraron en el crimen por miedo y denuncian que abusaron de forma «asquerosa» y «aberrante» de una de las víctimas para provocar más daño
Los cuatro acusados se conocían por consumir estupefacientes en una de las casas okupas de los bajos del castillo de Castell de Ferro. Planearon asaltar ... al expadrastro de uno de ellos después de varios golpes satisfactorios. Sin embargo, el cuarto robo desembocó en un cruel doble asesinato. José, exfamiliar del acusado, y la que era por entonces su pareja, Carmen, fallecieron en su cortijo de Los Yesos en abril del año 2022. Los acusados, dos magrebíes y dos españoles, enfrentados entre sí, dividen sus defensas en dos relatos contrapuestos. Los primeros aseguran que todos participaron en el luctuoso suceso, mientras que los españoles alegan que no son responsables directos de acabar con la vida de la pareja y colaboraron en los hechos por el «miedo insuperable» tras observar la violenta conducta de sus compinches.
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En la segunda sesión del juicio con jurado celebrado en la Audiencia Provincial, han declarado los cuatro acusados. Los dos magrebíes niegan que agredieran sexualmente a su víctima. Han mantenido que desnudaron a la mujer y le tocaron los senos para que su pareja se amedrentara e hiciera entrega así todas las posesiones que tuviera de valor. A las preguntas del fiscal, han negado que el ánimo de ese ataque fuera libidinoso y, concretamente, H. ha rechazado que penetrara a la víctima. Por su parte, su paisano ha apuntado que el salón del inmueble estaba oscuro y que no recordaba bien lo sucedido.
Con la negación de la agresión sexual, los acusados tratan de sortear la prisión permanente revisable. La aplicación de este castigo, el máximo del régimen jurídico, tiene requisitos estrictos, entre ellos que el asesinato se produzca tras la comisión de un delito contra la libertad sexual. Ambos han remarcado que todos se habían puesto de acuerdo para matarl a Carmen y José, aunque los degollaran R. L. y H. «Atamos a José entre todos cuando llegó a la finca y le reclamamos el dinero entre todos», mantuvieron. Aunque la víctima insistió en que no tenía dinero, decidieron entre todos «cargarselo» tras torturarlo. Posteriormente, mataron a la mujer «para no dejar testigos». En el contexto en el que ocurrieron los hechos, rechazan que los dos españoles, de 32 y 22 años, les hubieran tenido «miedo».
Han mantenido que desnudaron a la mujer y le tocaron los senos para que su pareja se amedrentara e hiciera entrega así todas las posesiones que tuviera de valor
Los dos acusados de nacionalidad marroquí se enfrentan a una de las penas más duras que de la historial judicial de Granada: el fiscal reclama para ellos la prisión permanente y 60 años más de presidio por las dos muertes, agresión sexual y torturas, entre otros delitos. Para los otros dos encartados, el ministerio fiscal pide 62 años de presidio, pero sin la reclusión permanente, que es el castigo más severo que se puede aplicar en España.
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El traslado de los cuerpos hasta el barranco en el que los arrojaron y la limpieza del escenario del crimen participaron los cuatro. El botín del golpe fallido fueron 100 euros, comida, algunos electrodomésticos, ropa de las víctimas y varios décimos de lotería. Los españoles alegan que cualquier atisbo de colaboración en los hechos fue por miedo y que no participaron en el reparto de las ganancias. «Solo queríamos salir de ahí», remarcaron en el juicio.
«Alá es grande»
D., uno de los acusados españoles, declaró que habían acordado que asaltarían el cortijo de José. El día del suceso recibió el aviso por parte de C., exhijastro de la víctima, quedaron en un punto del pueblo vestidos todos de negro y un amigo de los marroquíes les dejó cerca de la finca. «Esperábamos llevarnos 50.000 euros y 80 kilos de marihuana porque este hombre traficaba con droga», manifestó el acusado, que solo ha respondido a preguntas del fiscal, de su abogado y el abogado del otro español implicado.
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«Lo metieron a rastras cuando llegó al cortijo y se le cayeron los pantalones por el camino. Estaba aterrado y pidió que lo mataran ya. Estaba harto de los robos», ha afirmado. El acusado destacó que colaboraron tras las actitudes violentas de los marroquíes, que llevaron machetes y pistolas al asalto.
De acuerdo con su versión, R. lideraba la operación y H. se encargaba de vigilarlos y les inducía a colaborar. El individuo ha declarado que abusaron sexualmente de la víctima. «Son unos asquerosos, hicieron algo aberrante. El hombre llevaba dos horas diciendo que no tenía dinero. Lo hicieron con ánimo sexual para hacer daño psicológico a las víctimas», ha apuntado. Ante este extremo, el acusado ha señalado que trató de paralizar la agresión y espetó a sus compinches que no era necesario. «No era necesario. Yo solo quería dinero para mantener a mi familia», añade.
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En el momento en el que se acabó con la vida de José, asegura que tanto él como C. se encontraban fuera del inmueble. C. se acunaba compungido en el interior de la furgoneta mientras ambos escuchaban los alaridos . «R. gritó Alá es grande dos veces», indicó. Según su versión de los hechos, uno de los compinches les aseveró que entraran de nuevo en el inmueble. «Nos dijo que teníamos que hacernos hombres porque éramos unos cobardes», argumenta. Posteriormente, tuvo lugar el asesinato de la segunda víctima.
Contradicciones en los testimonios
De acuerdo con los dos españoles, sus colaboradores en el atraco les requisaron los teléfonos móviles y no podían pedir ayuda. Tampoco reunieron el valor para escapar de la finca. El traslado de los cuerpos hasta el barranco en el que los arrojaron y la limpieza del escenario del crimen participaron los cuatro, aunque los españoles alegan que cualquier atisbo de colaboración en los hechos fue por miedo. «En ningún momento se planeó o se hizo entre todos. Nos amenazaban con machetes y pistolas», reiteraron. «Nos amenazaron y nos dijeron que acabaríamos como José», insisten.
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Uno de ellos se sintió amenazado y temió por la vida de su familia. Incidió en que incluso uno de los marroquíes dio «machetazos» en una silla a su lado y le llegó a poner «dos veces» una pistola en la cabeza. «Si no hacéis esto ustedes vais por el mismo camino», fue el mensaje que ha señalado que recibió para explicar su supuesta participación en los hechos.
Por su parte, C. rechazó en el juicio que el fuera el informante sobre la actividad de su expadrastro, que ayudaba además económicamente a su madre. Un extremo que contradicen el resto de acusados. De igual modo, ha exculpado al otro español de una de las presuntas estafas que cometieron contra la víctima. Este testimonio difiere de los prestados anteriormente. Algunas defensas en el estrado no pudieron ocultar su fastidio. Tampoco el jurado, que remitió preguntas al juez para tratar de aclarar detalles de los hechos.
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Hasta el magistrado que preside la sección, Juan Carlos, evidenció «el enfrentamiento manifiesto entre los acusados». Como las cuatro declaraciones presentaban contradicciones con las efectuadas anteriormente en sede policial y judicial, se han incorporado estos testimonios a la causa para que el jurado tenga acceso a ellos.
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