Doce horas de viaje en los que se acabó la comida y reinó la confusión: «La gente estaba muy cabreada»

Una de ellas fue Elisa Álvarez, directora de operaciones de la Suffolk University de Madrid. El jueves viajó a Granada con un grupo de 100 estudiantes americanos a los que está mostrando las bondades de nuestro país. No era la primera vez que estaba en Granada. «Tengo familia allí y me encanta», apunta Elisa.

El domingo estaba prevista la vuelta a casa. Cogieron el AVE de las tres de la tarde. Su salida se retrasó, pero apenas 15 minutos. Los problemas surgieron un poco más adelante. La primera parada, obligada, fue en Puente Genil. Allí estuvieron «como una hora». El tren comenzó a moverese pero, poco después, aún en la provincia de Córdoba, se volvió a parar. Estaban «en un lugar que no sé identificar. Una estación vacía en Córdoba». Allí, relata Elisa, les ofrecieron a los pasajeros la posibilidad de bajarse del tren y buscar otro medio para llegar a Madrid, ya que el temporal estaba complicando mucho el tráfico por tren. Pero «en un lugar que no sabíamos ni dónde estábamos, en una estación vacía, ¿quién se iba a bajar?», aclara esta usuaria.

El tren regresó a Puente Genil y allí continuó parado un buen rato, ante la incertidumbre y el nerviosismo del pasaje. Tiempo después volvió a avanzar hacia adelante y logró salir de Andalucía, pero en Mora (Toledo) se volvió a parar. Desde Renfe, a través de sus trabajadores, la información era «escasa y confusa». Reconoce que «el revisor estaba estresadísimo», cuenta esta pasajera. «Nos dijeron que la estación de Atocha estaba inundada, luego que no...». Realmente no sabían si llegarían a su destino.

Al final, el AVE que salió de Granada a las tres y cuarto de la tarde llegó a su destino en Madrid a las tres de la madrugada.

Elisa cuenta que durante esas doce horas de odisea la gente lo llevó como pudo. Los jóvenes estudiantes con los que viajaba «pusieron música y se dedicaron a bailar». Otros usuarios, la mayoría de un tren que iba «bastante lleno», no se lo tomaron con tanta filosofía. Para colmo, «la comida se acabó» y se tuvieron que conformar con el agua que les ofrecieron desde Renfe.

«Todo fue muy confuso. La gente estaba bastante cabreada, sobre todo por la falta de información«, apunta esta viajera, que entiende que, dadas las circunstancias, «el viaje se tenía que haber cancelado o habernos dejado en una estación importante en la que pudiéramos encontrar una alternativa segura para viajar a Madrid».

Aún no sabe si le corresponderá alguna indemnización por el retraso. Lo estudiará en los próximos días. Al menos le queda el buen recuerdo de su viaje a Granada. «Lo hemos pasado muy bien».