Diversidad, superación y visibilidad: un teatro inclusivo al alcance de todos

Compañerismo, responsabilidad, trabajo, esfuerzo constante, creatividad y concentración son algunos de los aspectos que destacan los jóvenes que conforman la asociación granadina Superar-T. Elementos que hacen que estos chicos con diversidad funcional quieran volver todos los jueves por la tarde y el tercer sábado de cada mes a aprender con esta escuela de teatro y danza inclusiva en la que muchos llevan desde sus inicios, en 2008. «Venimos desde septiembre hasta finales de junio y trabajamos desde el movimiento auténtico, la escucha activa y los valores», manifiesta Mercedes Abellán, actriz y directora artística.

Lo que buscan con la pieza de teatro físico contemporáneo 'Caída libre' es «llegar a la gente, al alma». «El concepto es venir a superarse, a aprender, a trabajar. Siempre les digo de broma que esto no es una guardería ni venimos a matar el tiempo, venimos a sacar nuestra mejor capacidad creativa», explica Abellán, quien subraya la importancia de los cuerpos, de mostrarlos tal y como son y de dejar que sean estos los que hablen, por lo que la improvisación es una parte muy importante del proceso artístico.

El inicio de la 'performance' lo marca el sonido del cajón flamenco. Los cuerpos se mueven al compás de las manos de Antonio, sentado sobre el instrumento en mitad de la pista. Esta es la parte favorita de muchos. Otros se decantan por la ofrenda de los zapatos a Jose y la simbología que contiene: el caminar por la vida, transitar, en muchos casos, de una manera distinta a como se hizo en un pasado, y lo que implica esa lucha. «Así damos pie a todo tipo de personas, porque las botas son un ejemplo de que hay gente que puede andar, otra que no y de que hay muchas maneras distintas de hacerlo», indica Nono, uno de los alumnos.

Los cuerpos se expresan libremente por la pista, se contonean, se dilatan hasta límites que, para algunos, meses o años antes podía ser inimaginable. Se miran, hacen de espejo con otro compañero y sienten los versos de Loreto Sesma por las venas. Esos mismos que hablan del dolor, de la ausencia, de la ayuda, de los cuerpos caídos, de la derrota, de volver a caer para después levantarse y, en definitiva, de la importancia de no desistir en un mundo que en ocasiones puede hacer heridas.

Pero después de la tempestad llega la calma. Una música muy pegadiza comienza a sonar y los cuerpos de los muchachos se dejan llevar. De la emoción se pasa a la alegría y aquellos cuerpos que se expresaban desde lo más profundo se relajan y dejan fluir todo el júbilo que tenían guardado. Y el resto, el público, sale de esa vorágine en la que estaba envuelto y se ve arrastrado por esa corriente de gozo y diversión que transmiten los chicos en la sala de ensayos.

«Queremos que vean el trabajo que hay detrás y que ellos lo sientan como lo sentimos nosotros cuando nos subimos al escenario», manifiesta Laura, una de las alumnas, en el espacio cedido por CajaGranada Fundación. Antonio, compañero, espera que el público «se emocione» y la obra sirva para hacer que ellos sean cada vez «más visibles». «El arte mueve montañas y está por encima de cualquier cosa», subraya.

El espectáculo, dirigido y coordinado por Mercedes Abellán con la ayuda de Paco Medina y Cristina Graos, se llevará a cabo el 7 de junio en la Sala de Exposiciones del Centro Cultural CajaGranada a las 20.30 horas, organizado dentro de las IV Jornadas de Artes Escénicas en la Diversidad, Danza, Teatro y Circo, que tendrá lugar durante ese fin de semana en Avenida de la Ciencia, 2. La entrada es gratuita hasta completar aforo.