Tranquilidad. Juan Madrid posa para IDEAL en la plaza del viejo Ayuntamiento de Salobreña. Javier Martín

«Me dije, 'aquí voy a poder escribir'»

Este es mi pueblo | Salobreña ·

Juan Madrid, uno de los máximos exponentes de la novela negra en español, vive en Salobreña, «un lugar mágico» donde ha escrito media docena de libros

Jueves, 22 de julio 2021, 23:05

Juan Madrid (Málaga, 1947) empieza a explicar porqué lleva más de una década afincado en Salobreña cuando un sonido le interrumpe. Entonces guarda silencio, mira ... al periodista y apunta al cielo con un dedo profesoral que lo dice todo. Es el tañido de una campana el que suspende en el aire la explicación del novelista, del periodista, del guionista, del cineasta que, de pronto, hace un amago de rendición ante la rotundidad de esa campana que todo lo resume.

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«Yo tenía una casa en Nerja, pero aquello se estaba convirtiendo en Marbella. Antonio Álvarez Solís, antiguo director de Interviú, me invitó a pasar un día en Salobreña y me encontré un pueblo que, comparado con el otro, parecía estar en la Edad Media», relata con voz pausada pero a borbotones.

«Descubrí un lugar mágico lleno de casitas pequeñas, con calles laberínticas, una densidad de población altísima y una clara conformación de pueblo árabe. Me enamoré de su tranquilidad y me dije 'aquí voy a poder escribir'. Y efectivamente, me puse a escribir, escribir y escribir. Hay quien me dice 'es usted muy fecundo' y yo digo que no, que es el pueblo, este silencio y esta tranquilidad la que me permite escribir. Yo digo que le he puesto a los libros una casa».

Salobreña le ha dado ya siete un ocho libros a Juan Madrid y la cuenta sigue. El último se titula 'Gloria bendita' y Salobreña no tarda en aparecer en sus páginas. En concreto, lo hace en la primera frase. «Soy un escritor realista y lo llevo a gala. La novela para mí tiene que parecer verdad, como intentaba un tal Miguel de Cervantes. Me gusta que mis relatos parezcan reales», justifica. Madrid es uno de los máximos exponentes de la novela negra española y vive desde 2008 en Salobreña, donde le gusta ver y dejarse ver.

En la bóveda. JAVIER MARTÍN

No hace vida de anacoreta –«me joden bastante»– sino que camina, lee y conoce a todo el mundo. «Con la pandemia he hecho menos vida social pero aproveché para escribir una novela. Tenía que fingir que estaba jodido pero para mis adentros decía 'me lo paso de puta madre aquí escribiendo, mejor que nunca'. Tengo libros de sobra para leer, una azotea enorme…».

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Cuesta poco sacarle al escritor las razones para haber convertido a Salobreña en su lugar de residencia después de haber vivido en Nerja, en Buenos Aires y, sobre todo, en Madrid. «Irme de Malasaña fue un cambio muy grande. También era un pueblo a su manera, con tiendas, librerías, artesanos… era feliz y tenía sentido de barrio pero eso se fue perdiendo. Había droga, pero yo entonces era periodista y trabajaba muy bien en ese ambiente», evoca antes de regresar a Salobreña.

«La maravilla del pueblo es la tranquilidad. No echo de menos la ciudad, pero tampoco hago elogio de la aldea ni menosprecio de la corte, ojo. Es un asunto vital. Aquí no habría podido estar con 20-25 años... aunque creo que ya me quedaré para siempre», concluye.

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