Tempestades de acero

Este conflicto que desgarró la vieja Europa pasa por los ojos de los lectores de hoy a través de una obra, la del oficial alemán Ernst Jünger, que logra construir una imagen realista de cómo se vivió entonces. El aire jovial y despreocupado de las semanas previas al asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria llega claramente hasta nosotros con la prosa del oficial alemán, viva, contundente, nada artificial.

Sin embargo, el atentado de Sarajevo que empujará a la guerra a todos trastoca cada segmento de la sociedad y alcanza también a Jünger, que se alistará voluntariamente para combatir al enemigo. Su obra narra, desde la óptica del bando perdedor, los terribles momentos de la refriega y cómo el soldado lucha desde el honor y por el honor. Marchas, batallas, asaltos aparecen descritos de una forma épica, pero real en la que la sangre eleva al soldado a la categoría de héroe sin perder la cuestión humana, el olor a podredumbre, la realidad de la muerte.

La historia de la novela no ha ayudado a que la evidente calidad del retrato ofrecido por Jünger se mantuviera en décadas pasadas. No en vano, el libro fue glorificado por Goebbels, ministro del gobierno nazi de Adolf Hitler. Por si fuera poco, el autor reescribió hasta en 7 ocasiones la obra en las décadas siguientes, adaptándola a las necesidades de una Alemania combatiente en la Segunda Guerra Mundial o borrando las huellas más sangrietas del combate en alguna de las realizadas en la sociedad de la posguerra.

Más allá de esta cuestión, 'Tempestades de acero' es un libro certero y acertado para comprender cómo se vivió el primer conflicto mundial en las filas alemanas. Un título perfecto para celebrar el centenario de la guerra que se cumplió ayer.