Miguel Poveda se hace granadino
El cantaor barcelonés rinde un sentido homenaje a Federico García Lorca y a Enrique Morente
JORGE FERNÁNDEZ BUSTOS
Sábado, 9 de julio 2016, 02:09
Con los Jardines del Generalife abarrotados, Miguel Poveda, el cantaor más en forma del panorama actual, nos ofrece un concierto en extremo coherente con su ... trayectoria y con las circunstancias. Poveda se hace más granadino que las pitas del Sacromonte y une indisolublemente en la ciudad de Granada, a Lorca, en el 80 aniversario de su muerte, y a Morente, dos de los hijos más queridos de la ciudad, puntales imprescindibles en la historia del flamenco («Granada, patrimonio del universo», llegó a decir). Pero, a la vez, tiende un hilo sustancial entre la poesía, el cante flamenco y la canción andaluza.
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El cuadro, que le acompaña desde antiguo, es de excepción: Joan Albert Amargós, al piano; Chicuelo, a la guitarra; Antonio Coronel, a la batería; Paquito González, a la percusión; y Carlos Grilo, Londro y Diego Fuertes, al compás y a los coros.
La primera incursión de la velada es 'A Morente', un compuesto de fandango, muy melódico, 'Contando los eslabones', y de bulerías, que se apoyan en 'La aurora de Nueva York' y terminan 'tambaleándose'. La esfericidad del conjunto es sobresaliente y muy cuidada. Su voz portentosa.
En medio camino entre la copla y el flamenco se hace evidente en el poema 'Romance de la dulce queja', incluido en el disco de 2015 'Poemas y sonetos para la libertad', con el que comenzará su acercamiento lorquiano. Continuará, de igual forma íntima y sentida, con 'Voz secreta del amor oscuro', por rumbas, y 'El poeta pide a su amor que le escriba'.
Canciones populares
Seguidamente ofrecerá un agradecido popurrí de las canciones populares que Lorca grabara junto a la Argentinita. Recorrido lorquiano que acabará con otro romance: 'Aquel rubio de Albacete', a palo seco, reivindicando el amor libre. Estremecedor.
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El ecuador lo marca un solo de guitarra de Chicuelo, antes de pasar el testigo a Paco Jarana y acordarse de Morente con 'Asesinato' al que se le suman unas granaínas y abandolaos de la tierra, ilustrados por Eva Yerbabuena con cola turquesa.
Los tientos tangos son también de Granada, del Camino y de Morente. Aunque antes también tienen lugar unas cantiñas y unas bulerías de Cádiz, donde hace un guiño a Camarón de la Isla y a Chano Lobato.
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Un solo de piano del maestro Amargós anuncia el final. 'La niña del Albaicín', de León y Quiroga, con su aire de tanguillo, da paso al cierre de la noche. 'Enrique y Granada' es una fiesta, con abundante batería. es la adaptación por fiesta de unos versos que Joaquín Sabina dedicó al Ronco del Albaicín.
Finaliza presentando a su cuadro con ritmo de fondo a la manera de Morente.
El buen talante y la generosidad del cantaor catalán terminan con un generoso bis por bamberas, donde se acuerda de 'La leyenda del tiempo' de Camarón.
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