Jaroussky extrae la sutileza del Barroco
El gran contratenor italiano roza lo sublime en el Palacio Carlos V junto al grupo Ensemble Artaserse
JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL
Sábado, 2 de julio 2016, 01:52
La música barroca ha ido imponiéndose a lo largo del tiempo superando una serie de actitudes que no han tenido los habituales a las salas ... de concierto que preferían durante mucho tiempo todo el repertorio romántico, e incluso buena parte del siglo XX que también ha sido recibido con entusiasmo por muchos aficionados. Los siglos anteriores eran degustados por los que de verdad viven y sienten la música, por los que no forman compartimentos estancos sino que tienen presente la formidable evolución que siempre ha presentado la música, como ocurre con otras artes y con otras manifestaciones de la cultura, como bien pudiera ser la literatura.
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A finales del siglo pasado muchos descubrieron las maravillas del barroco musical. Me estoy refiriendo a algunos aficionados porque el buen aficionado, el músico siempre ha tenido bien presente la importancia trascendental del barroco en esa evolución a la que antes me he referido. Muchos han aquilatado demasiado y se han centrado solamente en el barroco alemán que, por supuesto, es excelente, pero sin tener que desdeñar las manifestaciones musicales barrocas de otros países. Y entre ellos destaca, siempre ha destacado, con luz propia, con fuerza tremenda Italia, como país eminentemente musical. No voy a hablar ahora de España, pero también tiene aportaciones trascendentales al esplendor del barroco.
Y he escrito lo de Italia porque anoche, en el Palacio de Carlos V hubo presencia italiana en el recital ofrecido por el contratenor Philippe Jaroussky. Los mejores representantes musicales del siglo XVII en la Italia más culta, más refinada y artística. Los nombres que están vinculados por cercanía al nacimiento de la ópera, a las sesiones de la camerata Bardi, a las elucubraciones filosóficas y estilísticas que dan paso a un florecimiento de la música y de la palabra, hasta llegar al nacimiento y desarrollo del gran fenómeno operístico.
Naturalidad
Con el programa elegido por Jaroussky, ya la ópera no es ese balbuceo inicial, sino que está adquiriendo fuerza de naturaleza. Venecia, Roma y, por supuesto, Florencia constituyen una tríada importante en el desarrollo de este gran fenómeno musical. Sin olvidar otras ciudades-estado de la Italia del XVII. Jaroussky se centró en nombres tan significativos e importantes como Cesti, Cavalli, Rossi, Pandolfi Mealli, Uccellini, Legrenzi, Frescobaldi, Steffani y el gran Monteverdi.
Philippe Jaroussky es el gran contratenor, la figura indiscutible en esta modalidad. Es admirado en todos los escenarios que actúa, es respetado y sus actuaciones se cuentan por éxitos indiscutibles. Para ello cuenta con una hermosísima voz, una voz rica en matices, bien timbrada, de una gran dulzura, muy lejos de algunos de esos contratenores que andan forzados en todo momento y que desprenden cierto aroma de poco natural. Frente a éstos Jaroussky posee la legitimidad de lo auténtico. Su voz es pura, y sabe utilizarla con una especial sabiduría. Nunca forzada, nunca antinatural, sino que parece fluir como una prolongación de sí mismo, ofreciendo esa cara, esa vertiente de artista auténtico, sin la menor mixtificación.
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Cantó formidablemente bien Philippe Jaroussky. Conquistó con toda legitimidad al público granadino que asistía entusiasta a la lección de canto que nos ha dado este excelente contratenor. Su tesitura es amplia, hermosa, proclive a la coloratura, limpia en las agilidades, plena siempre y con una excepcional musicalidad. Desde el primer momento tuvimos bien claro que íbamos a asistir a un importante recital, a un acontecimiento artístico de primer orden.
Todo el programa estuvo lleno de equilibrio, en una clara apuesta por la belleza, por la excelencia, en una clara apuesta por la calidad indiscutible. Sin concesiones, con una interpretación que entra de lleno en lo más puro y auténtico. Todo el recital estuvo presidido por esa idea de la excelencia que ya he citado anteriormente, pero si tuviéramos que destacar algún momento, este modesto cronista se quedaría, sin la menor vacilación, por el recitativo y aria de Anfione de Niobe, Regina di Tebe. En ella pienso que Jaroussky rozó lo sublime. Y que luego vengan algunos diciendo sin rubor que en el Barroco no hay sutileza, no hay sentimiento. Una actuación memorable, correspondiendo ampliamente a las esperanzas que el público, que por cierto llenaba por completo el Palacio de Carlos V, había depositado en este recital.
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No seríamos justos si no destacáramos, y mucho, la perfecta y formidable actuación del grupo Ensemble Artaserse, con instrumentos de la organología barroca y que ha sido decisivo en el triunfo del contratenor y en el triunfo de la música, de lo barroco en la agobiantemente calurosa noche del viernes. Los fragmentos instrumentales tuvieron brillantez y la tarea de acompañamiento la realizaron a la perfección. No puedo ni debo silenciar la espectacular aportación que hizo el violinista Alessandro Tampieri, en todo momento pero sobre todo en la Sonata para violín de Pandolfi Mealli, realmente espectacular.
En definitiva, una noche inolvidable para los que aman la música del Barroco, que es tanto como decir que aman la música.
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