Julián Maeso llenó el Parque Lorca durante su actuación en el FEX.

Julián Maeso nos llegó en formación estelar y bajo la luz de las estrellas

Su música sigue invitando el calor humano y los vapores del baile más desenfrenado

JUAN JESÚS GARCÍA

Domingo, 28 de junio 2015, 01:57

El FEX recoge cada fin de temporada algunos de los mejores conciertos que ya han venido por la ciudad en los meses anteriores mediante las ... giras de la AIE, casi siempre sacándolos del entorno de Club donde los músicos invernan: del Booga al FEX. Es el caso del toledano Julián Maeso, que nos llegó en formación estelar y bajo la luz de las estrellas. Pero a pesar de contar con el aire fresco y el calor natural, su música sigue invitando el calor humano y los vapores del baile más desenfrenado. En esto Maeso es un maestro y monta la 'boite' allá donde va: anoche en Granada y mañana en el País Vasco, y en unas semanas cruzando Alemania, siempre arrastrando su poderoso Hammond con el preceptivo tembloroso Leslie. Al Paseo de la Huerta trajo su banda habitual sin refuerzo ni coros (el bajista Paco Cerezo, Gonzalo Maestro tras la batería y Pere Mallén en la guitarra solista) y ya rodado su segundo trabajo como solista, 'One Way Ticket to Saturn'. Otra grabación enorme, más pequeña que 'Dreams are gone' eso sí, pero sólo porque es sencillo y no doble como el anterior.

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Como siempre suele hacer empezó a medio gas para ir cogiendo groove según el concierto iba adelantando y según -es lo habitual en sus presentaciones- el público va prescindiendo del acomodo en la sillas y se incorpora a la pista, sea real o imaginaria. El potente sonido de la banda, con una cohesión digna de grupo de otras décadas no deja alternativa, y esa mezcla tan 'seventies' entre rock Costa Oeste espesado con el engrudo del órgano y aliño country, folk, blues, soul, jazz y hasta disco. resulta irremediablemente embriagador.

Alternó teclado con guitarras, y estas tanto eléctricas como, ya en los bies, la acústica, para rematar la noche con un blues en crudo a la altura de cualquier cruce de caminos de Nueva Orleans. No es lo mismo, pero seguro que en el gigantesco embotellamiento de Despeñaperros estos días tiene tiempo de intercambiar algo por algo, si bien de 'feeling' va ya tan sobrado que el maligno tendrá que aumentar su oferta.

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