«Nos trataron como a un saco de boxeo, recibí golpes hasta del paciente»
Uno de los sanitarios agredidos por más de 30 personas de un clan cuenta cómo fue la brutal paliza y pide más vigilancia para que no se repita
Lo que parecía una guardia normal se convirtió en una auténtica pesadilla para cuatro profesionales del hospital Santa Ana de Motril que sufrieron una paliza ... a manos de un clan de la ciudad. Más de 30 personas la emprendieron a golpes y acorralaron a dos vigilantes, una celadora y un enfermero en la madrugada del martes. Si tres contra uno parece un número desajustado, estos empleados recibieron golpes de hasta 9 personas distintas.
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«Nos trataron como si fuéramos basura, un saco de boxeo. Recibimos golpes hasta de la persona a quien íbamos a ayudar. No hay derecho», lamenta el enfermero agredido. «Lo que recuerdo son puñetazos por todos lados. Estábamos arrinconados y nos golpearon. Me acorralaron entre ocho y nueve personas. No pararon de dar puñetazos», resume.
Todo comenzó a las una de la madrugada del pasado martes. «Vino una familia conocida y numerosa de Motril porque una de ellas se puso mala. Trajeron a la mujer a las Urgencias, se le atendió rápido y algunos familiares entraron para verla. Vieron que estaba atendida y que se encontraba bien, pero en un determinado momento, un chico joven de la familia que esperaba fuera se mareó y nos gritaron que necesitaban un médico», cuenta el afectado. «Tardamos cinco segundos en estar ahí, pero en esos cinco segundos pasaron de pedirnos ayuda a gritarnos: Hijos de puta». El ambiente se empezó a caldear con los familiares de los pacientes. Con esfuerzo, los profesionales consiguieron coger al chico para meterlo dentro del centro hospitalario. «Estaban todos echados encima de él, abrazándolo y cuando estábamos cruzando la puerta de Urgencias la familia entera, que eran entre 30 y 40 personas, quisieron entrar dentro, pero el compañero de seguridad les advirtió con educación que no podía entrar todos. Sin mediar palabra, uno de los familiares le dio un puñetazo en la cara y a continuación lo que recuerdo son puñetazos por todos lados», recuerda el enfermero agredido.
«Estabamos arrinconados y nos golpearon. Me acorralaron entre ocho y nueve personas y no pararon. A uno de seguridad le reventaron la boca y el otro se quedó mareado por un golpe en la cabeza», añade. El enfermero, arrinconado y a punto de caerse al suelo, tuvo ayuda. Una de sus compañeras acudió en su auxilio. «A la celadora, que fue la primera agredida porque salió la primera para pasar al chico a una silla de ruedas, le golpearon en el pecho. Cuando vio que me arrinconaban, me cogió junto a otra compañera por el cuello y por la ropa para sacarme de allí. Hicieron fuerza porque si no me matan, si hubiera caído al suelo quizás no lo cuento. Fue de película. Rápido y en cuestión de segundos», destaca.
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Afortunadamente, otros compañeros del hospital llamaron a la Policía y dieron la voz de alarma. «Nuestros compañeros empezaron a gritar que la Policía venía de camino. Nos soltaron y salieron todos corriendo. En tres minutos se habían ido en sus coches. Cuando llegaron los agentes, no había nadie, pero por suerte cogieron los datos de la familiar que estaba ingresada y están investigando para ver quién de los suyos ha sido», señala.
Tres de los cuatro agredidos han presentado denuncia, pero uno de ellos tiene tanto miedo que no se atreve. Los presuntos agresores pertenecen a una familia «conflictiva» que no es la primera vez que protagoniza un altercado así con los sanitarios. «La cabeza no para de darme vueltas y me pregunto qué hubiera pasado si hubieran querido llegar a más. podrían haber sacado navajas y me preocupa que vuelvan al hospital a por nosotros. Uno de ellos nos amenazó de muerte y nos dijo que volvería con una escopeta», lamenta con la voz temblorosa el sanitario.
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El enfermero hace solo cinco años que trabaja como sanitario, pero se ha acostumbrado a las agresiones verbales. Esta es la primera vez que llegan a las manos con él. «Es parte del día a día recibir agresiones verbales, cada vez es más frecuente.Esta es la primera vez que me han pegado. Jamás había visto ese nivel de agresividad .Raro es el día que no te amenacen o te insulten, nos sentimos vendidos», denuncia. «Me golpeó hasta el familiar que se mareó y que fui a atender», dice con impotencia.
Las heridas que no se ven
Los agredidos esperan que el hospital «denuncie y se llegue todo lo lejos que se pueda para que la gente vea que no es tan fácil venir a pegarnos y hacernos pasar miedo en nuestro trabajo e irse de rositas». El Sindicato Independiente de Celadores, Personal de Gestión y Servicios (SIC-PGSA-USO) reclama al centro sanitario un refuerzo en vigilancia. Solo hay dos vigilantes de seguridad por las noches y los profesionales no se sienten protegidos. Además, piden a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado que aumenten su presencia por las inmediaciones del Santa Ana para persuadir a los pacientes conflictivos o que por lo menos se lo piensen dos veces antes de levantar la mano.
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El enfermero, que no se ha dado de baja, se reincorporará pronto a su puesto. Sin embargo, otra de las personas que sufrió la agresión ha sufrido un ataque de pánico. Un celador, compañero de la celadora agredida, explica que es la segunda agresión que se produce en el hospital en lo que va de año y que la celadora supera ahora mismo un episodio de ansiedad. «Está muy afectada. Cierra los ojos y ve a esa marabunta en busca de ella. Tiene miedo de que se hayan quedado con su cara. Pedimos, por favor, que respeten nuestro trabajo. Estamos para ayudar a cuidar de sus seres queridos», sentencia.
Este medio se ha puesto en contacto con el centro, que ha condenado enérgicamente los actos, para saber si se aumentará la vigilancia en el centro o se tomarán más medidas, sin haber obtenido todavía respuesta.
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