Esteban y Basilio en la finca de pitaya. M.J.A.

La pitaya se afianza en la Costa como un nuevo cultivo rentable

Los agricultores de Molvízar destacan la buena adaptación al terreno de la fruta exótica

MJ Arrebola

Granada

Viernes, 18 de julio 2025, 23:24

En los bancales soleados de Molvízar, los agricultores no paran de moverse. En estos meses de verano, los campos están a pleno rendimiento: aguacates, mangos ... y desde hace un tiempo, también pitaya, la fruta del dragón, que ha pasado de ser «una rareza» a una opción para pequeños productores de la Costa.

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Se trata de una fruta que antes no se veía en la Costa y que ahora, sin embargo, se está ganando un hueco entre los productores que apuestan por plantaciones nuevas. Su apariencia rosa llama la atención de los curiosos que la empiezan a consumir.

Basilio Gómez, vecino de Molvízar es uno de esos agricultores atrevidos que ha decidido invertir en crear dos fincas de pitaya: «Este año está produciendo bastante bien», dice quien lleva toda la vida trabajando la tierra y ha visto cómo esta fruta exótica va ganando terreno.

Basilio además tiene terrenos con varios cultivos: aguacate, chirimoyo y pitaya y asegura que este año la temporada avanza igual de bien que la pasada. «Desde hace unos años la estamos plantando, porque va bien con este clima. Es una planta que aguanta el calor, no pide tanta agua como el aguacate, y además se vende bien si se saca buena», señala.

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Aunque su finca no es grande, su producción no está nada mal: más de seis kilos de fruta por metro cuadrado.

Según explica, a nivel general, el año pasado algunas cooperativas llegaron a recoger más de 10.000 kilos de esta fruta solo en la zona.

Pero no todo es color de rosa. Como pasa con muchas frutas, el precio de la pitaya baila según cómo venga la campaña, el calibre del fruto, el almacén al que se lleve y otros tantos detalles. «Me pagaron el kilo a 3,17 euros el año pasado, pero hay quien la vendió por menos de 2. Es la pelea de siempre», dice.

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El problema es que no hay un precio fijo. Hay que negociar con cada almacén y la calidad del fruto —los famosos «grados» y «calibres»— lo cambian todo. En general, la media se mueve entre los 2 y los 4 euros por kilo, señala.

Otro agricultor de la zona, Esteban Romero, también cultiva esta fruta, aunque de momento solo en una finca. «Yo ya he recogido unos 3.000 kilos este año, pero la campaña fuerte empieza ahora», comenta. Esteban cultiva de todo un poco: aguacates, mangos, tomates de diferentes tipos y pepino holandés..

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Una fruta delicada

La pitaya tiene todas las papeletas de ser una de esas frutas que llegan para quedarse.

Según cuentan los agricultores, se cultiva de una manera fácil. Se planta por esqueje, que es un trozo de la propia planta, un tallo largo, que se corta, se deja secar unos días para que no se pudra y luego lo metes en tierra. «Lo puedes hacer cuando empieza el calor, por primavera, abril o mayo. En verano también, pero mejor antes de que apriete mucho el sol».

Se trata de un cactus trepador, al que hay que ponerle un poste, normalmente de cemento o madera, para que suba y se apoye. «Si la dejas en el suelo, se enreda y da menos fruta. Es como un árbol que hay que guiarlo desde el principio. Nosotros tenemos filas, cuando crece se va cortando y atando», señalan.

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Este tipo de fruta quiere agua, pero poca y bien repartida. «En verano se riega más, claro, pero sin pasarte. En invierno, casi nada. Nosotros, por ejemplo, en diciembre y enero, si llueve un poco, no la tocamos».

La pitaya madura en verano, sobre todo entre julio y septiembre. Algunas dan hasta octubre, si el tiempo aguanta. El fruto cambia de color cuando está maduro, se pone rosa fuerte o amarillo, según la variedad, y las escamas de la piel se empiezan a secar un poquito. «Ahí es cuando hay que recogerla», explican.

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Basilio también comercializa las plantas de esta fruta a otros agricultores. «Nosotros seguimos apostando por la pitaya. Tiene su trabajo, como todo, pero aquí en la Costa Tropical está funcionando. Cada vez hay más gente que la planta, y no solo en fincas grandes. Con un huerto pequeño también puedes sacar una buena cosecha si la trabajas bien».

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