Noche de Miércoles Santo: emociones y recuerdos a tropel
La jornada ha dejado una herida abierta muy reciente en los hermanos del Cristo de la Salud y Nuestra Señora del Mayor Consuelo
Mará Escámez
Miércoles, 16 de abril 2025, 20:27
El Miércoles Santo motrileño se ha quedado huérfano de uno de sus iconos, de una mujer que se alzó como institución dentro del mundo cofrade ... motrileño y a la que nunca le faltó, dibujado en su rostro, una sonrisa personificada de bondad y pureza. La trágica pérdida de María José López, popularmente conocida como Chiqui, el pasado Sábado de Pasión, aún parece ser incierta. Estos días, la Semana Santa motrileña mira con incredulidad la actualidad. Horas después, en la madrugada del Lunes Santo, fallecía el bombero Ángel Martín, vinculado estrechamente a la Cofradía de la Humildad y Victoria. Parecía que estaba esperando el regreso de su Señor para irse con él. Solo por ellos merece la pena que exista la Semana Santa en Motril.
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Por eso, este Miércoles Santo ha dejado una herida abierta muy reciente en los hermanos del Cristo de la Salud y Nuestra Señora del Mayor Consuelo. Chiqui tendría que haber tocado a la puerta de la Iglesia de la Victoria, como hizo tantos años atrás, para poner en la calle a la cofradía de sus desvelos y amores. Esa «niña» nunca dejará de anunciar esa hora, cuando cada vez esté más cerca el instante de la plegaria y el rezo a una de las imágenes que causa más fervor y devoción entre los motrileños.
En este sentido, nada pareció cambiar en la tarde y madrugada del Miércoles Santo. Fue una noche de lágrimas y emociones contenidas, como cuando el dolor te reta a seguir adelante sin ninguna otra opción válida. Solo seguir adelante, en penitencia, como las largas filas de devotos que acompañaron durante todo el recorrido al Señor de la Salud y a la Virgen del Consuelo, con el recuerdo eterno de las personas que amamos, pese a esa tristeza infinita que cabía en la mirada de cualquier hermano de esta corporación nazarena.
Ya bien entrada la medianoche, el Señor del Gran Poder hizo lo propio en una abarrotada calle de las Monjas. La madrugá motrileña se llenó de penitencia y de esa arenga popular que solo posee esta cuadrilla de categoría. «Motrileños, a la calle», parecía proclamar con orgullo este paso de misterio que conmueve y el sentimiento arrebata. De especial mención, su paso por la estrechez del callejón de las Monjas en el que, a pesar de sus reducidas dimensiones, se congregó una gran multitud de personas.
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