La finca de Felipe Gordo, agricultor de 67 años, es una parcela sin rendimiento donde solo ha resistido un árbol. Javier Martín

Ízbor se sacude el barro un año después de la riada

Una veintena de comuneros reconstruyen a pulso sus fincas y miran con miedo al barranco con cada lluvia por si estalla de nuevo por un «mal encauzamiento»

Jueves, 11 de enero 2024, 00:35

Un año después de la riada y las inundaciones que destrozaron dos hectáreas agrícolas, sus propietarios, una veintena de comuneros del pueblo, se siguen limpiando ... el barro.

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A principios de diciembre de 2022 una lluvia débil desbordó los barrancos de la localidad al arrastrar los restos forestales de 5.000 hectáreas, las que se quemaron en el gran incendio de los Guájares, el peor fuego que la provincia recuerda en las últimas décadas.

Los restos del monte se vinieron colina abajo y, en un suelo débil donde no había vegetación viva que agarrara y contuviera la masa forestal, los terrenos se deslizaron, provocando también el corte la N-323 por el colapso de la ladera. Para más inri, los 887 vecinos de la localidad se quedaron unos cuantos días sin agua potable por los destrozos ocasionados en el pozo municipal.

Pero quienes peor lo pasaron, los peores parados, fueron esos 20 comuneros que durante décadas estuvieron labrando una tierra que se llevó la riada por delante. Sus fincas se convirtieron en un amasijo de rocas y astillas de madera. Y a día de hoy aún no las han recuperado.

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«El trabajo de 40 años, la ilusión de tener unos terrenillos para trabajar al jubilarme y todo mi dinero se lo ha llevado la avenida del barranco», cuenta Felipe Gordo, agricultor de 67 años de edad.

«Después de 40 años de trabajo la riada solo me ha dejado un árbol»

Felipe Gordo

Agricultor afectado

En su parcela de 2.500 metros cuadrados solo ha sobrevivido un árbol de aguacate de los cerca de 60 que tenía. Una «tragedia». Lo que era una explotación agraria es hoy un páramo, un erial y un suelo baldío.

Donde antes había un cuarto de aperos ya no hay nada. Tampoco está el cobertizo donde guardaba a su caballo blanco, al que tuvo que sacrificar como uno de los efectos colaterales de la riada. También tuvo que desguazar un coche. Sí está la base para construir de nuevo una caseta y empezar de cero. Lo que hará Felipe también con sus cultivos si le quedan «fuerza y ganas».

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«Estaba mozuelo cuando compré el terrenillo, este pueblo es muy sufrido. Mi padre murió aquí labrando y yo quiero mucho a Ízbor, por eso no me he ido, otros hermanos míos sí se marcharon», cuenta con el mismo sentimiento con el que hace un año relató su desgracia. Para arreglar sus fincas, los agricultores afectados cuentan que ya han invertido incluso 15.000 euros, todos su ahorros, en salvar la tierra. Algunos con más suerte que Felipe conservan más frutales, los cítricos no pueden faltar en ningún rincón del Valle de Lecrín. Hay peritos que han calculado que los daños que han sufrido estos comuneros ascienden incluso a 100.000 euros, en los que se incluye el valor futuro de sus cosechas. Aunque de poco ha servido el peritaje. Los agricultores no han accedido a ninguna ayuda y han recuperado a pulso lo que han podido con sus recursos.

La Junta de Andalucía, a través de un plan de recuperación de la zona afectada por el incendio de Los Guájares y con una partida de 3, 5 millones de euros, encauzó los barrancos, creo diques y alguna escollera. La administración andaluza destaca que los trabajos de ese programa ya han finalizado y que esperan una nueva partida para otras actuaciones en este 2024.

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Sin embargo, los agricultores se han echado a temblar con las últimas lluvias. El barranco Montoya no ha aguantado bien las embestidas de los sedimentos y el agua y las piedras se han desprendido de la escollera. A juicio de los agricultores, «se ha quedado una playa» y el muro del encauzamiento del barranco no es lo suficientemente alto como para proteger sus fincas. Temen que con una tromba o con «cuatro gotitas» el barranco vuelva a estallar y se lleve de nuevo por delante lo que les queda. Reclaman a las administraciones una nueva limpieza del río y los barrancos y un reajuste del encauzamiento. Este medio se ha puesto en contacto con la administración andaluza para conocer si hay más actuaciones previstas y espera respuesta.

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