La Herradura se convierte en un gran escenario de cine
El CEIP Las Gaviotas celebra la inclusión con su tradicional festival en el que participan alumnos de 27 nacionalidades
Hay actividades que se quedan entre las paredes del aula, y otras que las rompen, se escapan por la puerta y salen a recorrer las ... calles. En el CEIP Las Gaviotas de La Herradura, lo saben bien. El centro escolar celebra la tercera edición de su 'Festival de Cine Escolar', una fiesta donde los focos no iluminan a estrellas de alfombra roja, sino a los verdaderos protagonistas: los niños.
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En este colegio, se aprende lengua y matemáticas pero también se cultiva algo igual de valioso: la capacidad de contar historias. Cada año, los alumnos de cuarto, quinto y sexto de primaria se convierten en guionistas, actores, cámaras y directores. Graban cortos, escriben diálogos y diseñan planos. Como si fueran los mismísimos Spielberg... pero con mochilas, bocadillos y mucha ilusión.
Detrás de las cámaras y del corazón del proyecto está Elisabeth Pérez, o «Eli», como la conocen todos en el cole. Es profesora de francés y tutora, pero también el alma del taller de cine, una iniciativa que forma parte del programa 'Más allá del aula'. «Primero aprendemos qué es el cine, los géneros y el vocabulario. Luego creamos la historia, hacemos el 'storyboard', y salimos a grabar por el pueblo. Nos dejan casas, comercios, el castillo. Hasta un picadero en Almuñécar para un western que hemos hecho este año», cuenta Eli con entusiasmo.
Y es que en este proyecto, La Herradura entera se transforma en un plató de cine a cielo abierto. Este año han rodado escenas en panaderías, asociaciones, librerías, centros deportivos, en la estación de autobuses...
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Eduardo Novo, jefe de estudios del centro, no oculta su orgullo por este festival que ya se ha convertido en toda una tradición: «Las familias también se implican muchísimo, muchas salen en los cortos. Es un trabajo de todos».
Si hay algo que define a este colegio es su increíble diversidad: 27 nacionalidades conviven a diario pupitre con pupitre. Niños y niñas procedentes de todos los rincones del mundo: Italia, Suecia, España, Israel, Países Bajos, Estados Unidos, Reino Unido, Marruecos, Cuba, Alemania, Costa Rica, Eslovenia, Emiratos Árabes, Rumanía, India, Ucrania, Polonia, Argentina, Senegal, Venezuela, Bélgica, República Checa, Jordania, Francia, China, Honduras, Chile y Lituania, se encuentran en el colegio y aprenden a mirar el mundo con los ojos del otro. Y eso, también se refleja en sus películas.
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«Cada niño tiene su acento, su cultura, su forma de ver las cosas. Y en los cortos todo eso sale, se nota, y enriquece una barbaridad. Cada uno encuentra su papel, su hueco y todos suman», explica Eli.
Es el caso de Amina y Ámeli dos niñas de sexto de primaria que se han sentido actrices por un día. «Nos ha encantado la experiencia de rodar un corto y sentirnos como grandes estrellas».
Un guiño a la memoria
Pero entre todas las historias que se han contado este año, hay una que ha tocado la fibra de más de uno: el cortometraje dedicado al Alzheimer en colaboración con la Asociación 'Afavida' de Almuñécar.
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En una sociedad que a veces prefiere mirar hacia otro lado, este colegio ha demostrado que la escuela puede ser un lugar donde también se enseña a cuidar y a escuchar.
«Ha sido una experiencia muy enriquecedora», cuenta emocionada Ana María Guerrero, presidenta de la asociación. «Los niños venían a grabar escenas en las que buscaban ayuda para un familiar con deterioro cognitivo. Desde la asociación les ofrecíamos orientación. Aunque la historia era ficticia, el mensaje era completamente real: la importancia de acompañar, comprender y cuidar».
Actualmente, en la asociación atienden a 43 personas donde los profesionales realizan talleres de estimulación cognitiva con personas que tienen demencia o cualquier tipo de deterioro cognitivo.
En el cortometraje no solo aparecían los más pequeños, sino también personas mayores usuarias de la asociación y a sus profesionales. «Ver cómo los niños y nuestros usuarios se relacionaban, cómo se miraban, cómo se entendían sin apenas palabras... fue muy emotivo», relata María, trabajadora de la asociación.
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Un año más este pequeño colegio ubicado a escasos metros del mar sigue demostrando que a veces, las mejores películas no se hacen en Hollywood, sino en el corazón de un aula.
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