Poza Paraje del Río en Albuñol. Clara Cerezo
Ahogado en Granada

«Era un niño lleno de vida, con una energía que contagiaba a todos los que andaban a su alrededor»

Aisha, la madre del niño que se ahogó en una poza de Albuñol recuerda rota de dolor a su pequeño de ocho años

M. J. Arrebola

Miércoles, 28 de agosto 2024, 00:08

En el pequeño pueblo de Albuñol, la tragedia ha cubierto de un manto de dolor a una familia que hasta hace pocos días irradiaba felicidad. ... El pasado sábado, Nizar, un niño de tan solo ocho años, perdió la vida ahogado en una poza mientras disfrutaba de lo que parecía ser un día normal. Ahora sus padres, Aisha Amrani y su marido, se enfrentan a un vacío imposible de llenar, un pesar que se siente en cada rincón de la casa y que ha destrozado la vida que juntos habían construido con amor y esfuerzo.

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«Era un niño lleno de vida, de sobresalientes en la escuela y con una energía que contagiaba a todos lo que andaban a su alrededor», explica la madre, rota de pena. La familia se encontraba pasando unos días en Albuñol visitando a sus allegados, ya que ellos residen desde hace un año en Motril.

El padre los llevó a ellos dos y a su hermano pequeño de 3 años a pasar unos días al pueblo, donde estuvieron casi una semana. Según cuenta Aisha con la voz entrecortada, el sábado por la noche tenían pensado irse para Motril, pero todo se truncó. «Esa noche mi marido iba a venir a recogernos, llevaba una semana sin ver a los niños porque él trabaja en Motril», explica.

El fatídico sábado comenzó como cualquier otro día. El pequeño de ocho años había pasado el viernes anterior en la poza con su tío, y había regresado a casa «muy contento y feliz porque se lo había pasado genial bañándose», destaca su madre con la mirada perdida.

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El sábado, ansioso por volver a disfrutar de ese lugar que tanto le había gustado, esperó pacientemente a que su tío terminara de trabajar para que lo llevase de nuevo. «Nada más escuchar que su tío llegaba se fue para la puerta y se despidió de mí con la misma alegría de siempre», recuerda Aisha con la voz quebrada.

Lo que sucedió después es una pesadilla de la que esta familia no logra despertar. Aisha recuerda que su hijo era muy miedoso. «No le gustaba estar solo, ni el agua ni la oscuridad. Cuando yo lo duchaba, nunca quería que le echase agua por la cara», confiesa mientras suspira.

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Una vida «perfecta»

La familia, originaria de Marruecos, se había mudado a Motril hace un año, donde acababan de comprar una casa. Según cuenta la madre, el pequeño estaba especialmente emocionado con su nuevo cuarto que pronto iba a compartir con su hermano de 3 años.

Aisha, de 28 años, y su marido habían construido una vida sencilla pero llena de amor. Casados desde que ella tenía 17 años, siempre habían puesto a sus hijos en el centro de todo. Nizar, su primer hijo, era el pilar de su felicidad. «Él todo lo que quería, lo tenía», recuerda Aisha, reflejando cómo siempre habían intentado darle lo mejor.

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La casa que una vez fue el refugio de la felicidad familiar, ahora es un lugar de silencio y tristeza. Cada habitación, cada juguete, cada rincón, guarda el eco de Nizar, y su ausencia es un recordatorio constante de la tragedia. La madre, devastada por el dolor, lucha por mantenerse fuerte para su otro pequeño, que sigue correteando en busca de juguetes.

La familia, que se encuentra totalmente rota por el dolor, se enfrenta ahora a un futuro incierto, uno que jamás imaginaron y que nunca deberían haber tenido que vivir. Sin embargo, en medio de la oscuridad que les rodea, intentan encontrar fuerzas en el recuerdo de su hijo, en la alegría que trajo a sus vidas y en el amor que sigue uniendo a su familia. Pero el dolor es inmenso, y la herida que deja la partida de Nizar, un niño que tenía toda la vida por delante, tardará mucho en sanar.

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