Los empresarios de la Costa ya sufren los efectos del corte de la autovía A-44
Una semana después del desvío por la N-323, lamentan que la duración del trayecto se alargue por las retenciones y sienten el descenso de visitantes
Hace una semana se cerró por completo un tramo de la autovía A-44, a la altura de Ízbor para acometer las obras de reparación ... en el viaducto de Rules. Ahora, siete días después, la Costa ya nota las consecuencias de una medida que ha obligado a desviar a todos los vehículos hacia la antigua carretera nacional N-323, un camino más estrecho y de curvas que no soportaba gran afluencia de vehículos a diario.
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El regreso de este domingo desde la Costa fue un ejemplo de lo que supone el cierre de la autovía. Las grandes protagonistas fueron las largas colas desde La Gorgoracha hasta el desvío de Ízbor, donde se podían apreciar varios kilómetros de vehículos avanzando a paso lento que dejaban una estampa que recordaba más a un puente de verano que a un fin de semana de septiembre.
Los avisos de desvío aparecen varios kilómetros antes, pero en la salida 167 de la A-44 los conos de la Guardia Civil marcan el final de la autovía. A partir de ahí, todo el tráfico se canaliza por la N-323. Los empresarios del litoral destacan que «los atascos son inevitables, sobre todo en las horas punta. El cruce del Guadalfeo, donde hay que enganchar de nuevo con la autovía, es el punto más conflictivo».
El sector empresarial de la Costa ya ha comenzado a sentir las consecuencias del cierre de la autovía. Javier Rubiño, presidente de la Asociación de Empresarios de la Costa Tropical (Aecost), explica que el incremento en los tiempos de viaje afecta tanto a los turistas como a los negocios locales. «Los retrasos se sitúan entre 20 minutos y una hora, dependiendo de si es un día normal o un fin de semana con más tráfico. Eso genera inseguridad, sobre todo en el cruce del Guadalfeo, que es donde se crean los atascos más fuertes. Algo habrá que plantear allí, incluso una rotonda, porque la situación es complicada», apunta.
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Rubiño añade que el turismo de playa empieza a «resentirse». «Se ha notado que acuden menos personas desde Granada. El calor y el buen tiempo siguen, pero no hay la misma afluencia que en semanas anteriores. Y mientras tanto, en Motril hemos visto que hay más movimiento en centros comerciales. Es lógico, si se habla de atascos de hasta una hora, muchos se lo piensan antes de venir».
Uno de los factores que más complican el tráfico es la presencia de vehículos pesados en la N-323. Antes, estos camiones circulaban por la autovía sin apenas interferir en los desplazamientos de los particulares, pero ahora comparten un tramo mucho más estrecho y con fuertes pendientes. «Los turismos se ven obligados a ir detrás de camiones que avanzan a 40, 50 o 60 kilómetros por hora. Es imposible adelantar con seguridad en muchas zonas, y eso retrasa todo el trayecto», destaca Rubiño.
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Sin problemas en el puerto
La Autoridad Portuaria de Motril, por su parte, asegura que de momento no se han registrado problemas relevantes en sus operaciones. «Hasta ahora no ha habido incidencias porque los transportes más delicados, como las palas eólicas, no se han programado todavía. El miércoles será la primera vez que recibamos este tipo de convoyes desde que se cerró la autovía», señalan fuentes desde el puerto.
En cuanto al resto de tráficos -como la exportación de minerales de la provincia-, la actividad continúa con normalidad.
La Guardia Civil de Tráfico recomienda evitar las horas puntas, guardar la distancia de seguridad entre vehículos y respetar las señales de velocidad.
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