Farillo de Carchuna. Javier Martín

Carchuna 'sujeta' su Farillo para que no se hunda más

La torre-faro del siglo XVI, con un desplome de más de 30 grados, será rehabilitada gracias a un plan que busca frenar su inclinación y conservar sus materiales originales

MJ Arrebola

Granada

Miércoles, 20 de agosto 2025, 23:24

La Torre del Farillo de Carchuna ha comenzado un proceso de restauración que marcará un antes y un después en la historia de este monumento. ... Más de cuatro siglos después de su construcción, la torre se encuentra hundida en la arena y presenta un desplome de unos 30 grados hacia el sureste, lo que recuerda, a menor escala, el caso de la Torre de Pisa.

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Su fábrica de mampostería ha perdido gran parte del mortero que unía las piedras, la exposición al viento y la humedad ha acelerado el deterioro y las filtraciones de agua afectan a su interior, donde aún se conservan restos de madera que demuestran la existencia de una antigua entreplanta. La inclinación de la cubierta ha provocado que las aguas de lluvia se acumulen sobre la escalera exterior, empeorando el daño en ese sector.

El objetivo de este plan es doble: por un lado, frenar el proceso de inclinación mediante soluciones de estabilización que podrían incluir la colocación de micropilotes en el subsuelo, similares a los empleados en la Torre de Pisa, para impedir que el monumento siga cediendo; y por otro, recuperar y consolidar sus materiales originales, sustituyendo las piedras y cerámicas dañadas por otras de las mismas características, reparando las juntas con mortero de cal, reforzando la bóveda interior y canalizando las aguas de lluvia para evitar filtraciones.

Una vez completada la restauración, se aplicarán tratamientos de consolidación e hidrofugación para proteger el edificio de los agentes atmosféricos. Además, se pondrán en valor los restos de la antigua entreplanta de madera, para que se entienda mejor cómo era la configuración original de la torre.

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Para evitar la pérdida de este Bien de Interés Cultural (BIC), el Ayuntamiento, a través de la Entidad Local Autónoma de Carchuna-Calahonda, ha puesto en marcha un ambicioso proyecto de conservación y restauración basado en el rigor científico y en un análisis exhaustivo de la torre.

El plan está coordinado por el Estudio LARR Arquitectura, integrado por las arquitectas Charo Pérez Oramas, Lucía Valero Martín y Ana Belén Herruzo García, con amplia experiencia en la rehabilitación de patrimonio histórico.

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Además, participan numerosos especialistas: el ingeniero Ignacio Arto Torres, doctor experto en estructuras y rehabilitación, que estudia la estabilidad de la torre; la empresa GEOLABOR, que ha realizado el estudio geotécnico del terreno para entender las causas del hundimiento; y las arqueólogas Maribel Mancilla Cabello, Inmaculada Madrid Quintero y Ángela Rosa Henestrosa, encargadas de la documentación arqueológica.

También colaboran profesores de la Universidad de Granada, como José María Martín Civantos y Julio Miguel Román Punzón, del área de Historia Medieval, y Antonio Jiménez Estrella, del departamento de Historia Moderna y de América, junto con expertos en documentación gráfica como José Antonio Benavides, que ha elaborado la fotogrametría del monumento, y José Moreno, encargado del escaneado 3D.

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La caracterización de los morteros y materiales originales corre a cargo de la empresa TESELA, Materiales, Innovación y Patrimonio, una spin-off de la Universidad de Granada especializada en patrimonio histórico.

Una torre con mucha historia

Conocida también como la Torre de la Punta de Carchuna, fue levantada hacia 1575, en tiempos del rey Felipe II, como parte del sistema defensivo de la costa mediterránea frente a los ataques piratas.

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Su estructura, de base circular y figura troncocónica, se erigía como punto de vigilancia, aunque durante siglos sufrió abandono y falta de mantenimiento. En el siglo XIX tuvo nuevos usos: primero fue ocupada por los carabineros y, entre 1855 y 1863, se adaptó para convertirla en faro, inaugurándose oficialmente el 31 de diciembre de 1863.

Durante varias décadas iluminó la costa como faro de 5º orden, pero en 1916 pasó a funcionar con un sistema de acetileno sin personal fijo y bajo la supervisión del faro de Sacratif.

A partir de entonces, los temporales del mar fueron debilitando su base, y en 1936 ya se advirtió del riesgo de ruina. Los fuertes temporales de 1939 inclinaron la torre de forma tan grave que fue necesario desmontar la linterna y la instalación luminosa, quedando desde entonces en desuso.

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El presidente de la ELA, Juan Alberto Ferrer, ha explicado la importancia de esta intervención: «Cuando llegamos al gobierno vimos que el Farillo estaba en una situación muy preocupante. No sabíamos hasta qué punto estaba en riesgo hasta que vinieron los técnicos de Diputación y confirmaron que había que actuar de inmediato. Ahora estamos en la fase de estudios, con arqueólogos, arquitectos, drones, análisis de materiales… todo un trabajo muy complejo que llevará tiempo, pero que es necesario para salvar este monumento».

Ferrer también criticó la falta de actuaciones en el pasado: «No entendemos cómo, siendo un símbolo de Carchuna y estando protegido como BIC, no se había hecho nada en más de 20 años. Los bienes culturales tienen una protección legal que obliga a conservarlos, y no se había cumplido. Ahora estamos corrigiendo ese error histórico».

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Los técnicos advierten de que el proceso será lento. Solo la fase de estudios puede prolongarse durante un año antes de que se inicie la intervención definitiva. Mientras tanto, la torre permanece balizada y el acceso restringido por seguridad. Pero el objetivo es claro: garantizar la conservación del Farillo, recuperar su aspecto original en la medida de lo posible y poner en valor un símbolo que forma parte del escudo de Carchuna y de la memoria de sus vecinos.

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