«Nuestros barcos reparten hambre entre 120 familias»
Los pescadores de Motril deciden hoy si alargan la huelga convocada por el precio del gasoil, que ha herido «todavía más» la rentabilidad del sector, que afecta a 60 empresas
En el muelle pesquero de Motril, las gaviotas se pelean por un pedazo de carnaza, mientras los marineros remueven el café y se miran las ... caras curtidas por el sol en el bar de la lonja. Hay luz del día, pero siguen en tierra. Hoy no tenían que madrugar y aún así, por inercia, se han acercado «a la verita» del mar. Remiendan redes, fabrican nasas y ven pasar las horas. Están en huelga para protestar por su crisis. Crisis que ya es eterna y que la subida del gasoil o el parón de los transportistas no han hecho más que agudizar. Hace años que denuncian que el oficio naufraga. Los niños que crecen, ríen y juegan en su mismo barrio, Varadero-Santa Adela, no sueñan con echar las redes. La mar era un refugio, un lugar al que acudir en busca de trabajo si había hambre. Hoy, los barcos reparten hambre.
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«En los años ochenta, durante la época de Felipe González, hubo un momento en el que el paro se disparó en nuestro barrio obrero. Muchos que trabajaban en la construcción se vinieron corriendo para los muelles. No ibas a dejar que alguien que había crecido contigo pasara hambre, te apretujabas y salías a faenar. Había sitio para todos, donde comían ocho podían comer nueve», reflexiona Ignacio López, patrón mayor de la cofradía. «Hoy es distinto. Donde comen cuatro, pasan hambre cinco. Los barcos y los armadores repartimos hambre entre las 120 familias que vivimos directamente de esto. Después de pagar todos los gastos de estas últimas semanas, daba hasta fatiga distribuir lo que sobraba entre los marineros. Un día deslomados para una miseria», lamenta.
Una treintena de embarcaciones resisten amarradas en la dársena, a pesar de que las olas las balancean con insistencia. A principios de los 2000, la flota era un 60% mayor. En uno de los barcos de artes menores, el 'Costa Amarga', Francisco Farras, armador de 43 años, pone a punto los aparejos. Comenzó a trabajar con su padre a los 12 años y ahora que tiene un hijo no le gustaría «ni loco» que se dedicara a su oficio.
Es el armador de tres naves, una «hipoteca importante». «El 44% de lo que ingresamos se lo lleva hacienda. En tres días hacemos 7.000 euros en pesca, pero los gastos se lo comen todo. En una semana pago casi el doble que antes por llenar el depósito del barco. Tengo tres barcos, aunque yo muevo solo uno de ellos, y dos los mandaré al desguace», explica. «No quiero que mi hijo trabaje en la mar porque está muy mal. Cada día que salgo a faenar mantener el barco me cuesta sobre 500 euros diarios, damos de comer a seis familias y a final de mes no da para sostener las casas», señala.
A Francisco le acompaña siempre una tripulación de seis hombres. Entre ellos, Papa Mbaye (44 años) y Sergio Peña (46 años), también conocidos como 'el negro andaluz' y el 'jengibre'. Papa, de origen senegalés, lleva 16 años ya en Granada. Después de hacer sus pinitos en la construcción volvió a la pesca; en Senegal fue capitán de barco. Para Papa, se vive bien del mar, aunque traiga sus problemas. Para Sergio, que tiene un barco parado, no se vive tan bien. «Ya no es lo que era», resume.
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Medidas económicas
La huelga, prevista inicialmente para tres días, podría alargarse indefinidamente, dependiendo si el ministerio lleva a los pescadores medidas económicas «satisfactorias» que palien la crisis que ya notan en sus bolsillos. Junto a los pescadores, sufren cerca de 60 compradores que adquieren habitualmente los productos de la lonja, que dejará de ingresar 100.000 euros durante el parón.
«Acabamos de salir de la parada biológica, hemos hecho una inversión para activar los barcos y como no es rentable estamos en huelga. Para la lonja estos días supondrán una perdida de 100.000 euros, mantenerla con nuestra poca actividad es complicado. No descartamos una huelga indefinida», afirma el patrón. Hoy las federaciones de pesca volverán a reunirse con el ministro, Luis Planas. Los marineros tienen que estar al día con Hacienda y con la Seguridad Social para poder cobrar los paros biológicos y funcionar, algo que también les supone una losa.
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Por eso, le piden al Gobierno que les exoneren unos meses de estos pagos, que bajen el IVA del pescado del 10% al 4% e incentiven el consumo o que rebajen las tasas y aranceles portuarios. Motril tiene abierta también otra lucha con el Gobierno y la Unión Europea. La limitación de días de pesca les deja con el trabajo reducido a 170 días, algo que no entienden porque los caladeros se han recuperado.
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