La playa de Carchuna y Calahonda continúa sin servicio de socorristas.

«No sé nadar y si hubiera socorristas me sentiría mucho más seguro»

Los vecinos de Carchuna y Calahonda muestran su indignación ante la falta de seguridad en la playa, que encara la temporada alta sin socorristas

JAVIER YÁÑEZ

Martes, 12 de julio 2016, 01:27

El mes de julio deshojó ayer su segunda semana, al borde ya de la temporada alta de verano y la costa granadina presume orgullosa de ... tener todo atado y bien atado. Los chiringuitos colocan los manteles de papel en sus mesas sobre la cálida arena, los hosteleros reciben con su mejor sonrisa a los acalorados turistas y los socorristas revisan todos y cada uno de los rincones de la orilla. Todos o casi todos.

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Carchuna y Calahonda entró de pleno en la temporada alta con recelo, ya que cientos de bañistas se introdujeron en sus aguas con un ojo avizor. Han pasado ya diez calurosos días del mes de julio y los vigilantes siguen sin dejarse ver. Y es que, la entidad local autónoma no ha conseguido todavía llegar a un acuerdo económico con la empresa que procura los tan necesarios socorristas.

Basta con un echar un vistazo al horizonte del litoral para notar en falta esa figura tan típica de los meses estivales: el vigilante de la playa. Hablamos, como no, de esa especie (en riesgo de extinción en ambas pedanías) tan común en nuestras orillas que tiene la capacidad innata de divisar desde su torre vigía la playa de punta a punta y que proporciona tranquilidad al bañista.

Francisco Tarifa, un veterano del lugar, que presume a sus 79 años de haber frecuentado esta playa más de 30 años, avisó de los factores que dificultan el baño. «Hay un socavón enorme al entrar. A las personas mayores les cuesta salir, es especialmente peligrosa» señaló Francisco. A su diestra, le atiende un camarero homónimo, Fran, que se añadió a la conversación. «Se nota la falta de socorristas. No abren los baños y usan los nuestros. Los vecinos se quejan y no podemos abarcar todo. Hay muchas medusas y la mayoría no lo sabe. El turista prefiere ir a playas donde hay socorristas» apuntó, por su parte, el hostelero.

Los problemas derivados de tan duradera ausencia aumentan, y es que los vecinos han hecho piña y comentan el tema, silla de playa en mano a escasos metros del agua. «Pues el otro día se bañó una señora pensando que podría cambiarse aquí y tuvo que volver a su casa mojada» comentó Miriam, oriunda de Calahonda y residente en Granada. Marina, que aprovecha los meses de verano para escaparse a la Costa, no tardó en soltar la réplica: «Si hay algún accidente aquí o cualquier chiquillo sufre alguna picadura ¿a dónde vamos?. Pago más impuestos aquí que en Granada y no sé a dónde van», se quejó.

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Algún vecino de Las Alpujarras también bajó al litoral con su familia, donde también manifestó su indignación.«No me parece bien. Además yo no sé nadar. Si hubiera socorrista me sentiría mucho más seguro» comentó Miguel.

Mari Carmen baja todos los años de la capital nazarí y se aloja en el camping que hay frente a la playa de Carchuna. Acompañada por su hija Carmen y su nieta, centró su preocupación en los pequeños. «El otro día había medusas y le picaban a los chiquillos. El que no sabe como tratarlas se queda al sol y empeora». Además, relató una experiencia reciente: «El año pasado un socorrista rescató a un bañista. El hombre se hubiera ahogado de no ser por él. Si este año ocurre algo así ¿quién le saca? Mi nieta se bañó el otro día con olas, si le pasa algo yo no soy capaz de ir a por ella», añadió Mari Carmen preocupada.

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Manuel, que aprovechó el día para ir con su mujer y su nieto a darse un baño mañanero, compartió sus previsiones con IDEAL. «Esperemos que lleguen a mediados de mes. El año pasado ya se retrasaron hasta el 5 o el 6. Cada año se va retrasando un poco más. Parece que hay problemas económicos».

El camping de Carchuna también sufre las consecuentas. Noemi, su recepcionista, aseguró que los visitantes suelen preguntar por la vigilancia, algo que les preocupa especialmente y que les hace decantarse por una u otra playa. Mientras tanto, el verano sigue sumando días sin socorristas. Esos mismos en los que no reparamos cuando están pero cuya ausencia se hace patente cuando faltan.

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