Agentes de la Guardia Civil de Tráfico de Granada durante el control. Pepe Marín

Un control de alcoholemia y mil excusas para evitar la multa en Granada

IDEAL acompaña a la Guardia Civil de Tráfico durante un control de fin de semana que dio como resultado nueve positivos en alcohol y dos por drogas: «A muchos jóvenes lo que les preocupa es que sus padres se enteren»

Laura Velasco

Granada

Sábado, 13 de julio 2024

El sol asoma entre señales, rotondas y conos en una Granada vacía. El verano se ha estrenado recientemente y el éxodo a la playa comienza ... a ser evidente. En la carretera, el goteo de vehículos es lento. La madrugada esconde a los más calmados en sus camas, durmiendo plácidamente; y a los más marchosos en las discotecas, entre bailes y copas. Estos últimos son el objetivo de la Guardia Civil de Tráfico, que vela por que nadie muera en la carretera por haber bebido o, lo que es peor, que se lleve a alguien por delante. Son las 6.45 horas y en la salida de la GR-30 hacia la carretera de Málaga el control sorprende a los que acaban de dar por finalizada la fiesta.

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Los vehículos policiales quedan aparcados en el arcén. Los conos están situados estratégicamente y, justo antes de la rotonda, una barrera de pinchos está lista para ser empleada si alguien quiere saltarse el control. Una decena de agentes se despliegan. Cada uno sabe perfectamente lo que tiene que hacer. El menú está sobre la mesa y solo queda esperar a los invitados, conductores que escogen esa salida para entrar a Granada por la Avenida de Andalucía o que se dirigen a algún municipio situado en dirección a Málaga. A las 7.00 horas se intensifica la llegada de vehículos.

Los primeros conductores van encamisados. ¿Vienen de una boda/discoteca o se dirigen a trabajar? Si crearan un formato televisivo tipo 'El concurso del año' -en el que había que adivinar la edad- con esa pregunta, los agentes no fallarían: su experiencia e intuición derivan en acierto seguro. Con el primero en someterse a la prueba cantan bingo. 0,37 mg/l en aire espirado -el límite está fijado en 0,25 para conductores en general y en 0,15 para Noveles y profesionales-.

«Cuando dan positivo suelen decir que les han echado algo en la bebida o algunos, directamente, intentan fugarse»

A los diez minutos deberán realizarle una segunda prueba. «Hay quien cree que es por si hay algún error y al repetirla baja la tasa, pero no. Es por si queda algún resto de alcohol en la boca», manifiesta el brigada de área de Tráfico. En otras palabras, ni beber agua de forma desenfrenada ni hacer un sprint (ejemplos reales de conductores granadinos) hará que en diez minutos la tasa disminuya estrepitosamente. La última noche de San Juan, por ejemplo, fue uno de los días con más infracciones en mucho tiempo, con decenas de conductores denunciados en el operativo desarrollado en la Costa granadina.

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Entre 100 y 180 pruebas

En un control como el que nos ocupa se suelen realizar entre 100 y 180 pruebas. Cuando el conductor da positivo se abren dos escenarios. En el primero, supera el límite establecido por poco. La multa se la llevará a casa en el momento -sólo los extranjeros pueden pagarla en efectivo; los españoles deben abonarla con tarjeta-, pero si pasado el rato la tasa de alcohol disminuye, podrá coger el coche. De hecho, dos mujeres pasaron más de una hora dormidas en el asiento del piloto y copiloto, inmersas en un sueño profundo, para regresar a casa cuando el alcoholímetro se lo permitiese.

Agente preparando la sanción para un conductor. Pepe Marín

El segundo escenario se da cuando la tasa es tan alta que previsiblemente no bajará lo suficiente hasta que pasen horas. Y hay que prevenirles. «Deben avisar a familiares o amigos para que vengan a por ellos, ya que no podrán conducir. Ahí lo pasan peor, porque a muchos jóvenes lo que les preocupa es que sus padres se enteren», apostilla otro de los agentes. Si el conductor pide una prueba de contraste se le puede realizar una analítica para medir el nivel de alcohol en sangre. «Le facilitamos el traslado al centro hospitalario, pero los gastos de la analítica corren de su parte», agrega.

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A las 7.30 horas la procesión de lamentaciones no cesa, pero la máquina es implacable. A ella no se le puede mentir. Dan positivo tras pasar una noche de fiesta en la capital, después de celebrar un cumpleaños en un piso, de disfrutar de un festival en el área metropolitana… El lugar en el que han ingerido alcohol es tan variado como las excusas. «Cuando dan positivo suelen decir que les han echado algo en la bebida o algunos, directamente, intentan fugarse», apunta el brigada de área de Tráfico.

Una de las conductoras arroja un resultado de 0,98 mg/l en aire espirado en la primera prueba; en la segunda, 0,95. Es propuesta para que le sea retirado el carné de conducir y horas después pasa a disposición judicial. Otros de los que circulan por la rotonda son viejos conocidos. «Al de la barba lo hemos denunciado varias veces por droga. Ah, al copiloto, también», susurra un agente. Los conductores que han sido parados aguardan en el arcén, charlan entre ellos, se cuentan sus penas, que se basan en una multa económica que les parece elevada. Otros directamente se alejan y lloran desconsolados.

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Diversos momentos del control. Pepe Marín

Son las 9.15 horas. Los agentes empiezan a recoger y hacen balance de la actuación. En total, nueve denunciados por conducir bajo los efectos del alcohol -incluyendo la que fue derivada al juzgado para la retirada del carné de conducir-, dos que habían consumido varios tipos de drogas y otras sanciones menores, como por llevar la ITV caducada. Esta es una cara de la moneda, la de la irresponsabilidad, pero también está la otra; la de aquellos que han vuelto a casa en taxi o Uber. «Cada vez son más y eso nos reconforta. Los controles no sólo buscan detectar infractores, también realizamos una labor preventiva», explica el brigada de área de Tráfico.

El sol ya brilla con fuerza y la tranquilidad de la noche ha quedado ya atrás. El bullicio vuelve a Granada, con cientos de vehículos viajando en todas las direcciones. Concluye un satisfactorio control que ha cumplido su cometido: quitar de la circulación a los que comprometen la seguridad y avisarles de las consecuencias fatales de sus actos.

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