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Suicidios en Granada

Los suicidios triplican a las muertes por accidentes de tráfico en Granada

Las consecuencias sociales, económicas y sanitarias de la pandemia hacen repuntar la muertes autoinflingidas en la provincia

Sábado, 13 de noviembre 2021

Lo publicó el pasado jueves este periódico. Las muertes por suicidio en 2020 han crecido en Granada de forma preocupante. En concreto lo han hecho ... un 26,4% respecto al mismo periodo del año anterior, de acuerdo a la última estadística de defunciones publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

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Según estos datos, se contabilizaron 110 fallecimientos en la provincia. O por decirlo de otra forma: hubo una muerte por suicidio cada tres días. Y lo peor, alertan los expertos, es que las cifras están infranotificadas. Cuando existen dudas del método, se elige la causa menos controvertida. Porque hoy, aún en el siglo XXI, el suicido es un tema tabú para una sociedad que no acepta que alguien se mate voluntariamente.Que no se hable de ello no borra el hecho de que este sea hoy un problema de ámbito social más importante que, por ejemplo, los accidentes viales, cuya letalidad fue tres veces menor el año pasado.

El psicólogo clínico del Servicio Andaluz de Salud (SAS), MiguelGuerrero, explica que no solo han aumentado las muertes, sino también los llamados eventos suicidas. Es decir, las tentativas o la ideación, que han crecido un 10% a raíz de la pandemia. Este profesional especializado en estas conductas avisa que la crisis que estamos viviendo está siendo un acelerador de estos procesos por dos motivos:«Por haber incrementado los factores de riesgo y hacer todo lo contrario con los de protección», apunta. En el primer grupo, según el también coordinador de la unidad de prevención e intervención intensiva en conducta suicida UPII Cicerón, se encuentra el incremento de la principal causa de suicidio: los trastornos de salud mental. No solo ha crecido la prevalencia, sino que han empeorado los cuadros de quienes ya los padecían.

Entre estos es la depresión,«con mucha diferencia», la que está detrás de un mayor número de muertes de este tipo. Lo explica el jefe del servicio de Salud Mental del Virgen de las Nieves, José Guerrero, que quiere dejar claro que aunque la prevalencia se da en todas las edades, sí que ven con preocupación que está creciendo más entre los jóvenes.

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Además, la pandemia ha influido negativamente en el tratamiento de estos pacientes, que en muchos casos se han descompensado. El recorte en las consultas y la derivación durante meses de los recursos existentes a la lucha contra el virus han causado un daño en la salud de muchas personas cuya verdadera dimensión aún no se ha visto en su totalidad.

Otra consecuencia directa de la pandemia es el incremento del consumo de alcohol y estupefacientes, lo que también inclina a algunos individuos a ser más propensas a la ideación suicida.Guerrero tiene datos que hablan de que un tercio de las personas que piensan en suicidarse, llegan a consumar el intento, por lo que no se puede pasar por alto ninguno de estos factores.

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«El único patrón entre las personas que se suicidan es su sufrimiento. Cualquiera puede pensar en hacerlo»

Otro muy importante es el económico. La precariedad, los ERTE o los ceses de la actividad motivados por los confinamientos o los recortes horarios también son otro de los principales expresores. «Se ha estudiado la vinculación entre el desempleo y la letalidad del suicidio. Un punto más en el incremento de paro, supone un 0,8% más de muertes por suicidio», indica este profesional, que apunta a otros factores de riesgo que abonan este terreno, como «el incremento de los abusos en el ámbito familiar, la soledad vivida en la cuarenta o el bombardeo informativo sobre el virus», enumera Guerrero.

A la vez que esto ha ocurrido, también la pandemia ha debilitado las redes que da apoyo a las personas tendentes a desarrollar estas inclinaciones. «Cuando se rompe la cohesión social empiezan los problemas. El apoyo comunitario es fundamental para que estas personas no se sientan solas, por lo que el aislamiento al que nos hemos vistos sometidos ha tenido también mucho que ver en este último incremento», añade el psicólogo clínico del SAS. La suspensión de las terapias grupales, las consultas médicas o los ritos culturales como los funerales, por ejemplo, también están detrás de un problema del que es necesario hablar.

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El estigma

Lo defiende, entre otros, Ángel Mena, técnico en Salud Pública de la EASP y especialista en suicidios. Explica que es un «fenómeno complejo» que no solo tiene que ver con los problemas de salud mental y que, como tal, cree que es fundamental darle visibilidad. Porque, como dice por su parte José Guerrero, el único patrón que existe entre las personas que se suicidan es su «sufrimiento», al que tienen que enfrentarse con la ayuda de todos.

«Cualquier persona puede pensar en el suicidio», advierte este investigador, que aclara que la única diferencia que suele seguir una dinámica concreta se basa en la efectividad. Mientras que las mujeres son el colectivo mayoritario a la hora de intentarlo, son en cambio los hombres los que lo consiguen en un porcentaje mucho mayor. Las explicaciones que se manejan son varias, entre ellas, los métodos para hacerlo, que en el caso de ellos suelen ser más letales. Pero también se apunta a otras causas más profundas de tipo cultural. «El rol de los hombres parece que les impide socialmente visibilizar su dolor. No piden ayuda, se les exige que lo soporten todo solos, lo que también les lleva a refugiarse en el abuso del alcohol, lo que empeora las cosas, pues, como se ha dicho, es otro factor de riesgo», señala Guerrero.

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Los expertos trasladan que es posible prevenir los suicidios. Y que nuestro deber como sociedad es hacer todo lo que esté en nuestra mano para evitar siquiera la tentativa, pues uno de cada dos personas que lo intentan fallece.Además, la persona que lo hace una vez tiene 40 veces más riesgo de poder repetirlo.

Y más datos:entre un 20 y un 30% de las personas que tratan de matarse una vez vuelven a intentarlo ese mismo año. De ahí que deban saber que existe una red de recursos sanitarios de la que pueden echar mano. Sin embargo, muchas son las voces que reprochan a las administraciones que no hagan más esfuerzos para paliar un problema que seguirá creciendo. Al menos así lo defiende la doctora en Psicología y especialista en Psicología Clínica en el SAS,Pilar Munera, que explica que se necesitan medios –más psicólogos– para tratar a las personas que están en esta situación límite, pero también a sus familias, a las que hay que prestarle toda la ayuda que sea posible. No solo para que su duelo no se vuelva patológico, sino para que no sigan ellos el mismo camino.

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Saber informar como medida de prevención

Cuando Goethe publicó en el siglo XVIII la novela 'Las penas del joven Werther', en la que el protagonista se quita la vida por amor, se produjo una ola de suicidios en la época. Desde entonces se piensa que publicar cualquier información respecto a este tipo de actos tiene como consecuencia que muchos lo repliquen. Se le llama efecto Werther, al que hoy se combate precisamente con otro efecto que también roba su nombre de otro clásico: la ópera de Mozart 'La flauta mágica'. En ella, Papageno, un personaje de la obra que quiere quitarse la vida, es convencido con éxito por tres duendes para que no lo haga. Ángel Mena es experto en comunicación y suicidio. Es también subdirector de Salud Pública y Ciudadanía en la EASP y defiende la tesis Papageno. Trabaja para que este tema deje de ser un tabú. Explica que los últimos estudios de la OMS indican que es conveniente cambiar el paradigma y hablarlo.«Es necesario», señala este experto, pero puntualiza que «siempre que se haga bien». Opina que los medios de comunicación pueden jugar un papel fundamental en esta batalla que se libra con un problema que es de salud pública. Recomienda que se informe, pero que se evite por ejemplo contar el método del suicidio o el lugar en el que se ha producido para no crear «santuarios». Ligarlo a una causa-efecto tampoco estaría dentro de su particular libro de estilo. Ni tampoco «simplificar» un problema que es mucho más profundo y que trasciende de la salud mental.«Es responsabilidad de todos poder prevenir el suicidio.No solo se tiene que hablar en los medios de comunicación, también en los colegios o en las familias», defiende este profesional.

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