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Conchita Barrecheguren: un modelo a imitar, una beata de la vida diaria
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos representó al Papa en la beatificación de Conchita Barrecheguren
Sábado, 6 de mayo 2023, 16:15
A las once y diecinueve minutos del sexto día del mes de mayo quedó al descubierto la gigantografía situada entre las pinturas de Alonso Cano ... de la capilla mayor de la Catedral, con la reproducción del cuadro oficial de Conchita Barrecheguren. Una obra que idealiza a la nueva beata granadina reconocida por la Iglesia Católica, del profesor granadino Luis Ruiz, quien ocupaba uno de los primeros bancos de la nave central de la Catedral. En el momento que se descubrió la imagen se acercaba al altar mayor la reliquia de la nueva beata y subía hasta el tabernáculo de plata cumpliéndose el gesto de «subir a los altares». Aplausos y solemnidad del órgano catedralicio para sellar ese instante en el que fluían a la memoria de muchos granadinos recuerdos de Conchita y de las virtudes que corrieron por la ciudad cuando no había internet, ni redes sociales, ni se hablaba de inteligencia artificial, pero muy cercano en nuestro tiempo y con testimonios aún vivos.
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Se había llenado la Catedral para acompañar a la comunidad redentorista en ese esperado día. Ellos han trabajado con tesón y paciencia a la espera del milagro oportuno que reconociera la intercesión de la niña Barrecheguren. Más de dos mil quinientas sillas, casi repletas, en las que estaban presentes comunidades religiosas, asociaciones e instituciones empezando por el propio Ayuntamiento con las ediles María de Leyva, de Cultura, y Beatriz Sánchez junto a Mónica Rodríguez, del grupo municipal de Vox.
«Su vida terrena fue breve –apenas veintidós años- y además, señalada muy pronto por el sufrimiento y la enfermedad. ¡De verdad una vasija de barro! Pero en ella se ha cumplido lo que escribe el Apóstol: Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados... llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo» dijo el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos de la Curia Vaticana. En sus doce minutos de homilía el enviado Papal exaltó la vida de Conchita Barrecheguren, recordó que a pesar de vivir de manera acomodada «tuvo que afrontar adversidades humanamente superiores a sus débiles fuerzas, como la enfermedad mental de la madre, sus propios sufrimientos físicos y, en la última fase de su existencia terrena las provocadas de la tuberculosis» pero siempre desde su fragilidad y vulnerabilidad afrontó con resignación su enfermedad y escribió «mi amor será un Dios crucificado, mi alimento la oración, mi fortaleza la Eucaristía».
Ladillo: Joven y breve existencia
Monseñor Semeraro puso a Barrecheguren como «un modelo a imitar«. Sobre todo, a quien se encuentra en el sufrimiento y en la prueba, la beata Conchita, con «el ofrecimiento de su joven y breve existencia y con la confianza total en Dios, muestra cómo la conformación a Cristo, en el amor crucificado, transforma la sustancia de la vida, aún la más compleja y difícil».
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El arzobispo de Granada, monseñor Gil Tamayo, acompañado por el postulador de la causa de beatificación el redentorista Antonio Marlazzo, solicitó la beatificación de María de la Concepción Barrecheguren García y el vicepostulador, Francisco Tejerizo, dio lectura a algunos datos biográficos ante la atención de más de un centenar de familiares de la nueva beata que habían llegado desde el País Vasco y otros lugares de la geografía española. Estaba en la primera fila la niña de diez años de edad sobre la que se ha reconocido el milagro que ha supuesto la elevación a los altares de Conchita, junto a sus padres y familiares, así como devotos de Conchita Barrecheguren llegados desde varios puntos de la provincia granadina, Motril, Jayena y Albuñol, Alicante o Salamanca, lugares donde se venera la memoria de la hasta ahora Sierva de Dios.
Acompañaron al cardenal Semeraro, además del arzobispo de Granada, el cardenal Antonio Cañizares anterior arzobispo de Granada, junto con el arzobispo emérito, monseñor Javier Martínez y los prelados de Córdoba, Demetrio Fernández; de Jeréz, el granadino José Rico Pavés y otros prelados españoles, junto a delegaciones de las diócesis cercanas de Guadix y Almería, y más de setenta sacerdotes de la diócesis granadina.
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Una ceremonia llena de total solemnidad que contó con la participación de hasta cuatro coros de Granada, el «Milenium», San Juan de Ávila, Pueri Cantores de la Catedral y, por supuesto el de San Alfonso María de Ligorio, del Santuario del Perpetuo Socorro. Concluyó con el agradecimiento mostrado por el arzobispo granadino, Gil Tamayo, recordando también a su antecesor que participó en el proceso del expediente y mostrando «la inmensa alegría pues con ella se acrecienta la santidad de la vida diocesana de Granada». El himno de la beatificación, compuesto por el redentorista Damián María Montes, culminó la jornada ya cercana la una de la tarde dentro de la Catedral.
La prima beata
El recuerdo de Conchita Barrecheguren estaba latente en la Catedral ayer. Casi todos tenemos algún familiar que en la Granada de los años treinta vivió los recuerdos contados y la ejemplar vida de Conchita Barrecheguren. Sus restos descansan junto a los de su padre en el santuario redentorista de la calle San Jerónimo «aunque con motivo de su beatificación se han situado en una urna aparte, visible», cuenta el vicepostulador de la Causa de Conchita, Francisco Tejerizo. Desde ayer mismo se pueden venerar en el Santuario. Él mejor que nadie ha ido recogiendo en los últimos cuarenta años testimonios y favores que los devotos reflejaban en la revista «Perpetuo Socorro». «Aún recuerdo cuando se inició el expediente» refirió para IDEAL el ex arzobispo Cañizares en sus años de prelado granadino, «Una ciudad a la que tanto quiero», concluyó. Departían los dos arzobispos eméritos de Granada, junto al titular actual y los concelebrantes después de la celebración en las dependencias redentoristas. En el momento en el que la gigantografía se despojó de la tela dorada que la cubría se acercaba por la nave central Jovita Jover Mira, llegada de Alicante. Ella fue una de las dos que rezaron la novena por la sanación de la joven niña de apenas dieciséis meses y tenía el orgullo de llevar entre sus manos la reliquia de la beata granadina hasta el tabernáculo de la Catedral. En el cuerpo central se depositó en un relicario sencillo, en metal plateado, salido del taller albaicinero de Manuel Martín Álvarez. Mientras tanto, en la salida, parientes granadinos de Conchita «por parte de los García», como Alfonso Valenzuela, contaban recuerdos de «la prima beata».
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