Comerciantes y hosteleros de Granada: «Pasamos de nada a vender nada de nada»
La incomunicación de la capital granadina para frenar los contagios revela la importancia de las localidades del Área Metropolitana en la economía local
El tercer confinamiento de Granada amanece nublado. Es la metáfora de los problemas que atenazan a la sociedad por culpa del coronavirus y sus consecuencias: ... toques de queda, confinamientos perimetrales y horarios restringidos.
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Para empezar, la espina dorsal mecánica que une Albolote, Maracena, Granada y Armilla va ligera de peso. La tasa de contagios en Albolote, a 19 de enero, es de 393 y la de Armilla de 438, muy cerca de 500, la cifra que marca el cierre de los municipios según las nuevas normas de la Junta.
El metro se nutre principalmente de la capital granadina, que con una tasa de contagios superior a 500 empezó este miércoles 20 de enero cerrada a cal y canto. Maracena, igualmente, con una tasa de contagio de 642, también permanece confinada perimetralmente.
En el Camino de Ronda, en la estación de Alcázar Genil, llega el metro de las 11.30 h. La estación subterránea recuerda el interior de una gran ballena con su Jonás y su Pinocho, porque solo un par de pasajeros espera paciente sentados en el andén. Un vigilante jurado es testigo de la escena. Silente. Tras el ruido de los frenos, el de las puertas que se abren automáticamente, sincrónicamente, inmediatamente, salen cinco pasajeros. En total, junto a una pareja de limpiadores, la estación no llega ni para componer un equipo de fútbol.
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Literatura y moda
Son 35 años con la librería abierta en la calle San Antón. Flash se llama el garito y es la segunda casa de muchos lectores granadinos. «El confinamiento, directamente, es una barrabasada. Para qué decir otra cosa». «Los comercios del Centro no solo vivimos de la gente de Granada. Tenemos muchos clientes de fuera, desde Armilla, a Jaén y Almería y de todos lados. Lo puedo demostrar. Tengo muchos clientes de toda Andalucía. Básicamente granadinos, pero hay muchos fuera», cuenta Nicolás, el propietario de este negocio.
–¿Se nota mucho hoy?
–Hoy concretamente llevo una mañana muy mala. Puede ser que sea por el tiempo. Pero el fin de semana y ayer ha estado bien. Probablemente porque han hecho sus compras en previsión de que iban a cerrar. Hoy he hecho 30 euros de caja en toda la mañana. Es que no ha entrado nadie. Ni la mitad de la mitad de lo que solemos vender.
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Paco, del restaurante Papaupa, en la calle Molinos del Realejo, es rotundo. «Afecta todo. Echamos de menos las ayudas y que lleguen a tiempo, no a los dos meses. Me he quedado sin excusas para explicar que no tengo dinero para afrontar facturas». Respecto a los clientes, dice que se nota mucho. «Vuelve a haber mucho miedo. La gente es reacia a salir y empezamos a trabajar más tarde cuando cerramos más temprano. Si en el último cierre se ha facturado un 32% respecto a años anteriores, ahora tenemos una previsión de un 15%».
También hay motivos para alegrarse. «La parte positiva es que afortunadamente estamos abiertos. Vamos a ver si entre todos tiramos y llegamos. Seguimos viniendo con ilusión porque creemos que cada vez estamos más cerca de la solución». Y la clientela. «Estamos agradecidos con nuestra clientela, muy comprometida. Es verdad que también tenemos mucha gente de Cenes de la Vega y de Huétor Vega que hacen vida en el Realejo. Esta clientela se ha ido. Como referencia, y son cerca de las 13 horas, no tengo ni una sola reserva para hoy y todavía no ha llamado nadie. En otros cierres por lo menos llamaban para anular las reservas. Ya, ni eso».
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«La mañana es horrible»
En la tienda de moda Arcadio Sánchez, entre Bib Rambla y Mesones, Gertru abre las manos y dice: «No hay nadie. La mañana es horrible. Y como el dicho, calle mojada, cajón vacío». Como a todos, el cierre les afecta mucho. «Hay muchísima gente que vive fuera de Granada en pueblos, que ya son barrios de Granada, como Cájar, La Zubia, Huétor Vega. La parte de las clientas que viven en Granada capital tiene la opción de venir. Pero las otras, no. Así que las posibilidades de venta se reducen. Está siendo muy duro».
Además, «ya se nota diferencia respecto a ayer. Incluso el día de antes del cierre algunas clientas me dijeron: 'He venido corriendo no vaya a ser que luego nos 'perimetren' y que no pueda comprar'».
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Lola Marín Huete, chef del restaurante Damasqueros, coincide. «El cierre nos viene fatal. No hay gente. No hay nadie. El otro cierre ya fue un desastre. Si sigue todo esto así, si no nos cierra la Junta cerramos nosotros. Y yo me quedo tan a gusto en casa con mi bebé, que está para comérselo».
No es el único caso. La Churrería Alhambra, en la Plaza Bib Rambla, está desierta. José Villena explica la situación con un sencillo ejemplo: «Hoy hemos abierto a las ocho de la mañana y el primer cliente ha entrado a las diez». Con lo que la conclusión es impepinable: «Ayer martes vendimos nada. Y hoy miércoles, nada de nada».
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