Cinco días con bomberos granadinos bajo el infierno de León

Tres equipos de Infoca de Granada se han desplazado hacia el norte de España para colaborar en las labores de extinción

Leticia M. Cano

Martes, 26 de agosto 2025, 23:19

Los incendios que arrasan el norte de España resultan sobrecogedores vistos desde la distancia, pero para quienes los padecen se convierten en un auténtico infierno. ... Es como adentrarse en una «película de terror» en la que el humo asfixiante y las llamas avanzan con furia, devorando todo a su paso. Desde fuera, muchos imaginan a los bomberos como superhéroes, pero la realidad para ellos es muy distinta. «Te sientes como una hormiga frente a un tren», describe Antonio Sánchez Anguita, director del Centro Territorial de EMA Infoca. Los incendios, activos desde el 7 de agosto, ya se han cobrado la vida de varias personas, voluntarios y bomberos. En solidaridad y compromiso, tres equipos procedentes de Granada se han podido desplazar durante este mes a distintos puntos del norte para sumarse a las arduas labores de extinción.

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El primer desplazamiento de un grupo de bomberos del Infoca se produjo el 14 de agosto. Los profesionales fueron citados para partir hacia León, lugar al que en total acudieron 56 profesionales de toda Andalucía. «Fue voluntario, no hemos ganado nada extra. En vez de trabajar en Granada, hemos trabajado allí», afirma Antonio Sánchez. Comenta que acudieron tres retenes con tres equipos de especialistas, un vehículo de extinción, un encargado de logística, un técnico de operaciones y él, que iba al cargo del equipo de modulación exterior que lleva Infoca en Andalucía. Se unieron con el resto de profesionales de Jaén y se dirigieron al norte. Un camino sin incidencias hasta que pasaron la Sierra de Madrid y pudieron percibir el humo en el ambiente. Se estaban adentrando en el infierno.

Sobre las once de la noche llegaron a León, donde en aquel momento había 12 incendios activos de más de mil hectáreas cada uno y en el puesto de mando les asignaron su zona de trabajo. «No íbamos por libre. Ellos coordinaban», confirma Sánchez. Las zonas a las que fueron eran rurales y no tenían capacidad para albergar a 56 personas, por lo que tuvieron que buscar dos hoteles en la capital.

Al día siguiente, el 15 de agosto, tras llegar a las nueve de la mañana al puesto de mando, comenzó el trabajo efectivo sobre el terreno en Boca de Huérgano, el primer destino asignado. Las maniobras no estaban siendo efectivas porque durante el día, la actividad del incendio estaba en su punto álgido. El riesgo era muy alto y la longitud de las llamas no permitía un trabajo óptimo. «Pedimos trabajar por la tarde-noche porque a esas horas el incendio se aplaca, hay menos viento y el trabajo rinde más. Somos más rápidos y efectivos», explica.

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Mientras caía el sol fueron destinados a una nueva zona: Barniedo de la Reina, una pedanía de apenas 50 habitantes. Allí trabajaron sin descanso para defender una carretera y que el fuego no la sobrepasara. «La meteorología era muy agresiva, había mucho viento muy caliente de sur y si saltaba una pavesa el incendio sobrepasaba la carretera», añade. Fue entonces cuando el dispositivo de Granada se desplegó por Portilla de la Reina, otro pequeño pueblo de unos 60 habitantes, con el objetivo de salvarlo de las llamas. «El fuego pasó, lo rodeó y no se quemó», añade satisfecho.

El 16 de agosto, con el cambio de turno que solicitaron, se les asignó «dar un cortafuegos», lo que implica que se prenda de forma controlada cierta parte del monte para que se junten ambas llamas y se termine apagando, evitando así un salto de fuego. Los problemas llegaban y el objetivo pasó a ser ralentizar el incendio, no apagarlo -porque era imposible-. «Se dirigía hacia otro pueblo», añade el director que lamenta que ni los medios aéreos podían trabajar por la poca visibilidad que dejaba el humo. «Además, tenían que esquivar a buitres y pájaros que huían», cuenta.

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El 17 de agosto defendieron Barniedo. Un pueblo amenazado por dos frentes y donde el equipo granadino estuvo conteniendo las llamas con trabajo directo de ataque a la llama con líneas de agua y con herramientas manuales. Tras ello, el 18 de agosto, se retiraron y descendieron hacia sus correspondientes sedes. «No podemos dejar a Andalucía desatendida porque puede haber incendios», justifica.

En sus 30 años de profesión nunca vio algo similar y advierte de que con el paso del tiempo, esos mismos incendios llegarán al sur. Critica que la sociedad no encaja con el mundo rural y que las administraciones no pueden mantener un orden que antes mantenía la población entera. «Estamos pagando las consecuencias de la despoblación», lamenta mientras recuerda a todas las personas que vio llorar, huir o poner sus tractores a salvo en el río.

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Celebra que las maniobras que les asignaron fueron realizadas con éxito, pero todavía tiene presente aquella pesadilla. «A cualquier sierra que mirabas, estaba ardiendo», comenta. Siente la pena de sus compañeros que han visto sus tierras calcinadas. «Empaticé y era como ver a todas las sierras de Granada arder e incluso faltarían sierras para compararlo», incluye. Los incendios aún siguen activos y él lo tiene claro: «El ser humano no podrá abarcar con esto. Lo hará la meteorología».

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