Omagen de soldados en una playa de Alhucemas. Ideal
Análisis

El centenario del desembarco de Alhucemas

Cuando Granada miraba a Marruecos

César Girón

Martes, 9 de septiembre 2025, 00:28

El 8 de septiembre se cumplió un siglo de un acontecimiento que marcó la historia militar y política de España en el siglo XX: el ... Desembarco de Alhucemas, considerado la primera operación anfibia moderna de éxito, que abrió la vía para el final de la guerra del Rif. Una fecha que, aunque parece lejana, tuvo en su momento un eco notable en la sociedad española y, también, cómo no, en Granada, cuya prensa local siguió con atención aquellos días de incertidumbre, propaganda y esperanza.

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Alhucemas no sólo fue un suceso decisivo en la historia de nuestro país. Lo sería, militarmente para toda la sociedad occidental que seguía sumida en el desastre militar infligido a los británicos y franceses en Galipoli (los Dardanelos), en 1915. El desembarco en la costa del Rif, en la zona de la costa del Espliego, ante la localidad de Villa Sanjurjo, tiene tal magnitud y significado histórico que es inexplicable que ahora que se cumple su primer centenario, el gobierno de Pedro Sánchez ha decidido no conmemorarlo 'por no molestar a Marruecos'.

Granada, atenta al norte de África

Las cabeceras granadinas de 1925, como El Defensor de Granada y La Publicidad, recogieron con gran despliegue el desarrollo de la operación, transmitiendo los partes oficiales y destacando la colaboración hispano-francesa en la costa rifeña. El tono de la información oscilaba entre la exaltación patriótica –con titulares que hablaban de «gesta heroica» o «acción decisiva»– y el alivio de una opinión pública que venía marcada por el recuerdo traumático del desastre de Annual (1921), donde murieron muchos granadinos.

En las páginas de El Defensor de Granada –en aquella segunda época dirigido por Constantino Ruíz Carnero, referente del liberalismo progresista local, y con una tirada superior a los 12.000 ejemplares diarios– los fragmentos que sobrevivieron a la censura de la dictadura de Primo de Rivera ofrecieron un marco preciso sobre la ofensiva militar: su desarrollo, la colaboración con Francia, el liderazgo castrense, y el despliegue moderno del Ejército, abriendo horizonte a una Era nueva tras la derrota de Annual.

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Aunque la imposición del régimen limitaba el margen crítico, los matices entre terminología oficialista, frases como «momento para nuestra épica» o «acción militar incomparable e histórica» escritas en los diarios principales, eran suficientes para transmitir un sentido de orgullo militar y esperanza renovada. Por otro lado, el diario La Publicidad, de fuerte impronta republicana, reflejaba también –con probabilidades de censura asumida a juzgar por los términos que empleaba– el relato patriótico dominante.

Los periódicos no solo narraron minuciosamente la operación militar en sí, sino que la enmarcaron en un relato de regeneración nacional. No era algo vaticinable en todos los diarios, sin embargo, todos coincidieron en que era «la oportunidad de lavar la herida del Ejército y de mostrar que España todavía podía desempeñar un papel relevante en el tablero internacional», según expresaron con notable sentimiento de orgullo y esperanza.

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Una operación pionera

Históricamente, ya lo hemos anticipado, Alhucemas tiene un valor indiscutible: fue la primera vez que se ejecutó con éxito un desembarco anfibio que integraba fuerzas navales, aéreas y terrestres de forma coordinada, anticipando lo que décadas después se vería en Normandía (1944). Más de 13.000 soldados españoles, apoyados por la flota francesa y buena parte de la española, lograron establecer una cabeza de puente en la bahía y desarticular las fuerzas de Abd el-Krim, ―un gran personaje a estudiar que todavía no ha sido justamente reivindicado en su verdadera dimensión histórica, que, además del acontecimiento de Annual, inflingió en la batalla de Uarga, un duro golpe al ejército francés comandado por el general Hubert Lyautey, que perdió 48 posiciones de las 66 que tenían, así como más de 2.000 bajas, a pesar de la superioridad numérica y de armamento de los galos, tras dos meses de ofensiva.

España estaba necesitada de resarcimiento y tal vez por ello, acentuadamente en las páginas de la prensa, se percibía con claridad esa idea de modernidad militar, subrayando el uso de la aviación –los pilotos y aerosteros del aeródromo de Armilla jugaron un notable papel–, carros de combate y artillería combinados, algo inédito hasta entonces en la historia bélica mundial.

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Ecos en la Granada civil

Más allá de lo estrictamente militar, el desembarco también alimentó en Granada un discurso de confianza en la estabilidad política. Las crónicas recogían cómo en cafés y tertulias se comentaban los partes militares, interpretados como símbolo de un país que recuperaba autoestima tras años de crisis. Incluso se llegaron a organizar casi inmediatamente actos de homenaje a los soldados caídos y desfiles en honor al Ejército, lo que muestra el calado emocional del acontecimiento. Algo que el entonces alcalde, militar de profesión, Manuel Díez de Rivera y Muro, marqués de Casablanca, celebraría con elogios como consta en las fuentes sobre sus intervenciones.

Cien años después: memoria y crítica

Un siglo más tarde, la conmemoración invita tanto al recuerdo como a la crítica. Porque si bien Alhucemas representó una operación brillante desde el punto de vista técnico, no puede desligarse de un conflicto colonial duro y sangriento, con miles de víctimas rifeñas y españolas. Tampoco puede ocultarse que aquella 'victoria' fue instrumentalizada por la dictadura de Primo de Rivera como un éxito propio, cuando en realidad respondía a un problema estructural de fondo: la presencia colonial española en Marruecos.

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Para Granada, rescatar la memoria de cómo vivió la ciudad aquellos días a través de su prensa es también un ejercicio de historia local: comprender cómo se informaba, qué discursos se privilegiaban y de qué manera la sociedad granadina se sentía vinculada a un conflicto aparentemente lejano, pero presente en la conversación diaria de tertulias y redacciones.

Aniversario para reflexionar

El centenario del Desembarco de Alhucemas debe ser ocasión no solo de conmemoración, sino de reflexión crítica sobre nuestro momentáneo pasado colonial, sobre una política que nunca fue propiamente española, porque el nuestro nunca fue potencia colonial allí donde llegó, ni se comportó como tal, sino una monarquía igualadora de territorios y súbditos. Y, claro que también, sobre el papel del Ejército, entonces, en la vida política del país y la construcción mediática de los 'mitos patrióticos'. Hace cien años España, y Granada como parte de ella, siguieron con interés aquellos sucesos a través de la prensa, cuyo conocimiento debe contribuir a abrir un debate más sereno, en el que la memoria se conjugue con la historia y la autocrítica de los sucesos de la Guerra del Rif.

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Recuperar algo del contenido de aquellas páginas casi olvidadas es también un modo de volver a preguntarnos: ¿qué relatos aceptamos sin crítica? ¿Qué discursos sostienen hoy nuestra visión del mundo? Y sobre todo, ¿qué podemos aprender de la mirada de aquella Granada de 1925 que vio en Alhucemas un símbolo de esperanza?

El centenario del Desembarco de Alhucemas nos brinda una oportunidad para conjugar memoria, investigación histórica y reflexión crítica. Mercado de ideas y símbolos no puede sobornar la verdad de lo que ocurrió: una victoria militar que puso fin a una guerra colonial, pero cuyos ecos políticos y sociales explican parte de la trayectoria posterior de España.

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