Varios compañeros de Luis Salvador –y algún que otro excompañero– le pusieron el sobrenombre de 'solomillo'; cosa que hasta este momento, lo mismo, desconocía. Para ... que tenga gracia hay que pronunciarlo así: 'solo-mí-yo'.
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Desde este martes, el todavía alcalde de Granada ha pasado a ser 'solo-con-Huertas'; apellido del único concejal que le queda afín [y al cabo]. A este paso, Salvador está cerca de conseguir que el suyo sea el gobierno municipal más estable que se haya conocido; solo podrá discutir consigo mismo.
Ayer a las 12.30 compareció para sostener, en una nueva cabriola política, que el Ayuntamiento de Granada podrá funcionar con normalidad si lo gestionan al alimón entre él y uno solo de los siete tenientes alcalde que tenía. A las 12.00 formalizaron su renuncia los seis ediles del PP. Solo quince minutos antes, su portavoz municipal, Manuel Olivares, presentó la suya, algo previsible. Y se le sumó Lucía Garrido, una baja con la que no contaba Salvador. En los días previos le había delegado todas las competencias de Cultura e, incluso, ofrecido un rango superior en el gobierno municipal. Su permanencia era clave, porque tres es el quórum necesario para poder celebrar la junta de gobierno local; el órgano que despacha semanalmente los asuntos del Ayuntamiento.
La ruptura del bipartito se consumó el lunes cerca de la medianoche. El presidente provincial del PP, Francisco Rodríguez, emplazó a Luis Salvador a un nuevo encuentro pero el alcalde lo esquivó durante todo el día. Por la mañana asistió en la Costa del Sol al 'Málaga Tourism Day'. Y por la tarde participó en un torneo de fútbol para la integración. Lejos de hacer el saque de honor y escaparse para reunirse con la cúpula del PP, a Luis Salvador le faltó pedir prórroga y penaltis. Francisco Rodríguez y su secretario general, Jorge Saavedra, lo esperaron hasta las once de la noche. No es el primer desplante. Hace una semana tardó casi un día en devolver una llamada al presidente provincial. Luis Salvador llegó acompañado de Enrique Barchino, delegado de Justicia de la Junta. El alcalde aún iba vestido de corto.
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Apenas dio tiempo a una cerveza con tapa. Salvador insistió en que cuenta con el respaldo de la dirección de su partido –que es cierto– y recordó las repercusiones que una ruptura en Granada podrían tener sobre los 200 acuerdos de gobierno que mantienen ambos partidos. Apeló a sus contactos a otros niveles y, como siempre, quiso resolver la crisis fuera del ámbito provincial. Ese fue su error.
Francisco Rodríguez tiene la aprobación de Génova desde el mes de febrero para intentar recuperar la alcaldía de Granada. Y la ha ejercido. Incluso, aunque el movimiento no era inicialmente del agrado del gobierno andaluz y, en particular, de Elías Bendodo, que en marzo firmó un acuerdo con Juan Marín (Cs) para «encapsular» Andalucía del terremoto político desatado a raíz de la fallida moción de censura en Murcia.
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Ha sido clave la intervención de Fran Hervías, en 2019 urdidor del pacto en el Ayuntamiento y que ahora –traicionado que se siente por Salvador– ha propiciado que suceda lo contrario.
Pero esta crisis se reduce a Granada –no va a salpicar a la Junta– y debe resolverse en Granada. Es algo que tienen claro, también en el PSOE, por mucho que el alcalde enarbole un posible pacto de rango superior para abortar una hipotética moción de censura con la participación de Sebastián Pérez. También sobre esto habrá novedades en las próximas horas. Porque el PSOE comenzó ayer por la tarde sus consultas internas.
Mientras tanto, el gobierno del 'dos más dos' ha quedado reducido a un 'uno más uno'. Luis Salvador y José Antonio Huertas.
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