El centinela del Marquesado, una joya arquitectónica de Granada

Esta fortaleza, que combina el poder militar con el refinamiento estético, fue levantada entre 1509 y 1512 por orden de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, hijo ilegítimo del cardenal Mendoza. Algunos historiadores sitúan incluso el inicio de la obra en 1491, basándose en pagos realizados por el cardenal a canteros y muleros enviados desde Toledo. La dirección de la obra la asumiría más tarde el arquitecto genovés Michele Carlone, responsable de traer el espíritu del Renacimiento a las faldas de Sierra Nevada.

La construcción fue rápida: apenas cuatro años bastaron para levantar no solo una fortaleza, sino también un símbolo del poder de la nobleza castellana en plena frontera morisca. Durante la rebelión de las Alpujarras, en 1570, el castillo resistió un asalto de seis mil moriscos, mal armados, que solo lograron alcanzar el patio exterior.

No fue el único ataque que sufrió a lo largo de su historia. En 1913, la propietaria de entonces intentó venderlo a un magnate estadounidense, que pretendía trasladarlo piedra a piedra al otro lado del Atlántico. El duque del Infantado, Joaquín de Arteaga, lo impidió con firmeza: no estaba dispuesto a que un legado que había pertenecido a sus antepasados tuviera un destino tan vergonzoso.

El tercer «asalto» fue mucho más simbólico. En 1989, un grupo de vecinos organizó una toma pacífica, con cometas como armas, para reclamar la apertura del castillo al pueblo. Fue una acción festiva, pero cargada de reivindicación.

Declarado Monumento Nacional en 1922 y catalogado como Bien de Interés Cultural, la ley establecía que el castillo debía abrirse al público al menos unas horas cada semana. Sin embargo, durante décadas permaneció casi inaccesible, alimentando leyendas de fantasmas que recorrían sus galerías en silencio. Su condición de propiedad privada, en manos del duque del Infantado, generó una relación ambivalente con el municipio: orgullo por su valor patrimonial, pero también una profunda frustración por su limitada utilidad pública.

El abandono trajo consigo el expolio de algunas piezas, y proyectos tan disparatados como convertirlo en penal o trasladar su patio a Madrid, una idea que el historiador Manuel Gómez-Moreno no dudó en calificar como «vandalismo ilustrado». A lo largo del siglo XX, el castillo conoció múltiples usos: fue cuartel durante la Guerra Civil y plató de rodaje para películas como 'El Viento y el León' con Sean Connery, 'Tirante el Blanco', de Vicente Aranda, 'Inés del alma mía', o la reciente 'La casa del dragón', precuela de Juego de Tronos.

En los años setenta, su claustro acogió el I Festival de la Canción del Marquesado. Y en 2012, con motivo de su quinto centenario, el castillo reabrió sus puertas con actividades culturales para la ciudadanía.

Hoy, el reto sigue siendo el mismo: recuperar esta joya del Renacimiento como motor de desarrollo para una comarca duramente golpeada por el cierre de las minas de Alquife. El castillo sigue ahí, altivo, esperando que la historia, y las instituciones, le hagan, por fin, justicia.