El profesor Juan Pérez Murcia atiende a dos alumnos del curso de carpintería para desempleados en en el Centro de formación de la Junta en Cartuja. PEPE MARÍN

De camarero en el Albaicín a carpintero para salir del paro

Centro de formación ·

Jóvenes sin estudios, trabajadores de bares que han cerrado por la crisis o niños patera que alcanzan los 18 años buscan una oportunidad en los nuevos cursos

Jueves, 13 de mayo 2021, 00:47

«Con mil euros en el bolsillo a final de mes yo me sentía millonario, como un marqués, en la hostelería se cobra bien». ... El granadino Luis Santiago Heredia estaba feliz trabajando con camarero en un bar del Albaicín... Hasta que llegó la pandemia, cerró el negocio y se vio con 48 años, en el paro y sin saber para dónde tirar para ganarse la vida. Para colmo sin ahorros, porque Luis admite que no fue hormiguita y en el verano pandémico se fue 33 días de viaje de vacaciones con los amigos, así sin mirar atrás. Ahora sobrevive con la renta mínima vital y en los últimos meses dice que lo está pasando mal.

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Luis es uno de los quince alumnos que, a través de los servicios públicos de empleo, ha iniciado el curso básico de carpintería en el Centro de formación para Empleo de Cartuja, el único público en el que la Junta imparte estos cursos, ya que el resto se adjudican a academias. Aunque asegura que le pone mucho interés, Luis se pelea aún con las máquinas, las medidas y todo lo que sean números. «En mi casa éramos 14 hermanos y yo dejé pronto la escuela, ayudaba a limpiar zapatos o lo que hiciera falta a mi padre, era un ídolo en el Albaicín, el Chapires», señala orgulloso. «Esto es muy difícil eh, esto no lo aprendo yo en cuatro meses», suspira entre maderas.

La foto del taller donde se imparte el curso de nivel uno –los que no exigen estudios previos y enseñan la profesión desde cero– recuerda por su diversidad a uno de esos anuncios publicitarios que celebran la integración y la diferencia. Todos chicos, eso sí, pero conviven los perfiles más diversos: jóvenes de 19 años que dejaron los estudios, alumnos de más de cincuenta expulsados del mercado laboral por la crisis, jóvenes inmigrantes de origen africano que fueron niños patera...

Todos tienen en común que están en paro y buscan aquí, en este centro, una oportunidad. «Hay gente que sí tiene la ESO y otros que no saben nada, se ayudan unos a los otros para que la clase avance y cooperan mucho», explica la directora del centro público de FPE de Cartuja María José Marin Díaz. En este centro de formación impartirán este año 17 cursos de nueve familias profesionales distintas, todos para desempleados. «Aquí se les abren unas expectativas de formación que no se cubren en otros sitios porque ofertamos estos cursos de nivel uno», subraya la directora. En estos tiempos de cursos online, los alumnos «agradecen lo presencial» y una formación que en un 75% es práctica. Eso sí, empezar de cero cuesta. Lo constata Juan Pérez Murcia, veterano profesor que lleva ya cuarenta años formando carpinteros y hoy se afana porque los alumnos aprendan a ensamblar bastidores. «Ser buen carpintero es crear piezas y éso requiere años, pero si aprenden a utilizar las máquinas y a mecanizar las piezas, de aquí salen con trabajo, ése es mi objetivo», afirma el docente que destaca que aunque a algunos les cuesta esforzarse la mayoría «están motivados».

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Entre los que van a salir convertidos en carpinteros de Cartuja está Ibrahim Suleymane, de 19 años porque, según su profesor, «es perfeccionista y tiene mucha hambre de aprender». Ibrahim es, literalmente, un superviviente. El joven originario de Costa de Marfil fue uno de esos niños a los que llaman 'mena', tutelados por la Junta. Para llegar a España tuvo que cruzar tres países y superar una infernal travesía en patera. Después, aprender a vivir sin su familia y amigos y sin conocer el idioma. «Me ha buscado mi tutora el curso y tengo ganas de aprender. Mi sueño es quedarme en España trabajando», cuenta aferrado a esa madera en la que ve su futuro.

Junto al taller de carpintería está el de motor, donde el profesor Francisco Hinojosa imparte ahora un curso nivel 2, para alumnos que tienen la ESO o bien superaron el nivel 1. «Tengo muchos muy jóvenes y les falta iniciativa, pero aquí adquieren disciplina además de cualificación», señala. Para Alberto Gómez, uno de los alumnos de 39 años, estos cursos públicos y gratuitos «son una gran oportunidad para formarse».

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Él ya hizo el básico de electromecánica y estuvo trabajando en un desguace. Ahora le ilusiona pensar que va a poder aspirar a un puesto mejor en su sector y confía en que le vuelvan a contratar en la misma empresa. «Yo fui flojo para estudiar, no me gustaba y he ido encadenando trabajos temporales. En la anterior crisis estuve seis años parado, te acostumbras a estar en la casa de tus padres y al final te acomodas... pero esta vez lo tengo claro, de aquí salgo con trabajo», asegura positivo.

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