Cajas negras

Relato de verano ·

Este momento sé por experiencia que es muy especial para todos los que os encontráis aquí en este preciso instante

andrés rocamora pérez

Lunes, 10 de agosto 2020, 00:34

Este momento sé por experiencia que es muy especial para todos los que os encontráis aquí en este preciso instante. La veterana profesora Kyara se ... dirigía a una nueva camada de estudiantes a punto de concluir su primera práctica. A pesar de los muchos años que había dedicado a esta labor, mantenía la misma vocación y entusiasmo que cuando fue oficialmente contratada para tales efectos hace tantísimo tiempo.

Publicidad

–Este motivo me lleva a advertirles que con casi toda seguridad no vamos a conseguir nada de lo que esperan hoy.

Sería lógico pensar que muchos espíritus jóvenes se consumirían por interaccionar ante el mensaje de la profesora. Aunque esto no habría ocurrido, Kyara se había cerciorado de mantener el sistema anclado únicamente a su información, salvo que en ocasiones puntuales pudiera permitir algún aporte excepcional de los alumnos.

–El fracaso es una parte fundamental del aprendizaje, y me atrevería a aseguraros que es la más importante. Las emociones son las fuerzas más poderosas conocidas, y la frustración no debe acompañarnos en este tramo del proyecto. Sea lo que sea que hoy acontezca, habrá sido fructífero. En realidad os recomiendo que procuréis alejar toda emoción, positiva o negativa, especialmente en un estadio tan prematuro del proceso.

En su largo período de docencia como bióloga, Kyara en realidad nunca había presenciado que alguno de sus pupilos de anteriores promociones consiguiera nada similar al éxito en este primer encuentro práctico. Se trataba de partir desde el error, analizar los puntos comunes y avanzar a una nueva fase que con casi absoluta seguridad se convertiría en un nuevo fracaso con otro tipo de errores para su reflexión.

–¿Están preparados? –preguntó la profesora emitiendo la misma luz que la primera vez que formuló esta pregunta–. Las emociones interaccionan con la ciencia. Es inevitable aislarlas. Ella lo sabía, al igual que era consciente de que ninguna de las cajas iba a contener un mínimo atisbo del objetivo propuesto. Recordó entonces que los estudiantes estaban silenciados, y dio acceso a la posibilidad de interacción durante unos segundos. Todos respetaban y admiraban a Kyara; su fama le precedía. Este hecho también daba pie a una tremenda intimidación, que frenaba cualquier aportación a no ser que fuera totalmente imprescindible. Como era de esperar, el silencio fue sobrecogedor, incluso ensordecedor al tratarse de un preludio a un evento grandiosamente estéril.

Publicidad

–Que comience, pues, la primera experiencia práctica.

Los pupilos volvieron a quedar silenciados. La iluminación de la sala se redujo notablemente, percibiéndose una ligera tonalidad anaranjada sobre un predominio de la profundidad opaca del negro. Desde el techo descendió el resto del equipo protector que con premura se colocaron tal y como habían ensayado en simulacros llevados a cabo en anteriores sesiones de un perfil más teórico. La profesora ya estaba perfectamente posicionada con las herramientas necesarias a su alcance por si fuera necesario abortar algún evento indeseado.

Cada uno de los alumnos disponía de una caja negra ante sí. Sus cajas, todas ellas, parecían ocupar el mismo volumen en la sala, y juzgando su aspecto externo parecían idénticas las unas a las otras, pero lo que podría marcar la auténtica diferencia era su interior.

Publicidad

Kyara proseguía el protocolo. Las cajas comenzaron a elevarse unos centímetros del suelo y se oyeron todo tipo de zumbidos por la habitación. Algo estaba ocurriendo dentro de cada una de ellas, de eso no había ningún género de duda. Al cabo de varios minutos la profesora accionó un último dispositivo y en breve los zumbidos y la sensación de electricidad que habían inundado todo el lugar cesaron por completo.

Bueno, ya ha llegado el momento. Pueden abrir sus cajas.

Del techo bajaron ahora unas herramientas extrañas, una especie de lupas gruesas rectangulares con botones en sus laterales que se detuvieron para que cada uno pudiera hacer uso de ellas por encima de sus cajas. Mientras los alumnos comprobaban los resultados, la profesora los observaba con suma curiosidad y expectación. Sabía que algún año podría depararle la sorpresa del éxito a la primera, aunque las probabilidades matemáticas rozasen lo ridículo. Kyara fue ratificando en el rostro de cada uno de ellos que lo que contenían sus cajas no les satisfacía. La profesora dio acceso a la intercomunicación, a sabiendas de que justo después de este tipo de fracaso, si bien previsto, pocos iban a aportar nada.

Publicidad

–No se preocupen. Sé que todos guardaban la esperanza de conseguirlo en este primer intento.

Kyara, que estaba ya dispuesta a dar por concluida la sesión y esperar unos días para reabrir la siguiente con una mayor calma considerando los resultados erróneos como punto inicial hacia la fase dos, fue inesperadamente interrumpida por la luz de intercomunicación. La profesora se aproximó a la caja del alumno, haciendo uso de la lente.

–¡Asombroso! –dijo con suma perplejidad.

Pulsó ligeramente un botón de la lupa.

–Esta nebulosa contiene indicios celulares. Es la mejor aproximación a la creación biológica que he conseguido nunca a estas alturas del proyecto.

Publicidad

–¡Profesora! –era la primera vez que uno de sus alumnos utilizaba la intercomunicación telepática para dirigirse a ella en una de sus sesiones. Estaba fuera de todo protocolo y contra las normas educativas.

Kyara, aún desconcertada ante el gran resultado que acababa de examinar, se acercó a la nueva caja, esperando algo extraordinario tras el uso prohibido de la telepatía.

Efectivamente, el joven Whurf no defraudó a su profesora. Kyara, por medio de la lente y sus botones, vio el multiverso de la caja. Se habían formado tres universos estériles y un cuarto universo con el aviso indudable de que albergaba vida. Whurf consiguió un universo basado en el espacio y el tiempo. Contenía una infinidad de galaxias. La lupa lo iba acelerando hacia una de ellas, y lo adentró en las espirales periféricas, para seguir hacia un sistema planetario orbitando un sol en su centro. Luego lo llevó al tercer planeta más cercano. Océanos, desiertos, selvas, bosques, todos ellos repletos de ¡vida!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad