Cájar, el pueblo que se acaba en «dos pasos»
Es el municipio más pequeño en superficie de Andalucía, por lo que en él es casi imposible salir a la calle sin vulnerar la norma que impide pasar la frontera
Viernes, 15 de mayo 2020, 01:24
El bancal de coles, el nogal, la tapia blanca. Paco señala al fondo, justo donde una pared enlucida se acomoda a la curva de un ... camino de tierra. Está apenas a diez pasos. De frente caminan dos mujeres con chandal coloridos, mascarillas al cuello y sudaderas atadas a la cintura. «Solo tienes que mirar las veredas del camino. ¿Ves? de aquí (dice señalando los márgenes de la vía) a la esquina está desbrozado, y de ahí para arriba no, pues justo en ese tramo es donde empieza Cájar y termina La Zubia, porque acabamos de ver cómo los operarios de este Ayuntamiento se daban la vuelta», señala una de ellas, que había dado precisión al cálculo aproximado de Paco.
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El vecino tiene un terrenito en mitad de la Vega, que es uno de los desahogos naturales del municipio de Cájar. No hay muchas zonas así. El 'Carmen a los pies de Sierra Nevada', como se presenta cuando pasas la rotonda de entrada al municipio, tiene varias particularidades que lo hacen único no solo en Granada sino también en Andalucía. El problema es que algunas de estas singularidades no le son muy favorables en los tiempos que corren. En una fase 0 de la desescalada en la que sus restricciones hacen casi incompatible salir a la calle en los términos en los que está hoy permitido sin obligarse a infringir las normas.
En Cájar se puede también romper el confinamiento para pasear o hacer deporte, el problema es que no hay mucho espacio para hacerlo. Sus más de 5.000 habitantes tienen que compartir un área muy pequeña, de apenas 1,65 kilómetros cuadrados de superficie. Esto le convierte en uno de los pueblos más diminutos en extensión de toda España y, desde luego, en el menor de todos los que salpican tanto Andalucía como Granada.
Teniendo en cuenta que en la fase inicial de la desescalada promovida por el Gobierno de España se impide a las personas pasar de un municipio a otro a no ser que sea en caso de emergencia, los vecinos en Cájar se las ven y se las desean para poder respetar esta directriz. Pues es casi inevitable tras un ratito de paseo 'invadir' pueblos colindantes como La Zubia, Monachil o Huétor Vega.
La alcaldesa de este municipio del área metropolitana, Mónica Castillo de la Rica, reconoce a IDEAL que el día en el que se conocieron los detalles de la fase 0, en el pueblo comenzaron a brotar preguntas en varias direcciones. Las primeras estaban relacionadas con el cómo organizarse. Cájar es pequeño pero también tiene una amplia densidad de población. Son hoy 5.129 habitantes, por lo que por culpa de este pico tienen que ajustar sus salidas a las franjas horarias, de las que solo se libran los municipios en los que viven menos de 5.000 perso nas. Esto ha tenido que explicarse, pero el asunto de no traspasar las fronteras entre pueblos requirió hasta de una llamada de teléfono.
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«Surgió la duda, sobre todo a los ciclistas, en cuanto supimos que estaba prohibido salir de Cájar, porque, claro, es que es muy pequeño. Así que lo que hice fue llamar a la subdelegada del Gobierno para que me explicará cómo debíamos hacerlo», explica De la Rica, que la respuesta que recibió fue la confirmación de que, efectivamente, los vecinos de Cájar no podían ser una excepción: tenían que moverse sin trascender sus fronteras.
Han pasado diez días desde entonces. Y los ciudadanos de este pueblo mirador parecen haberle «cogido el truco», explica un señor que va camino de su casa. A la altura de la sede consistorial cuenta que todo radica en conocer bien por dónde se anda. «Se puede pasear una hora por la Vega sin necesidad de salir. Es como una circunvalación peatonal», señala el vecino, que se refiere a uno de los dos itinerarios estrella de esta zona. El otro es el camino al Monte Cábula, que lo menciona la alcaldesa en mitad de la charla. Es uno de los orgullos naturales de este municipio metropolitano. Se llega a través de una senda sin asfaltar cortada al tráfico con una cadena. Conforme se recorre, las vistas se van haciendo cada vez más esplendorosas. Y son cada día disfrutadas por cientos de paseantes y deportistas sobre todo a partir de las ocho de la tarde.
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Pero como en el resto del pueblo, tras un ratito andando el mapa también se acaba. Pasado el cementerio, el terreno se hace plano y deja visible un cartel del Monte Cábula. «De aquí para la derecha ya es La Zubia», precisa una chica que ha subido a hacer deporte acompañada de sus cascos. Sin más dilación continúa su marcha haciendo uno el terreno que pisa. Pero en realidad son tres: un triángulo en el que confluyen Monachil, La Zubia y Cájar, que siempre tiene las de perder.
«Es que aquí das dos pasos y ya te has salido del pueblo», resume Adolfo lo que pasa en este lugar, que además tiene otra particularidad: acumula la renta per cápita más alta de Granada. Ya en la pequeña urbe, este vecino explica que es de Cájar de milagro, pues su propiedad está a exactamente cinco metros de Monachil. Su calle se divide en dos mitades longitudinales: una pertenece a Cájar y la otra a Monachil. Es la Vía del Tranvía, que sirve como ejemplo paradigmático de la singular fisionomía de este pueblo. Si Adolfo quiere ir al súper más cercano lo tiene fácil, pues está en la acera de enfrente a su casa.
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El problema es que si va, mejor que no lo vea la Guardia Civil. Al menos hasta que Granada no pase su particular frontera en la desescalada.
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