El 061 y un belén en la A-92: «Después de tres muertes, reconforta atender a una recién nacida»
El pasado día de Navidad, una niña vino al mundo dentro de un coche que tuvo que detenerse antes de llegar a Granada al adelantarse el parto
Dos infartos fulminantes y un ictus también mortal. El equipo del 061 de Granada llegaba al final de su turno con una sensación de amargura ... e impotencia. Tres vidas se habían derrumbado ante sus ojos. Seguro que estaban deseando acabar para tomarse un respiro y pensar en días mejores. Y entonces llegó el aviso: una mujer estaba a punto de dar a luz en un coche que se había detenido en la A-92, frente al Aeropuerto Federico García Lorca. Eran las 6,42 de la madrugada del día de Navidad y el 061 debía acudir a toda prisa al belén viviente.
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La enfermera Antonia Carricondo, el conductor Francisco Sánchez y el médico Antonio Jiménez Raya partieron raudos hacía el lugar de los hechos. No sabían con qué se iban a encontrar. El trabajo del personal de los servicios que atienden incidentes críticos es así, siempre les acompaña la incertidumbre.
Cuando llegaron al nacimiento, ya estaban allí sus compañeros de las urgencias de Santa Fe, varios patrulleros de la Guardia Civil de Tráfico y los operarios que se encargan del mantenimiento de las carreteros. A todos ellos les tocaba interpretar el papel de Reyes Magos.
En el asiento del copiloto
El niño Jesús era en este caso una pequeña de origen marroquí, pero ya granadina de Chauchina (fue en el término municipal en el que fue alumbrada). La criatura no había podido esperar y estaba en el regazo de su madre. La mujer había parido en el asiento del copiloto. Ysu marido, que iba al volante, estaba nervioso como un calambre.
La mamá y su hija, la tercera del matrimonio, estaban todavía unidas por el cordón umbilical. «Lo cortamos y ya las trasladamos al Hospital Clínico San Cecilio (conocido popularmente como el PTS), que era precisamente a donde iban ellos porque la mujer había empezado a sentir contracciones. Enseguida comprobamos que estaban bien. La niña pesó tres kilos y medio. La madre no era primeriza y esto también ayudó. Eran vecinos de una localidad de la provincia y habían decidido a acercarse al Clínico, que era donde le hacían el seguimiento de la gestación, porque había empezado a sentir contracciones. A mitad de camino, tuvieron que parar el coche porque la bebé ya estaba saliendo», recuerda el doctor Jiménez Raya, que no era la primera vez que ejercía como matrón. «Yo ya había estado en otros cinco partos antes. Estamos acostumbrados a estas urgencias. Estamos bien formados en distintas situaciones. También en los partos extrahospitalarios», indica el galeno.
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Una jornada «tremenda»
Jiménez Raya y sus compañeros estaban al final de una jornada laboral que «había sido tremenda», según sus propias palabras. «Habíamos tenido dos paradas con resultado de muerte. Y luego un ictus que también acabó en fallecimiento», rememora el médico las vicisitudes de un turno de pesadilla. Ese es el accidentado territorio en el que deben moverse los sanitarios del 061. Lo que para la mayoría es excepcional, para ellos es normal. O casi.
Están habituados a desenvolverse en circunstancias muy comprometidas, pero no es fácil. En esta ocasión hubo luz al final de una noche demasiado oscura. Y eso siempre ayuda. «Después de tres muertes, fue reconfortante atender a una recién nacida. Fue especial, una pequeña recompensa», concluye el médico.
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