El bar de Granada que defiende el horario de sus trabajadores: «Si todos ponemos de nuestra parte, nos irá mejor»
Una reseña de un cliente en la que se quejaba de no recibir atención a partir de las 16.00 horas sirvió de altavoz para proteger los derechos de estos profesionales
La plaza del Aliatar y el Bar Aliatar Los Caracoles, en el Albaicín, van de la mano. Parada obligada de granadinos y visitantes, en el ... nombre ya advierte de una de las especialidades que sus clientes van a encontrar, entre otras muchas cosas de una gastronomía local que lleva más de 80 años agasajando a sus clientes.
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A estas alturas, hablar de la fama del Aliatar Los Caracoles resulta innecesario. Sin embargo, hace unos meses una reseña de un cliente ofendido puso en relieve una práctica que, por desgracia, no en todos los negocios hosteleros se practica: el respeto a los horarios de los trabajadores.
Fue el pasado mes de abril. Unos clientes entraron pocos minutos después de las cuatro de la tarde, hora de cierre del negocio al mediodía. David Martínez, uno de los propietarios del establecimiento, les indicó que no le podía servir nada porque iban a cerrar. «Entraron a las cuatro y poco, les dije que estábamos cerrando y no pasó nada más. No me dijeron nada y se fueron sin más», explicó entonces David a IDEAL. Sin embargo, pasados unos minutos se encontraron con una reseña de estos clientes quejándose de no haber sido atendidos. «A las 16:01 no te ponen ni una cerveza un sábado estando el bar con gente… Cultura de Granada, tapas… Será en horario noruego, lamentable». Desde el Aliatar contestaron que ellos debían respetar el horario de sus trabajadores, una respuesta muy aplaudida.
Unos meses después, en las redes sociales del propio negocio albaicinero se han hecho eco de esta noticia y ha recordado a sus clientes que «a las cuatro y un minuto aquí no se sirve cerveza ni una ración de caracoles». Lo dice Carla Martín, al frente del Aliatar desde hace un año, tras coger el testigo de sus padres. «La medida no es como tal una medida, sino darle al personal lo que en cualquier trabajo tienen, que es respeto. A mí, como empresa, me gusta que mis trabajadores sean puntuales, y yo creo que a ellos también le gusta que le corresponda con el mismo respeto», explica con total naturalidad.
La respuesta de los clientes ha sido de lo más positiva, pues «la mayoría lo entienden». Este cumplimiento escrupuloso del horario no es algo de ahora, «venimos de un cambio que empezó hace muchos años», puntualiza Carla, que entiende que «la dinámica de los clientes en la hostelería ha ido cambiando, son cocientes de los horarios». Este 'ruido' surgido a raíz de la reseña de aquel cliente en abril fue algo puntual y aislado -«siempre hay alguien que no avanza»-, pero la empresaria entiende que «si todos ponemos de nuestra parte solo un poco, nos irá mejor a trabajadores, clientes y empresa».
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Carla Martín explica que, con esta forma de funcionar, «solo intento trasmitir lo que mis tres generaciones anteriores me han enseñado: respeto y trabajo». El Aliatar Los Caracoles lleva funcionando como emblema gastronómico del Albaicín desde 1940. Los padres de Carla son la tercera generación y ella lleva con ellos trabajando «desde los 17 años».
En el último año ha asumido la gestión del negocio familiar «más intensamente». A sus 43 años, ha pasado de ser apoyo de sus progenitores a que ellos «se apoyan más en mí» ahora que ha dado un paso adelante. Además de seguir ofreciendo comida tradicional granadina a turistas y vecinos, tiene claro que el bienestar de los profesionales que trabajan en su negocio es esencial para que siga siendo un referente.
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