Pepe Marín

Aziz y Moussa: miedo, hambre y sed en el mar frente a la guerra y la esclavitud

Aziz y Moussa son dos jóvenes migrantes que salieron de Senegal y Mauritania para alcanzar Canarias y ahora residen en Granada dentro del programa humanitario de la ONG Accem

Domingo, 22 de junio 2025, 00:18

Aziz y Moussa tienen 25 y 24 años respectivamente. Nacieron en Senegal y Mauritania. El primero tiene un hermano y el segundo tres. Los dos ... viven ahora a miles de kilómetros de su familia y buscan empezar una nueva vida en España. Ahora mismo residen en Granada, aunque no saben dónde serán trasladados cuando se tramite su solicitud de asilo. Están en el programa de atención humanitaria que la ONG Accem gestiona en la ciudad. Junto a ellos residen otras 112 personas, cada uno con una historia diferente, pero todos con algo en común, la huida de situaciones, casi siempre dramáticas, y el anhelo de un presente y un futuro tranquilos.

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Moussa vivía en un pequeño pueblo. Sin agua ni electricidad. Y en el que la esclavitud aún existe. De eso huyó, de ser un esclavo, como lo ha sido toda la vida su padre. Su progenitor se acabó habituando a esta terrible situación. Él quería algo mejor. Se marchó, caminando, hasta una ciudad de más tamaño. Dejó atrás a su familia. En aquel momento no pensaba en subirse a una embarcación para cruzar el mar camino de Europa, pero en su nuevo destino tampoco encontró facilidades y allí conoció a otros con problemas similares que le animaron a coger aquella patera. Navegó durante cuatro días y cuatro noches. Junto a él iban otras 40 personas. Afirma que había momentos en los que algunos querían lanzarse al mar. Él mismo sintió que no podría resistirlo. El apoyo de los unos a los otros los mantuvo con vida hasta que la precaria embarcación arribó en El Hierro, en Canarias. Su familia no sabía que había decidido lanzarse al mar y arriesgar su vida en busca de una vida distinta a la que había tenido. «Tenía miedo», asegura cuando recuerda aquellos días y sobre todo aquellas noches en mitad de un mar que se vuelve, si cabe, aún más inmenso. «Había gente cansada. Que quería lanzarse al agua», rememora. Pero lograron llegar.

Ahora le gustaría ser cocinero. Va a clases de informática y está aprendiendo español. Su objetivo es ayudar a sus hermanos, la más pequeña tiene 19 años. Quiere conseguir su documentación y trabajar. Mientras tanto, agradece la acogida que ha tenido en Granada. Y contacta con su familia siempre que puede.

Nueve días en el mar

Aziz es el mayor de dos hermanos. Huyó de las guerrillas de rebeldes en Senegal. En su pueblo estudiaba y jugaba a fútbol. Se marchó sin que su familia supiera que iba a subirse a una embarcación para intentar alcanzar Europa. Estuvo nueve días a bordo del cayuco, con más de doscientas personas, todas con el mismo objetivo. «Es duro, muy duro. No hay agua, ni comida suficiente. No se puede dormir por la noche. Pasas mucho miedo», afirma. Pero recuerda que cuando por fin llegaron a tierra fue «muy feliz». Quiere arreglar su situación documental para poder trabajar y ayudar a su familia. Le gustaría que sus padres y su hermano también salieran de Senegal. «Aquí se puede vivir tranquilo, no hay problemas», explica, al tiempo que asegura que está en contacto permanente con su familia.

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Los dos son solicitantes de asilo. Aziz lleva ya tres meses en España y se maneja bastante bien en español. Moussa apenas lleva un mes, pero también puede comunicarse ya y sigue aprendiendo.

Son dos de las muchas historias de los cientos de jóvenes que cada día se lanzan al mar en busca de un futuro mejor. A su llegada a España, las oenegés que trabajan con ellos, entre otras muchas cosas, tienen que tratar de reducir sus expectativas. Aunque no lo parezca, la travesía de estos dos chicos acaba de empezar y no tienen ni idea de dónde terminará.

Al terminar la charla, Aziz nos regala una pulsera que ha hecho en uno de los talleres en los que participan. La semana pasada estuvieron en un festival que se organizaron en La Chana, Moussa nos cuenta entre risas que esa música no se puede bailar. De momento, la música de por aquí es lo único que no les convence. Le falta ritmo.

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Asistencia psicológica y letrada como punto de partida

La ONGAccem lleva casi medio año en Granada atendiendo a migrantes en situación de vulnerabilidad que llegaron a España a través de Canarias y ahora intentan tramitar su solicitud de protección internacional.

La entidad ha atendido ya a 300 personas. Actualmente hay 114 personas acogidas en su recurso. Todos son hombres, la mayoriá tiene entre 20 y 30 años y huyen de la guerra, la esclavitud o la persecución política, entre muchas otras cuestiones.

En el espacio donde son acogidos, estas personas que tienen libertad de movimiento, tienen tres turnos de comida, con una dieta adaptada a sus circunstancias y necesidades. Pueden participar en diversas actividades, muchas de ellas organizadas con el centro cívico del barrio de la Chana para contribuir a la integración y la vinculación entre vecinos y migrantes. Y también asistencia letrada para la tramitación de su documentación y psicológica.

Aprender español es una de sus principales demandas. Pero también son muchos los que necesitan ayuda psicológica para asumir todo lo que han pasado antes de llegar hasta aquí.

En el trabajo de la entidad también está reducir las expectativas de los migrantes. Que sean conscientes de que el periplo solo acaba de empezar.

En Granada estarán unos meses, hasta que se tramite su documentación. La Comisaria de Policía atiende a cuatro o cinco personas a la semana para tramitar el asilo. Después entrarán en el programa para solicitantes de protección internacional y serán derivados no saben a donde. El viaje es largo, el destino incierto.

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