Ayuntamiento y ONG reconocen que más de cien personas duermen al aire libre en Granada

El CEA, ahora, es menos clavo. La pandemia, el toque de queda y el estado de alarma con las medidas de seguridad consiguientes, le han obligado a cerrar sus puertas aunque sigan prestando sus servicios. Se traduce en que abren sus puertas dos horas, de nueve a once de la mañana, para que sus usuarios se duchen o utilicen los servicios. Ya no están abiertos todo el día durante doce horas. Quiere decir que el servicio de lavandería es a través de una reja, que es ahora la anterior puerta de entrada. Ylas medicinas, también se dispensan a través de esa puerta con rejas. Ytodo lo demás.

Aparece una mujer. Se llama Inma. La trabajadora que ayer estaba en la puerta del CEA la conoce muy bien. De todos los días. Le pide compresas y cuchillas de afeitar. Se las proporciona. Le pregunta si quiere un colacao. Dice que sí. Y se lo lleva calentito junto con un bocata. Pero el CEA, permanece cerrado.

En la otra punta de la ciudad, en la calle El Guerra del barrio de La Cruz, Ana, de Calor y Café, se muestra muy preocupada. «Las colas comienzan a las ocho de la mañana y nos tiramos toda la mañana repartiendo alimentos, escuchando y tratando de resolver los problemas». Hay gente de todo tipo, la crisis y la pandemia han acelerado el proceso de desigualdad. «Ytambién tenemos mucha gente que, además, no tiene hogar. Es toda una barbaridad».

En el barrio del Zaidín, Carmen Caballos, organiza con el resto de voluntarios la asociación 'La calle mata'. Carmen, 73 años y muy activa, también pertenece a la asociación Andalucía Pro Derechos Humanos. En un folio lleva apuntados los datos de las personas sin hogar que hay en Granada. Reconoce que varía y que son cifras volátiles, pero que hay como dos centenares de personas, de las que unas ochenta tienen plaza para dormir a diario.

«El problema son esas otras cien o ciento veinte. En pleno estado de alarma, con el invierno a las puertas. Estamos desesperados con su situación». Por eso exigen que se abra un albergue municipal. «Hay que atender a esas cien personas ya».

Y recuerda que, por esta razón, diversas formaciones políticas del Ayuntamiento han reclamado el mes pasado que el Ayuntamiento abra un albergue municipal para dar respuesta a este colectivo. «No queremos ser agoreras, pero cuando termine de llegar el frío puede pasar cualquier desgracia».

José Antonio Huertas es el concejal responsable de este espinoso tema. Sostiene que ya hay dos albergues municipales en Granada. Una para hombres (Cáritas)y otro para mujeres y sus hijos e hijas (OCREM). Ambos son programas con financiación municipal. Entre ambos mantienen ochenta plazas.

Además, hay toda una red para las personas sin hogar, defiende Huertas. Menciona el programa 'Housing First' (Casa Primero), donde hay diez pisos con 10 personas alojadas, una por piso. Además, hay disponibles viviendas sociales compartidas. Hay veinte personas en esos cinco pisos.

El concejal saca el tema del CEA. «Me comprometí personalmente a que este año se aumentara el periodo de pernocta en el CEA. Y eso hemos hecho. Si todo va bien, se abre el 15 de noviembre, cinco semanas antes respecto al año pasado. El año pasado había 45 plazas para dormir. Este año unas 15, por el coronavirus».

Respecto al albergue, quieren buscar una infraestructura para trasladar el programa del CEA a un lugar con más superficie para aumentar los programas dirigidos a personas sin hogar. «Hicimos la solicitud con el Patronato de Fray Leopoldo, que me parecía ideal, pero alegaron que en sus estatutos pone que tiene ser para residencia de mayores».

«En total, resume el edil, no desde ayer ni anteayer ni desde hace dos meses, el Ayuntamiento de Granada tiene programas hoy para 112 personas todas las noches». Pone también de relieve el convenio con Cruz Roja. «Hay una UVI móvil, que sale por las noches y atiende a las personas sin hogar que están en la calle». Yeste servicio les informa que pese al esfuerzo de alojar cada noche a ciento y pico personas, «todavía quedan en la calle entre 120 y 130 personas».

Las cosas de palacio van despacio. Las de los albergues para las personas sin hogar, como lágrimas en el mar. Que cien personas no son nada, que veinte años tampoco. No más que un tango solitario, triste y sin hogar.