«No es autoayuda, es deporte»

Unos y otro pusieron su mejor voluntad para que el experimento funcionase, pero Camilo no acaba de estar cómodo. Su padre llegó a 'tunearle' las silla con unas tablas para que pudiese ecolucionar con la máxima naturalidad posible, pero Camilo no acababa de encajar del todo.  «Sentía como que lo perdonaban al jugar», recuerda Luciana, su madre.

Fue entonces cuando se cruzó en sus vidas el powerchair football, el fútbol en silla de ruedas con motor, una modalidad deportiva que se adecuaba perfectamente a las características de Camilo. Por fin iba a ser un auténtico pelotero. «El powerchair cambia la vida de quienes lo práctican, que son personas con una discapacidad severa porque tienen una enfermedad crónica, como es el caso de mi hijo, o porque han sufrido lesiones medulares... Son chicos y chicas –el powerchair es mixto– que nunca habían sido protagonistas. Jugaban como podían y powerchair les permite competir con todas las consecuencias. No es autoayuda, es deporte. Aprenden a ganar y a perder, como todos. Fomenta su autoestima. Ganan autonomía y confianza. Aprenden a jugar en equipo. Se juntan para hacer algo bueno y se alejan de la posibilidad de caer en una vida sedentaria», detalla Luciana las ventajas de una actividad que cuenta con el apoyo económico de la Fundación la Caixa.

En este sentido, no es extraño que cada vez tenga más aceptación. La Asociación de Clubes Powerchair Football España ya está planificando la temporada 2020-2021 y trabaja en el lanzamiento de la Selección Nacional, siempre que la pandemia lo permita. Quizá Camilio sea uno de los elegidos para vestir la camiseta de la Roja sobre ruedas.