El 024 es el teléfono de atención al suicidio. IDEAL
La lacra del suicidio

Arrojarse a la muerte

En España se suicidan al año más de cuatro mil personas, siendo la segunda causa de muerte en nuestro país

Clara Peñalver

Domingo, 21 de mayo 2023, 00:09

El 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf se adentró en las revoltosas aguas del río Ouse, con una pesadísima colección de piedras repartida en ... los bolsillos del vestido, uno de esos vestidos que hoy llamamos 'de época', tan frondosos como aparatosos por las múltiples capas de tejido. Aquel día, la famosa escritora no pudo, no quiso, seguir cargando con el peso de la vida —había voces en su cabeza que la atormentaban y hoy se sospecha que padeció un trastorno bipolar—, menos aún, seguir lastrando la existencia de su marido, Leonard. Sus últimas palabras fueron para él, y con ellas decido hoy adentrarme en este nuevo, frágil y duro lugar de la muerte: el suicidio. Un tema que me toca, que me araña las entrañas. Que me irrita y me indigna. Que me duele. Que me obliga a teclear con la fuerza de la incredulidad. Porque, por más que lo pienso, menos lo entiendo.

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Dice la RAE:

Desesperación

1. f. Pérdida total de la esperanza.

2. f. Alteración extrema del ánimo causada por cólera, despecho o enojo.

3. f. Persona o cosa que provoca esas emociones.

¿Cómo es posible que la segunda causa de muerte en nuestro país, ¡la primera entre jóvenes y adolescentes!, genere tan poco impacto a nivel social? No sé si lo saben, pero en España se suicidan al año más de cuatro mil personas. Y permítanme que insista en el dato:

MÁS DE CUATRO MIL SUICIDIOS

CUATRO MIL

AL AÑO

Unas once personas al día.

Once.

A diario.

Y la cifra aumenta año tras año.

Queda claro, por tanto, que es un tema importante; un tema que suscita debate; que pone el foco, no sólo en quien sufre tanto que decide marcharse o en quienes se quedan sufriendo esa marcha. Pone el foco en el sistema de salud y en la administración. En la prensa. En lo que podría llegar hacerse y no se hace. En lo mucho, muchísimo que se pierde mirando a otro lado. Guardando silencio.

Antes se pensaba que hablar abiertamente del suicidio era un error. Que comentar un caso a nivel local o hablar de ello en los medios de comunicación podía ser perjudicial. Se trataba como una enfermedad contagiosa, como si las ideas suicidas pudieran ser inoculadas a través de las palabras. Hoy se sabe que la mejor forma de abordar el suicidio es la comunicación. Pero ya llegaremos a eso. Tratemos de responder primero a una pregunta: ¿Qué es lo que lleva a una persona a desear la muerte?

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Dice la RAE:

Abandono

1. tr. Dejar, desamparar a alguien o algo.

3. tr. Dejar un lugar, apartarse de él.

4. tr. Cesar de frecuentar o habitar un lugar.

10. prnl. Caer de ánimo, rendirse en las adversidades y contratiempos.

La respuesta, y no lo digo yo, lo dicen los especialistas, es otra pregunta: ¿Es la muerte lo que desean? Y, en este caso, la respuesta es rotunda:

NO

Soledad, desesperación, desamparo, angustia, falta de expectativas, aislamiento, violencia… Salvo excepciones —siempre hay excepciones—, el objetivo de alguien que piensa en el suicidio no es la muerte sino acabar con su sufrimiento. Porque, tal y como apunta la psicóloga sanitaria Mercedes Cavanillas en el documental 'Sobre vivir', «el suicidio es una solución permanente para algo que con frecuencia es temporal». Del mismo film extraigo la siguiente información poderosa, pronunciada por Junibel Lancho, coordinadora del 024, el teléfono de atención al suicidio: «Noventa minutos es lo que está estudiado científicamente desde que una persona tiene la ideación de suicidio hasta que puede llegar a cometerlo».

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NOVENTA MINUTOS

PARA DECIDIR SI MORIR O NO

NOVENTA MINUTOS

PARA TENER LA OPORTUNIDAD DE SALVAR ESA VIDA

Según Lancho, han sido muchas las ocasiones en que las personas que atienden tales llamadas de desesperación han logrado detener un suicidio en curso. Entonces, ¿por qué, sabiendo que más de cuatro mil personas se quitan la vida en nuestro país al año, no está ese teléfono en cada maldito rincón de nuestras ciudades? Pues por la misma razón que no hay suficientes psicólogos en nuestros centros de salud. Por la misma razón que la tristeza crónica se aborda a golpe de receta y en ausencia de psicoterapia. Por la misma razón, en fin, que una persona cualquiera, una persona que podría ser nuestra madre o padre, nuestro hermano o hermana, nuestro hijo o hija…, acaba llenando una bañera y metiéndose en ella con un bisturí en la mano o encerrándose en su habitación con un arsenal de pastillas o arrojándose por una ventana.

Porque del suicidio no se habla.

Porque aquello que no se nombra no existe.

No existía, al menos.

Gracias al periodista Pablo Montes Sánchez y al antropólogo Álvaro Montes Sánchez por el documental 'Sobre vivir', un concienzudo trabajo de investigación en el que, a través de numerosos testimonios, demuestran que el suicidio es una de las dolencias más graves que asolan nuestra sociedad. Gracias, en especial, a Álvaro, por compartir conmigo aquellos ocho meses de producción, sus reflexiones y aprendizajes. Mucho de ello impregna este texto.

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Y llega ahora el momento de pedir disculpas.

Perdón por la exaltación.

Perdón por este arranque de reivindicación.

Perdón por hacer lo que creo que debo hacer en este momento: exigir atención y visibilidad y responsabilidad.

A ti, que me lees, por favor, abre los ojos, los oídos, la sensibilidad. Presta atención a quienes te rodean. No siempre hay señales claras pero, en caso de haberlas, puede que algún día una persona que sufre, que siente angustia y desamparo necesite que hables con ella y que le digas que no está sola.

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Y a ustedes, señores y señoras que hacen las leyes y las campañas de comunicación destinadas a la ciudadanía, que crean hospitales y deciden quiénes han de componer los equipos humanos, tanto en especialidad como en número, que deberán encargarse de cuidarnos por fuera y por dentro. A ustedes les pido que respeten nuestros derechos, que hagan que nos sintamos seguros y protegidos por el sistema, que den importancia, de verdad, a la salud mental. Voz al suicidio. Con ello no solo merecerán que les votemos. Con ello, además, estarán haciendo, simple y llanamente, su trabajo.

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