Estado en el que ha quedado la vivienda incendiada. Ariel C. Rojas
Incendio en Ambroz

«Al ver las llamas, mi marido empezó a gritarme para que cogiera al bebé y saliera»

Un incendio en Ambroz provoca el desalojo de decenas de vecinos

Leticia M. Cano

Jueves, 25 de septiembre 2025, 00:44

Eran las diez de la noche cuando uno de los vecinos de Ambroz volvía a su hogar tras su jornada laboral. Dispuestos a cenar y ... a dormir a su bebé, el timbre irrumpió la calma. «Un vecino tocó para que saliéramos», comenta la dueña de una casa de la calle Arenal. Les resultó extraño que alguien los llamara, pero abrieron la puerta. «Cuando mi marido vio las llamas, empezó a gritarme para que cogiera al bebé y saliera», añade aún con el susto en el cuerpo.

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El patio de una casa muy cercana estaba ardiendo y tenían que desalojar la vivienda. «Los vecinos comenzaron a salir de sus casas y a mover los vehículos que estaban cerca», explica. Su marido se quedó en el interior, cogió una manguera y, junto a otros vecinos, comenzaron a refrescar la zona más próxima a las llamas. «El fuego era muy grande, era impensable apagarlo con una manguera», comenta. Minutos más tarde llegaron los Bomberos.

Otra de las vecinas les ofreció su hogar para que no estuviesen fuera y el bebé no inhalara humo. A pesar de la cercanía de las viviendas, al tener las ventanas cerradas nada les hizo sospechar de lo que sucedía unos metros más allá, pero poco tiempo después, una vez fueron desalojados, el humo comenzó a entrar por toda su vivienda. «Los Bomberos accedieron para verificar que no había ningún daño, pero nos recomendaron que lo mejor era dormir fuera de casa».

Su marido, ante la poca confianza que le transmitía la situación de la vivienda afectada por el fuego, prefirió dormir allí o, más bien, mantenerse toda la noche alerta por si el fuego volvía a reavivarse. «Tenemos gatos y no podíamos llevárnoslos», añade. «Pasamos mucho miedo, pensábamos que podía llegar a casa porque las llamas superaron la altura del techo», describe consternada.

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Ella se marchó a casa de su madre con su bebé pero su marido se quedó en Ambroz. «Ha acudido al centro de salud porque no se encontraba bien al haber respirado tanto humo», afirma. El extintor que tenían preparado sigue en el suelo de su cocina. Parece imposible desprenderse del olor a humo. «No sé qué vecino llamó a mi puerta, pero le estaré agradecida toda mi vida», sentencia.

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