Agentes de la Guardia Civil accediendo al bloque donde tuvieron lugar los hechos. Pepe Marín
Agresión con una daga a una mujer

«Era normal oírlos, pero jamás imaginamos ese nivel de violencia»

Los vecinos aseguran que el detenido estuvo sentado en las escaleras del bloque desde una hora antes del presunto ataque

Laura Velasco

Granada

Viernes, 19 de enero 2024, 00:24

El presunto ataque de un hombre a la pareja de su padre con una daga ayer es solo la punta del iceberg de una relación ... tormentosa que venía de antes. Las discusiones, según han explicado los vecinos a IDEAL, eran constantes. Con una diferencia: mientras que normalmente se les oía discutir a los dos, ayer únicamente se escuchaban los gritos de ella.

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Según ha podido saber este periódico, el hombre merodeaba ayer por el bloque, situado en la calle Generalife de Maracena, desde aproximadamente una hora antes del ataque. En torno a las nueve y cuarto de la mañana estaba sentado en las escaleras que conectan el rellano con la primera planta, cubriéndose el rostro con las manos, visiblemente afectado. Llevaba puesto un uniforme de trabajo, al parecer, de un supermercado. A la pregunta de algún vecino de si se necesitaba algo, respondió que no. Nadie vio el arma con el que presuntamente atacó a la mujer una hora después.

Y aunque los residentes del edificio estaban acostumbrados a oír sus disputas, lo de ayer les alarmó especialmente. El que avisó al servicio de Emergencias 112 fue precisamente una persona que hablaba de una fuerte pelea en un piso cercano. «No me pareció nada diferente a lo que oíamos normalmente, así que no presté mucha atención. Es cierto que esta vez solo se la oía gritar a ella y, de repente… una sucesión de golpes. Era normal escucharlos discutir, pero jamás imaginamos ese nivel de violencia», cuenta el inquilino de una vivienda del bloque.

Muchos de los vecinos no se encontraban allí cuando se produjo la presunta agresión, puesto que estaban trabajando, haciendo deporte u otras actividades fuera. Al volver a casa y encontrarse con la Guardia Civil, supieron que algo no iba bien. Otros sí estaban en casa, pero no escucharon nada. La primera planta de ese ala del edificio estuvo intransitable durante unas horas, la Benemérita trabajaba a destajo para recoger pruebas.

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Para llegar a fin de mes

La mujer mantenía una relación normal con los vecinos. En una ocasión, relatan, les dejó una nota a cada uno de ellos diciéndoles que vendía productos de cosmética y pidiéndoles si podían comprarle alguno, ya que «le costaba llegar a fin de mes».

Además del pesar por lo que le ha sucedido a la mujer y los deseos de pronta recuperación, en el edificio se comentaba una idea: el miedo de que el hombre pudiera haber atacado a más personas. «Es inevitable pensar en que ha estado por aquí con un arma tan peligrosa», concluyen.

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