Un chapuzón que hace historia

Su madre, Tamara, se mostraba encantada con el acuerdo alcanzado hace unos meses entre el Ayuntamiento de Monachil y el hotel Los Cerezos para convertir la instalación de baño del establecimiento en piscina municipal. «Me parece estupendo. Otros años nos hemos ido al Padul, a Almanjáyar o al Guerra, coche para arriba, coche para abajo. Esto nos pilla cerquita», explica la joven.

El alcalde, José Morales (PSOE), recuerda que la piscina pública era una vieja reivindicación vecinal desde hace años, pero el Ayuntamiento no dispone de los terrenos ni del dinero necesario para construirla, por lo que el acuerdo con los propietarios del hotel ha sido una suerte.

El municipio ha invertido 50.000 euros entre el alquiler durante el verano, las obras de mejora y puesta a punto de las instalaciones, la compra de hamacas, sombrillas y toldos, el contrato de socorristas y monitores, y el mantenimiento del vaso. El hotel cerró al público hace dos años y actualmente es centro de alojamiento de la Asociación TOC Granada, mientras el restaurante-terraza Los Cerezos y la sala de eventos Azahar siguen abiertos.

Morales destaca el carácter social de esta iniciativa, que es fruto de los «presupuestos participativos» de la localidad: «En esta zona hay bastantes chalés con piscina, pero también hay muchos vecinos que no la tienen». La respuesta en el primer día –con música y colchones hinchables– fue muy buena y el aforo de 50 personas casi se había completado antes de mediodía.

A partir de este viernes, la entrada costará 4 euros el día completo (de 12.00 a 20.00h) de martes a domingo y 2 euros las tardes, con bonos de descuento para los empadronados en el municipio (15 entradas a 40 euros). Dos días por semana habrá clases de natación antes de la apertura (11.00 a 12.00h) y de aquagym después del cierre (20.00 a 21.00h).

Los vecinos están encantados. Como el grupo de adolescentes que esperan en la puerta de la calle Pino desde antes de las 12.00. «Impresionante –resume Álvaro, de 14 años–. Antes íbamos a bañarnos al río a Los Cahorros o a casa de algún amigo, pero esto es más cómodo». «El precio está muy bien. Hace mucho calor y hay mucha gente que no tiene piscina», apostillan Narai y Carmen, de 13 y 14.

A Carmen, madre de Lourdes, Aitor y Aníbal, le parece bien el precio, teniendo en cuenta que se puede llevar comida y bebida –siempre que no vaya en recipientes de cristal– y echar el día por 4 euros. «A los que trabajamos por la mañana nos va muy bien que haya una tarifa de tarde para darnos un chapuzón. Llevábamos muchos años reclamando una piscina municipal. Casi todos los pueblos la tienen ya», recuerda.

Encarni y José llegan con sus nietas, Carla y Noa, de 9 y 5 años, y escanean la piscina con los ojos en busca de un lugar fresco: la mayoría están ya ocupados. «Hay que venir más temprano», advierte Encarni. José, que no piensa bañarse, se decide por una de las mesas redondas con parasol. «Se me ha olvidado el flotador», alerta la pequeña Noa. «Las vamos a apuntar a las clases de natación», avisa la abuela. Es un día histórico.