El alumno que arregla sillas de ruedas en Churriana como castigo tras ser expulsado

En otras ocasiones Óscar ha acudido al Banco de Alimentos o a acompañar a usuarios de ayuda a domicilio como castigo. Esta vez su destino ha sido la Residencia María Auxiliadora, en Churriana de la Vega, donde acude de 9.00 a 12.00 horas. En principio, tal y como explica la directora del centro, Mª Ángeles Hermoso, el chico iba a echar una mano con las tareas cotidianas. «De forma espontánea se acercó a una silla de ruedas y dijo que estaba rota y podía arreglarla. Vimos que tenía destrezas y aptitudes en ese área y las estamos fomentando. Le encanta la mecánica», explica la directora.

Así lo corrobora Óscar. Desde pequeño le ha gustado arreglar bicicletas, y observando los tornillos de las sillas detectó varias similitudes. «Empecé a desmontarlas y arreglarlas, también los andadores. Creo que puede ayudarme para el futuro», admite el chico. Mientras lo hace, uno de los usuarios de la residencia, Emilio, le cuenta que él trabajaba como chapista. Charlan, ríen y conectan a la perfección pese a los 60 años de edad que los separan. Dice Óscar que le tratan muy bien y aprende de ellos. «Cuando me dijeron que tenía que venir pensé que sería aburrido, pero ahora me siento estupendamente, estoy muy a gusto», admite.

El proyecto socioeducativo del Ayuntamiento de Churriana de la Vega, que propone estas tareas de voluntariado durante el periodo de expulsión, recibió recientemente en Bruselas el Premio Europeo de Servicios Sociales en la categoría 'Equipo excepcional'. El proyecto fue paralizado por la pandemia, pero ya se ha retomado, con resultados gratificantes. «Les damos a los chicos otra oportunidad para que puedan vivir de forma diferente a su realidad, con personas vulnerables», explica Mª Ángeles. El equipo técnico está «muy encima» de los adolescentes, que deben comprender que hay que cumplir unas normas. «Tienen que respetar unos horarios y se les retira el móvil, pero responden bien», afirma.

Luis Rodríguez, concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Churriana, explica que cuando llega final de curso hay más estudiantes expulsados, ya que «se acumulan los partes» y dan lugar a un castigo mayor. El instituto se pone en contacto con ellos y desde la concejalía gestionan el voluntariado. Actualmente hay tres alumnos en esta situación aparte de Óscar. Uno está en el Banco de Alimentos y otro en la ayuda a domicilio. «Cinco días de tareas socioeducativas equivalen a un día menos de expulsión, eso también les motiva», añade.

Cuando finaliza la expulsión, una educadora social del Ayuntamiento realiza un seguimiento de los chicos durante todo el año para ver su evolución. Además, a algunos de ellos les cuesta desvincularse del sitio en el que han aprendido tanto y piden seguir yendo. Lo ideal sería que nunca tuvieran que expulsarles del instituto, pero si ocurre, merecerá la pena si siendo voluntarios encuentran una motivación para su futuro.