Omaima Alouani trabaja en su proyecto de robótica, una guitarra con melodías programadas desde su ordenador. ALFREDO AGUILAR

Los robots invaden las aulas del Juan XXIII

El centro concertado de la zona norte de Granada aplica un modelo de enseñanza en sus clases basado en la programación y la inteligencia artificial

María Saavedra

Badajoz

Domingo, 22 de enero 2023, 23:51

Mohamed y Omaima Alouani tienen 13 y 15 años, son hermanos y a pesar de la diferencia de edad coinciden en el aula de robótica ... de su colegio. Mohamed ha diseñado un juego de 'Pasapalabra' en francés y Omaima hace sonar una guitarra con melodías programadas desde su ordenador. Estos son solo dos de los proyectos que han puesto en pie los alumnos del Centro Concertado de Enseñanza Juan XXIII Cartuja de la zona norte de Granada con el que el colegio arropó la candidatura de la ciudad como sede de la agencia de Inteligencia Artificial.

Publicidad

El metaverso (o mundo virtual) y la robótica del Juan XXIII abarca todos los ciclos. Cuando el equipo puso en marcha el programa de robótica en el aula, hace apenas dos años, tuvo claro que quería llevar esta enseñanza de manera transversal: desde el pensamiento computacional en Infantil hasta el lenguaje de programación de Arduino en Bachillerato, pasando por un cambio en la mentalidad del docente. Al igual que está asimilada la enseñanza bilingüe en el sistema educativo actual, este colegio apuesta por una educación digitalizada.

En este experimento también participan Julia Rodríguez, Alex Milena y Kenza El Khadar, alumnas de ESO que han diseñado con una impresora 3D el interior de una célula animal que utilizan en Primaria para enseñar biología. No le falta detalle. El filamento color azul que sale del aparato recoge con delicadeza pormenores como el núcleo, la mitocondria o el aparato de golgi. Junto a la impresora hay restos de otros trabajos. Tienen hasta una reproducción a escala del Patio de los Leones de la Alhambra que ellas mismas han diseñado mediante un programa de edición en el ordenador.

Dos alumnas muestran las células que han creado a través de una impresora 3D. Alfredo Aguilar

En estas jóvenes alumnas está creciendo el gusanillo para ser futuras ingenieras y en el poco tiempo que dura el encuentro para mostrar cómo funciona un taller de robótica, han tenido ocasión para diseñar la silueta de un esqueleto que más tarde imprimirán en 3D y que algún docente usará en sus clases sobre el cuerpo humano.

Publicidad

Muy cerca de ellas se sienta Saul Velázquez, tiene 15 años y asegura que lleva programando desde que tenía tan solo 10 años. Hoy, cinco años después y con varios reconocimientos en campeonatos de robótica representando a Andalucía a sus espaldas, consigue crear en poco más de un par de horas un robot que detecta cuál es el camino que debe seguir a través de líneas blancas y negras, localiza posibles obstáculos por medio de sensores y muestra mensajes a los largo de su recorrido con luces led. «Gracias por venir», reza en la pantalla de este bot para dar la bienvenida a la sala. A Saul le faltan todavía unos años para terminar la Educación Secundaria pero tiene claro qué quiere hacer de mayor: seguir formándose en robótica. No hay duda que de seguir este camino cumplirá su sueño, gracias en parte a la formación especializada que brindan en este colegio de una manera accesible a todas las edades.

Arriba, monitores de ESO enseñan a los pequeños de Infantil a dar órdenes a un robot basándose en el pensamiento computacional. Abajo, Saul Velázquez explica el funcionamiento de su bot a una compañera y dos alumnas abren las puertas al aula de robótica. Alfredo Aguilar

Aprendizaje de integración, cooperativo y circular

Mientras estos transforman ideas en proyectos materiales, alumnos de otros cursos observan con atención desde un pequeño anfiteatro que hay en la sala. En este espacio hay mucho color y mensajes como 'conecta', 'descubre' y 'avanza'. Lemas de los que se empapan y son capaces de transmitir a otros compañeros. Y es que parte de este plan es que sea un aprendizaje de integración, cooperativo y circular.

Publicidad

El resultado de este método colaborativo se vive también en una clase de Educación Infantil. En un corro se sientan Maysan, Manyeli, Marta, Migue, Mohamed y Pedro. Solo tienen 5 años y ya están trabajando el pensamiento computacional, o cómo formular problemas y soluciones a través de un procesador de información. Guiados por compañeros de cursos superiores dan órdenes a Miguelito, un pequeño robot multicolor preparado para obedecer los mandatos de los niños. «Derecha, izquierda, dos hacia adelante…», siguiendo estos pasos el bot llega a su meta, los pequeños celebran la victoria y sin darse cuenta, se convierten en los principales nativos tecnológicos de esta historia.

Los alumnos de Bachillerato usan el lenguaje de programación de Arduino. A. A.

Uso y abuso de las nuevas tecnologías

En un momento en el que la comunidad educativa mira con recelo la inteligencia artificial en el aula por el uso de ChatGPT, una herramienta empleada por alumnos para hacer trampas en trabajos y exámenes, este colegio apuesta de lleno por la materia 2.0 y muestra la cara amable de las nuevas tecnologías en la educación. Demostrando que sirve incluso para integrar y educar en valores. «La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y dará un giro a la educación y la forma de entender la red». Esta teoría la defiende Yanira Martín, profesora de Matemáticas en el colegio y cabeza visible en este proyecto piloto.

Suena incoherente que en un colegio que apuesta por las nuevas tecnologías tenga limitado o casi prohibido el uso del móvil en sus aulas. Algo en lo que incide mucho Yanira Martín es que precisamente en esto se basa el proyecto, en el buen uso de estas prácticas. Y a sabiendas de los problemas que puede acarrear el abuso o uso inadecuado de herramientas que ya todos tienen a su alcance, están vigilantes para encauzar al estudiantado.

Al hilo de la polémica surgida por la carta viral de un profesor de la UGR en la que hablaba de la falta de motivación del alumnado, Yanira reconoce que el problema existe y «hoy en día hay una falta de motivación total». Esta profesora, que es Ingeniera de caminos, canales y puertos y que ha mamado la docencia desde casa con sus padres, maestros jubilados, acepta el reto del alumnado, «que no puede estar ya con un libro o una libreta simplemente cuando están acostumbrados a la inmediatez de un wasap o a la inmediatez de sacar información directamente de Google sin pasar por una enciclopedia». La llama la 'cultura de la inmediatez' o lo que es lo mismo, «lo que quiero, lo tengo», dice. «Hay que distraerle (al estudiante) de todo eso y centrarle en una materia con contenidos modernos, a través de lo digital y tecnológico», explica. Yanira reconoce que se nota cuáles son las asignaturas que siguen un método tradicional, «donde los ves aburridos y desinteresados» y cuáles implementan elementos motivadores como las nuevas tecnologías. Con ello, «muchos de ellos llegarán donde tienen que llegar», sentencia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad