«Estuve un año mirando ofertas cada día para cambiarme de piso»

Tanto los que llegan nuevos como los que intentan cambiarse de vivienda lo aseguran: el panorama está cada vez peor.

Nayara lleva desde 2022 estudiando en la ciudad y, desde entonces, ha visto como el precio que paga por una habitación se ha duplicado. Nada queda ya de los 200 euros que entregaba por una habitación con gastos incluidos. Ahora la suma de todo ello rara vez es inferior a 400. Tampoco es viable la opción de un pequeño estudio, por lo que a ello se le une la gran cantidad de personas con las que tiene que compartir, hasta cinco o seis compañeros ya que muchos propietarios convierten el salón en un nuevo habitáculo.

«Algunos amigos están en una situación similar, no entendemos este gran cambio en solo dos años», explica. «Los precios se han desorbitado y la mayoría de las opciones son pisos deteriorados. Estuve un año mirando cada día para cambiarme de piso», añade.

Raúl sufre también la odisea en la que se ha convertido encontrar piso en Granada. Llegó hace tres años y, desde entonces, ha intentado cambiarse de vivienda para mejorar su ubicación, pero le ha sido imposible porque la oferta no es precisamente extensa. «Intenté cambiarme de piso, pero al final fue imposible», declara, motivo por lo que decidió seguir en el mismo hasta terminar ya este año la carrera.

Si ya de por sí es complicado encontrar una habitación, la búsqueda de un piso entero «es mucho peor», cuenta Raúl.

Una situación similar han vivido también sus compañeros de grado, testigos de la transformación que les dificulta cada vez más renovar su residencia.

«Familiares o conocidos nos preguntan la oferta para venir aquí a estudiar o pedir el traslado durante un año, pero cada año es más dificil ser optimista con el gran cambio que hemos experimentado», expresan. «Al final van a conseguir que la gente se piense si quiere venir a Granada por todas las trabas que hay para encontrar piso», argu