Un operario trabaja en un edificio de VPO en La Chana cuya obra está a punto de terminar. Pepe Marín
Con otros ojos

¡Más obras!

Domingo, 8 de diciembre 2024, 00:00

La extraña tribu a la que pertenecemos, y que solemos llamar humanidad, se especializa en destrucciones. Por eso mismo tiene la compulsión de construir. No ... es una paradoja, sino más bien un sistema: nos pasamos la vida reconstruyendo lo que destruimos, y así hasta que las calles, los barrios gentrificados, las ciudades exhaustas, los ríos perplejos, el aire que a duras penas respiramos y estas palabras compartidas se disuelvan y reciclen.

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Igual que en el reino de la poesía se estilan las obras completas, en el país de la especulación inmobiliaria imperan las obras exhaustivas. No existe lunes, esquina ni vecindario sin la suya. Es que tiene que haber. Es cuestión de prestigio. Con su buena demora, sus correspondientes percances y sus ruidos fuera de horario. No somos nadie sin la fiesta de las grúas, la reverberación de los andamios, la orquesta del taladro y el martillo, esos intercambios de alaridos que vigorizan la atmósfera. Una semana sin obras es de muy mal agüero. Pueden entrarte ganas hasta de vivir.

Cada mañana, en cuanto me levanto sobresaltado, corro a comprobar si la interminable obra del edificio contiguo marcha bien. Si todas las máquinas bombean a pleno rendimiento. Si el tráfico se encuentra perfectamente atascado. Si las poleas oscilan con el debido peligro. Si circula tanto polvo como merecemos. No me quedo tranquilo hasta que este chequeo de rutina confirma los resultados más catastróficos. Me lo ha indicado el médico. Mano de santo, lo juro.

Cuando veo una nueva construcción en el horizonte, me pongo rojísimo de emoción y le abro las ventanas al futuro. Asomo la cabeza y saludo, aplaudo, lloro. Las persianas parpadean y los cristales se nublan. Entonces me pongo el casco y salgo a la aventura ciudadana. ¡Así vale la pena cualquier padecimiento! Sólo queremos más obras. Más. Obras.

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Y ahora, con su permiso (o sin licencia), tenemos que terminar de golpe: esta frase está en reformas. Paciencia y buena suerte.

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