Esta imagen fue tomada con motivo de un reportaje que se publicó en este diario el pasado lunes. Pepe Marín

Biografía de unas manos

Domingo, 12 de octubre 2025, 00:02

El trabajo manual es una de las formas de la inteligencia. Ahora tendemos a subestimarlo porque lo conocemos poco y lo ejercemos menos. Con hábiles ... excepciones, evitamos o delegamos tareas básicas que, hasta hace no mucho, nos hubiera avergonzado ser incapaces de realizar. Tecnificada hasta el absurdo nuestra cotidianidad, somos una orgullosa comunidad de analfabetos manuales. Sólo cuando necesitamos que alguien nos eche literalmente una mano, valoramos de nuevo la sabiduría de esa otra enciclopedia digital: nuestros diez dedos. Las manos guardan lo dado y recibido, lo hecho y lo tocado, las caricias y luchas. Construyen sus recuerdos. Ese es el caso de Manuel, el último maestro en el oficio de la espartería que permanece en Güéjar Sierra. Un día su abuelo le ofreció una cuerdecilla para trenzar esparto. «Era parecida a las trenzas del pelo», cuenta. El nieto aprendió rápido. Su abuelo murió cuando él contaba apenas ocho años. Pero las memoriosas manos de Manuel atesoraban todo lo que le habían enseñado. «Y hasta hoy».

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Hoy los aperos no suelen ser de esparto, ni tampoco los cestos, sogas o alpargatas, y las garrafas de agua ya no se visten con sus fibras resistentes y generosas para mantener la frescura. Pero ahí sigue Manuel, haciendo milagros con manojos. Como se ha jubilado, se pasa el día preguntándose qué pueden hacer dos manos que traducen lo que ven. Sus últimas creaciones son nada menos que la fachada de la catedral de Granada, minuciosamente recreada en esparto, y la basílica de las Angustias. Quizá la artesanía sea el rezo de las manos, su propio acto de fe.

Manuel no conoce a nadie en Güéjar dispuesto a continuar la tradición. Si alguien se interesara, dice, le confiaría con gusto los secretos que aprendió cuando la infancia era lenta y paciente. Le ofrecería una cuerdecilla para trenzar. Mano a mano. Hablándole en voz baja. Y entonces se escucharía la voz de su abuelo.

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