«Un camión me arrolló cuando acudí a un auxilio y estoy vivo de milagro»
Un tráiler cargado con seis vehículos se llevó a Jorge Rodríguez, un exguardia civil, por delante; 25 años después le han reconocido el servicio de aquel día
Lunes, 24 de octubre 2022, 00:36
El azar es uno de esos componentes de la vida apenas tenidos en cuenta cuando se habla de los accidentes o incidentes de la biografía ... de cada uno, pero en ocasiones se encargan de escribir los renglones más importantes de los acontecimientos personales de nuestro paso por la tierra. Jorge Rodríguez es un hombre marcado por ese azar o ese «milagro», como él dice, y hoy está vivo «gracias a mi compañero de patrulla, al equipo médico y a la suerte o el azar o el milagro», apunta sentado en un sofá mientras no repara en recordar lo sucedido aquella mañana del 4 de julio de 1997 en la autopista AP7 de Barcelona.
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«Mi compañero de patrulla es parte de mi familia y nos vemos a menudo»
«Soy guardia civil y en aquel entonces estaba destinado en el destacamento de Tráfico de Martorell. Nos habían llamado para hacer un auxilio en carretera, un vehículo había quedado sin agua. Cuando terminamos y yo estaba abriendo la puerta del coche para marcharnos, un camión tráiler cargado de coches me arrolló y me dejó empotrado. El impacto fue tan fuerte, tan brutal y tan inesperado que me quedé con la cerradura del coche patrulla donde me estaba montando en la mano».
La vida de Jorge Rodríguez se paró en ese momento, cuando apenas había vivido 25 años. Su compañero de patrulla Fernando Soto, cortó el tráfico en ambos sentidos de la autopista para que un helicóptero de emergencias sanitarias pudiera aterrizar en el mismo kilómetro 190 de la AP7 en dirección Barcelona y trasladarlo a un hospital de la ciudad condal, donde permaneció convaleciente casi seis meses.
La batalla por la supervivencia comenzó en aquel preciso momento y aún hoy, veinticinco años después, sigue viva. Le han practicado más de doce intervenciones quirúrgicas, perdió los nervios de todo el brazo izquierdo que le quedó inutilizado, en la rodilla lleva una prótesis, en la ingle lleva incrustado un dispositivo electrónico para controlar esfínteres, también dañados en el accidente, huesos rotos, coxis, destrozado, daños en piernas… pero pese a todo este granadino pudo continuar adelante con su vida.
«Hoy estoy felizmente casado con mi esposa y tengo una hija maravillosa de quince años. Estoy jubilado porque las secuelas me dejaron una incapacidad absoluta», reconocida en el año 2000. Una vez ganada esta batalla por la vida se fijó otra meta, conquistada el pasado 11 de octubre.
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Este guardia civil combatió antes de 2018 para que le concedieran una medalla roja, máximo reconocimiento al mérito, por parte de la Guardia Civil. Lo intentó hace cinco años y se la denegaron, pero tras insistir, la actual directora de la Guardia Civil, María Gámez, la aprobó y el ministro del interior, Fernando Grande-Marlaska, la firmó. «Estoy muy agradecido a la Comandancia de Granada y en especial al coronel jefe, Francisco Sánchez, porque él ha sido determinante para conseguirla». De hecho, el mismo coronel fue quien se la impuso el pasado 11 de octubre durante los actos de celebración de la patrona de la Guardia Civil.
Esta condecoración solo se concede por dos motivos por poner la vida en riesgo durante una operación policial o bien por las secuelas físicas o psíquicas que hayan quedado tras un acto de servicio, tal y como viene recogido en el artículo 8 de la orden interna 2008/2012 de 12 de septiembre. «Ahora tengo otra espina clavada y es que mi compañero de patrulla aquel día, Fernando Soto, quien sigue en activo en Ponferrada (León), aún no ha recibido ningún reconocimiento por lo que hizo aquel día por mí. Si él no hubiera actuado con la celeridad y disposición con la que lo hizo, yo no estaría vivo hoy». El azar, esa parte apenas visualizada en la vida, también hizo lo suyo.
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