Fani es hija de padres sordos y denuncia la barrera de comunicación a la que sus padres llevan enfrentándose toda la vida. Blanca Rodríguez

«¿Por qué se tienen que adaptar mis padres? También puede hacerlo la sociedad»

Fani, granadina de 24 años, es hija de padres sordos y siendo pequeña tuvo que asumir responsabilidades que no le correspondían por la barrera de comunicación a la que sus progenitores llevan enfrentándose toda la vida

Sandra Palacios

Granada

Sábado, 18 de octubre 2025, 00:38

Ver luces parpadear cuando tocan al timbre de casa, acudir como representante a tu propia tutoría en el colegio o hacer de intérprete en asuntos ... legales o sanitarios siendo menor de edad son algunas de las situaciones a las que ha tenido que enfrentarse Fani por ser CODA, es decir, hija de padres sordos. En consecuencia, estas vivencias le han llevado a perseguir una lucha que poco tiene que ver con el cuidado que ha recibido por parte de sus progenitores: «El foco no está ahí, mis padres han sido los mejores del mundo». El problema –subraya– son las «barreras de comunicación que existen en esta sociedad, no hay concienciación».

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Fani, una granadina de 24 años que reside en Maracena, dio el paso de contar su historia para dar visibilidad a personas que como sus padres se enfrentan a dificultades en su día a día por no poder comunicarse con aquellos que son oyentes. «Ellos son independientes, pero en ciertos asuntos necesitan intérpretes de lengua de signos», explica. Aquí radica el problema: «Las personas sordas, muchas veces, no pueden comunicarse de forma efectiva con un médico, un profesor o una institución pública, porque no hay intérprete disponible».

Sus padres han tenido su respaldo y el de sus abuelos, pero no todo el mundo tiene esa posibilidad y quiere recalcarlo: «Quien no tenga ningún familiar ni recursos económicos para contratar a un intérprete de lengua de signos, ¿qué hace? Muchísimas personas sordas sienten esta discriminación». Igualmente, este hecho también le ha repercutido a ella, pues tuvo que cargar en su mochila con una responsabilidad que no le correspondía siendo pequeña.

Esta joven señala que gracias a tener padres sordos ha aprendido a ver el mundo de forma diferente: es más sensible, tiene mucha empatía y, como profesora que es, trata de inculcárselo a sus niños, a quienes también les enseña lengua de signos. Sin embargo, lanzarse a contar su historia en un podcast que se ha hecho viral le ha reportado una serie de críticas que no llega a comprender: «Mis padres no han sido negligentes conmigo, al contrario, lo han dado todo por mí, he sido muy afortunada. La responsabilidad está en los servicios públicos y en la sociedad, que tienen que hacer por integrar a estas personas; todo el mundo tiene derecho a que le entiendan».

Dificultades a las que tuvo que enfrentarse

En su caso, aunque sabía hablar y leer, no llegó a hacerlo de forma fluida hasta que no llegó a quinto de primaria. Fue con nueve y diez años cuando aprendió a comunicarse de un modo más completo gracias al respaldo de sus abuelos y del colegio al que asistía en Granada. Aquí tenían en cuenta su situación, pero tampoco incluyeron a un intérprete de lengua de signos para poder informar a sus padres acerca de su evolución académica. Era Fani, si sus abuelos o sus tíos no podían, la que debía acudir a sus propias tutorías y ejercer este papel.

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Su rol como intérprete tuvo que hacerlo en repetidas ocasiones para ayudar a sus progenitores en asuntos médicos o legales. Había veces –manifiesta– «que ni siquiera se dirigían a ellos, solo a mí», cuando el tema era un asunto que se debía tratar con sus padres y no con ella. «Me parecía una falta de respeto», asegura.

En este sentido, recuerda una ocasión en la que le robaron el móvil a su madre y, como tenía la tarjeta instalada en el mismo, llamó al banco para que se la anularan. «Dije su DNI y expliqué que mi madre es sorda, pero la persona me insistió en que se tenía que poner ella al teléfono», relata. Como la opción de hacer una videollamada tampoco la contemplaron en la entidad, Fani le pidió a su madre que intentara vocalizar algunas palabras para que la creyeran y ver si le facilitaban alguna solución. «Al final tuvimos que ir presencialmente. En casi ninguna empresa, sea pública o privada, hay recursos humanos para estos temas», indica.

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Igual le pasó cuando tenía 12 años. Tuvo que llamar al 112 porque su padre necesitaba ser atendido de urgencia y su madre se quedó paralizada, no tenía forma de comunicarse con los sanitarios. Por tanto, tuvo que ser ella la que llamara y diera aviso de lo que estaba sucediendo. Según señala, se ha avanzado en este tema, ya que a través de una app puede realizarse una videollamada; un sistema más tedioso, pero que al menos contempla este servicio.

«Tienen derecho a ser entendidos»

Desde los Jardines del Triunfo, donde Fani cuenta su historia a este periódico, quiere agradecer a la ONCE haber ayudado a su padre y haberle dado un trabajo. «Hay muchísima discriminación laboral», sostiene, y cuenta el ejemplo de su madre: «Ella estudió para ser delineante y empezó a trabajar de ello, pero la echaron por esa barrera comunicativa. Ahora es limpiadora. Entonces, no digo que las personas tengan que saber lengua de signos perfectamente, pero sí un mínimo para poder comunicarse con ellos de alguna manera».

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Y es que es un problema que también se traslada a su entorno. Por ejemplo, con el caso de los vecinos o en las reuniones de la comunidad. «Con mi madre no hay ni un hola o buenos días y en las reuniones de la comunidad, si tú sabes que hay una persona sorda, qué menos que la administración del edificio lleve a un intérprete», defiende.

Fani considera que la comunidad sorda tiene derecho a un intérprete de lengua de signos para poder comunicarse con personas oyentes y «no debería ser pagado por la persona sorda». «Al final le estamos haciendo un favor a aquellos que son oyentes. ¿Por qué se tienen que adaptar mis padres? También la sociedad se puede adaptar a ellos. Son personas y necesitan y tienen derecho a ser entendidos», sentencia.

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