Terrenos del Camino de las Vacas en los que se celebrará el festival.

La Chana pide controles de ruido y medidas contra el botellón ante el festival del 3 de junio

Los vecinos han trasladado a promotores y Ayuntamiento el temor a que los conciertos colapsen la zona

J. M.

Domingo, 7 de mayo 2017, 01:55

Los vecinos de los bloques más cercanos al Camino de las Vacas, donde se celebrará el Bull Music Festival, anticipan que los conciertos del 3 ... de junio darán lugar a un macrobotellón en sus calles. Desconfían de los planes de evacuación y las medidas para disminuir el ruido. Además, critican que la zona no es segura porque hasta hace unos meses se esparcían por estos terrenos los restos del antiguo desguace. Por todo ello, solicitaron un cambio de ubicación. Hicieron llegar su inquietud al Ayuntamiento, que mantuvo con ellos una reunión, presidida por el alcalde, junto a la promotora y el defensor del ciudadano.

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En las últimas semanas han avanzado los trabajos para acondicionar la parcela de cara al festival. Los terrenos, en manos del Consistorio, suman una superficie de 42.706 sobre la que actuarán Mala Rodríguez, Estopa o Loquillo, entre otros. Están situados en la avenida Padre Marcelino Álvarez, a medio camino entre los primeros edificios de la Chana y la Circunvalación. A lo largo, el descampado llega desde la altura de los edificios hasta la estación de servicio. Se espera una afluencia aproximada de 15.000 espectadores.

Los bloques más cercanos están a 50 metros de los terrenos. Pero luego la línea de edificaciones termina y comienza un erial que se extiende hasta el gimnasio We, a excepción de los centros educativos que, dado que la fiesta cae en sábado, no estarán operativos. La ausencia de viviendas cercanas fue uno de los puntos a favor de organizar el festival en esta localización.

Sin embargo, varias urbanizaciones han presionado durante los últimos días al Ayuntamiento para pedir que garantice con documentos, en los días previos, y en la práctica, durante la jornada del festival, la seguridad tanto en el perímetro de conciertos como en el resto del barrio.

Han puesto de manifiesto su preocupación por que lo que se plantea como un evento musical se transforme en un botellón. En la capital hay precedentes. El festival Granada Sound de 2015 se celebró en el recinto ferial de Almanjáyar y no volvió nunca más a esa ubicación por las protestas de los vecinos. Hubo botellón a la entrada del festival. El barullo y la suciedad posterior, unidos al volumen de la música, levantaron las quejas de los vecinos.

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En este borde de La Chana prevén problemas de tráfico, tanto en la zona urbana como en la autovía, y que las calles amanecerán sucias el domingo 4 de junio. El festival comenzará a mediodía del sábado y llegará hasta entrada la madrugada.

Uno de los administradores de los edificios colindantes al Camino de las Vacas, Miguel Ángel Fernández, explicó ayer que los vecinos están a la espera de los informes y documentos que garanticen la seguridad. «Si ponen un escenario mirando a la autovía, la gente se va a parar y pasará como cuando hay un accidente», anticipa uno de los portavoces del vecindario.

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«En primer lugar pedimos un cambio de ubicación, porque no queríamos líos (...) Ahora estamos a la espera de informes y proyectos. La promotora nos garantizaba todo lo que ocurría dentro, pero no fuera del recinto. Urinarios, botellones, ruidos, accesos...», resumía ayer Fernández.

Concha acústica

En lo relativo al ruido, reclaman «que se ponga una especie de concha acústica y se haga un estudio acústico en la zona». La concha acústica, una estructura que absorbe parte del sonido, fue la solución que el Ayuntamiento dio al último Zaidín Rock junto al hospital del PTS.

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Este diario habló con un grupo de vecinos de la urbanización más próxima al Bull Festival -piden permanecer en el anonimato para evitar represalias- y aclararon que no están en contra del encuentro y que están de acuerdo con este tipo de actividades. Pero dudan de que el terreno sea el más seguro para ello. Entra también en juego una cuestión que nada tiene que ver con la música: los restos del desguace derribado.

En lo que ahora es un erial se levantaba una chatarrería abandonada. Denunciaron los vecinos ante el Defensor del Pueblo Andaluz que el acceso a la misma era sencillo, por lo que algunas familias sin recursos entraban a coger residuos para luego venderlos. Incluso, relatan estos granadinos, habían construido una especie de cobertizos para guardar enseres.

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Pero constataron que había restos de fibrocemento que podían poner en peligro la salud de estas personas. Este material, más conocido por el nombre de uralita, está fabricado con cemento y polvo de amianto. El contacto habitual con este último componente puede provocar enfermedades en el aparato respiratorio, como cáncer de pulmón.

Tras la mediación del Defensor del Pueblo, el Ayuntamiento de Granada procedió a limpiar la zona. Luego se derribaron los muros, lo cual frenó la entrada de personas al antiguo desguace. Pero los vecinos solicitan medidas de seguridad aún mayores.

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El jueves está prevista una nueva reunión con el Ayuntamiento en la que, previsiblemente, el Consistorio pondrá sobre la mesa la documentación requerida por los vecinos. Por parte de la organización del concierto, que corre a cargo del grupo Hermanos Toro, Fátima Rodríguez explicó a IDEAL que la promotora está «en conversación» con los vecinos y que les van a entregar el proyecto y la documentación. Según ella, todo el proceso sigue los cauces legales y cumple con los requerimientos necesarios.

Se desmarca de la revindicación la plataforma 'No al botellódromo', que pide no comparar una lacra de años con «una fiesta de 24 horas». Confían en el consenso para que no haya nuevos 'botellódromos'.

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